Los sentimientos, las reacciones, las conductas de los altos políticos revelan, muchas veces, más que sus palabras. En los últimos días se observan allá en Miraflores unas reacciones que deben ser analizadas, la más notable es la de jorge rodríguez, el plenipotenciario de la cúpula.
Vladimir Villegas, ejerciendo su oficio de periodista, informa los comentarios acerca del mover la fecha de las elecciones de noviembre. A esa información reacciona, no el ministro de información, no el cne, no otro periodista afín al gobierno, sino que salta, con el cuchillo entre los dientes, jorge rodríguez. Desmiente la noticia, hasta aquí todo más o menos bien, sin embargo, insiste jorge, y ataca a Vladimir de manera rastrera, lo invita a buscar votos, insinuando que está resentido por una supuesta candidatura, y aquí la ira de jorge nos revela más que sus palabras.
La reacción del plenipotenciario, que pasa por encima de los encargados directos de este tipo de respuesta, indica un deterioro y un desespero en el gobierno. El deterioro impide que el gobierno funcione, está paralizado, congelado, hace tiempo que no presenta un plan importante, un proyecto sobre algo, sólo chismes, acusaciones, parece la directiva de un club social de tercera categoría, siempre son dos o tres los que declaran, los que dicen algo, los que se ocupan de todo. El desespero es evidente, allí adentro hay miedo, saben que viven las postrimerías, pocos quieren comprometerse, tomar decisiones, declarar, asumir la gestión catastrófica. En medio de este vacío algunos se atragantan de poder y comienzan a cumplir funciones presidenciales.
Y así se manifiesta el drama que vive hoy la nación: no hay liderazgo, en pocos años el madurismo que acabó con la economía hasta niveles increíbles de convertir un rico país petrolero en uno de los más pobres del mundo, un país sentado sobre las reservas de energía mayores del mundo, pasando una de las necesidades peores del mundo. El madurismo acabó con la economía y también a la par arrasó con las referencias morales, la ética, la espiritualidad de la nación. Es así, el problema es el madurismo en el poder, y simultáneamente es la ausencia de relevo. El país se diluye, se esfuma, por la falta de liderazgo creíble, querible. Ese es el gran drama de hoy, y la gran tarea de los que tengan visión de sociedad, de nación: reconstruir el liderazgo.
Es la hora de dar un paso al frente, el país se desmorona, se nos escapa de las manos, las señales son claras, es suficiente pensar en los millones del éxodo, y la pobreza extrema en que se sume la población, todo en medio de la espantosa inutilidad del gobierno y de la oposición gringa. Es la hora de los chavistas, de los patriotas, de los justos, mucho hay que hacer. Un buen comienzo es reunirse, ponerse de acuerdo. Dejar de lado mezquindades, derrotar las maniobras del madurismo para dividir el campo chavista, para desprestigiar a sus líderes naturales. Es la hora de responder al reto y pasar a la batalla por recuperar a la Patria. No es hora de complacerse en las glorias pasadas, de permanecer en las trincheras seguras, es el momento del salto de la infantería a recuperar el terreno perdido.
¡VOLVER A CHÁVEZ!