Es paradójico, pero entendible, que sea un gobierno del lumpen sindical el que venda la fuerza de trabajo, entregue al capital el esfuerzo, el sudor, la sangre de los trabajadores, ese es su papel en el capitalismo: servir de agente gestor del capitalista expoliador ante el trabajador explotado, y evitar que el obrero entienda su papel histórico, confinarlo al economicismo. Razón tenía el poeta que un día exclamó "cuando oigo hablar a un sindicalero, me tiendo en el suelo y salgo ramplando".
El madurismo cumplió muy bien su papel de cancerbero del capitalismo. Primero infiltró el intento socialista, luego dio el zarpazo, y al final consiguió que la sociedad regresara a las formas más perversas del capitalismo, todo eso tutelado por procesos socialistas internacionales traicionados. Ese podrido de las zonas económicas esclavas ya es rebatido por mentes lúcidas que no se pueden calificar de ultras. Está demostrado que son la entrega de los obreros a las fauces de los capitalistas para que le expriman la plusvalía. Lejos estaba Marx de imaginar que su "proletarios del mundo uníos" terminaría con este madurismo, en zonas esclavas que presagian el futuro de toda la nación, exigirán su correspondiente político y su correspondiente social, todo se adecuará a la esencia esclavista.
Ya no hay excusas: el madurismo, en la práctica y en boca de sus voceros, se declara capitalista de la peor especie. Hablan, con grosero descaro, de lo barato de la mano de obra en las zonas económicas esclavas, las facilidades fiscales, la falta de ley; los carroñeros internacionales se precipitan a invertir; los bolsillos de los enchufados, los bisoños capitalistas con pasaporte venezolano, se suman a la danza alrededor del becerro de oro que es la subasta de las entrañas de la Patria.
El partido que Chávez fundó para apoyar la construcción del Socialismo es violado por una cúpula que lo pone al servicio del capitalismo. Acepta cualquier canallada, distraído en una escogencia de candidatos para unas elecciones infecundas, cuyo objetivo central es servir de facilitador a la entrega de las riquezas nacionales, del esfuerzo de los obreros a la voracidad del capitalismo internacional.
No hay excusa que cual hoja de parra tape la traición al legado del Comandante Chávez. Quien esté con las zonas económicas esclavas, quien no proteste por la entrega del país, no puede ni por asomo llamarse chavista, al contrario, es traidor a Chávez. Ya todo está develado, este gobierno no es Socialista, menos Chavista; quien lo apoye, quien no pida su sustitución, no puede llamarse chavista.
Es la hora del pronunciamiento de los líderes chavistas, los que estuvieron en el círculo más cercano al Comandante, los que conocen su pensamiento de primera mano, de dar un paso al frente, unirse, pronunciarse en teoría y en acción frente a este desastre, a la deformación, la mutilación del pensamiento de Chávez, frente a la traición.
Callar, no actuar, es complicidad por omisión. Estos líderes tienen el deber con el Comandante, con el país, de hacer algo. No se puede permitir sin la menor resistencia el desmontaje del legado teórico y práctico del Chavismo auténtico.
Una vez hicimos el llamado a estos líderes íntimos de Chávez con nombre y apellido, les alertábamos que la constituyente era un paso para esto que después pasó: la entrega descarada de la Patria. Lo que conseguimos fue la tortuosa acusación de agentes extranjeros. Hoy no daremos los nombres, todo el mundo sabe a quiénes va dirigido el llamado. Es su oportunidad, aún hay tiempo de reconciliarse con la historia.
¡CON CHÁVEZ TODO, SIN CHÁVEZ NADA!