El 2 de agosto se fue la luz, un fuerte apagón sumergió a Caracas en la oscuridad. El metro cerró sus puertas, los negocios trancaron rapidito, la gente corrió a sus casas, todos buscaron refugio. Amparados en la oscuridad, asomaron los sentimientos más profundos de la sociedad, que se mantenían reprimidos por varias razones. La gente sintió miedo, el sentimiento general en la calle fue: "algo va a pasar", "algo está pasando", "prepárense".
La reacción frente al apagón es una muestra inequívoca del sentimiento de la sociedad, más que cualquier encuesta, más allá de la propaganda oficial, de los escritos a favor del gobierno, de las frases de la oposición, del querer de la resistencia revolucionaria. En esas horas, se mostró con claridad lo que se mueve en el corazón, en lo íntimo, de la sociedad: la expectativa de que esto llega a su fin.
El gobierno calla, muestra su fragilidad. Muchos allá, adentro, estarán reflexionando sobre su futuro incierto, el apagón les hizo ver su situación frágil; un apagón, un pequeño incidente, puede mandar su gloria al basurero: aquella frase romana de que "toda Gloria es pasajera", se les presentó en la noche del 2 de agosto. A partir de esa noche, todo cambió en el fondo, ya nada será igual, allá adentro se verán cada vez con más recelo, cada uno buscando su salida individual, sacando su maleta del closet. Esa noche pesaron las sanciones personales, se buscó con angustia para dónde irse.
Con el apagón quedó en evidencia que vivimos una etapa final de este periodo de intento de volver al capitalismo, a la cuarta, a la socialdemocracia, lo que falta por ver es cómo será el final que se vislumbra inevitable. Es verdad que esa noche sólo fue un susto, pero lo destacable fue el sentimiento de cambio que en todos afloró; unos lo deseaban, otros lo temían.
De esa noche en adelante, todo lo que haga el gobierno aparecerá con claridad como intentos de postergar su fin, serán patadas postrimeras de los agotados. El diálogo en México será visto como el arreglo de las cuentas para la salida honrosa; las maniobras con la moneda, las promesas de impulso en el deporte, los números de los infectados con el covid, todo será visto como disfraces del fin.
El capitalismo tiene fino olfato para saber cuándo un gobierno está derrumbándose, cuándo ya no da más, el capitalismo no se engaña, abandonan a los gobiernos agotados, cambian de preferencia de acuerdo a sus intereses; allí no hay sentimientos, sólo el lucro. Ya el capitalismo internacional sabe de la fragilidad del gobierno y en los próximos días se verán sus movimientos. Todo está muy claro.
Queda por ver la preparación de los chavistas auténticos, si lo hacen ante la inminencia del desenlace, o si continuarán el duelo paralizador; si saldrán al escenario, actuarán, cumplirán el compromiso con el país, con el Comandante de mantener viva la llama del Socialismo, o dejarán que el legado de Chávez termine en un capitalismo cada vez más desastroso, que la Patria se disuelva.
¡AHORA, MÁS QUE NUNCA, VOLVER A CHÁVEZ!