Una vez más, maduro abre fuego contra los empresarios, les imputa la subida de los precios, y habla "de tener la capacidad para neutralizarlos", "ordena que los llamen a botón". Es difícil precisar qué significa este ataque, el gobierno lleva un rumbo errático.
La falta de estrategia le impide al gobierno sostener un rumbo; su accionar, su esencia, es pura táctica, oportunista, "como venga viniendo, vamos viendo". Lo que dice hoy puede ser desdicho mañana, lo que promete hoy no es un compromiso, se olvida en horas. De esta manera no hay planes a corto, largo o mediano plazo, la inmediatez es el signo de la gestión, ir apagando candelitas como dijo aquella gobernadora. Si a esto añadimos el descalabro del sistema judicial, donde la dama de la justicia no es ciega, sino parcializada de manera grosera, dependiendo de la voluntad de miraflores, entonces entenderemos que este gobierno no es de fiar para ninguna clase social, ni para los dominantes, ni para los dominados.
El capital es cobarde, no le gusta el riesgo, corre sin el menor escrúpulo si las condiciones no son óptimas, le gusta la oportunidad, lo seguro, un gobierno y un Estado previsible, su ética es el lucro por encima de todo. Las clases dominadas, subalternas, son más sumisas, les cuesta rebelarse, aunque cuando lo hacen son fuerza huracanada. El madurismo, fiel a su ideología marginal, no les sirve a capitalistas ni a las clases dominadas, es incapaz de hacer algo bien: con él, como dijo el arzobispo de Mérida, "ni el mal ni en bien prosperan".
Es difícil pronosticar cuáles son las intenciones del madurismo, si es que las tiene. Hoy parece ser que dejó atrás lo que decía ayer de la sustitución de importaciones, eso olía a una alianza con el capital industrial. Ahora, aparece atacando a los empresarios y alabando al sector agrario, parece que tira para el lado de castro soteldo, hacia el esperpento de la "burguesía revolucionaria". Quizá mañana otra tendencia les caliente la oreja y salgan con otra tesis, mientras la masa sufre miseria y el gobierno se debilita.
El gobierno, en su falta de rumbo, de seriedad, de verdad, tiene una base social artificial, frágil, no representa a nadie, no tiene capacidad para llevar adelante una política que beneficie a nadie. Su condición marginal le imposibilita producir estrategia, no tiene proyecto. Fácil es concluir que su futuro es breve, está agotado, no tiene salida. Ya se les ve en la cara el desencanto, sólo le queda la cercanía de los buitres que vienen a comerse la carroña. Los estertores del madurismo representan un peligro para la Patria, los buitres internacionales están atentos para comprar los restos a precios viles. Los síntomas de la debilidad se acompañan con las señales de fractura interna. Comienza al abandono del barco, ahora la gente no quiere unirse a lo que se está hundiendo, son días previos a la estampida. Al madurismo sólo le queda una feroz represión inútil, o una renuncia elegantemente disimulada.