Los grandes hombres pueden morir de tristeza. Bolívar, sin dudas, murió de tristeza, esa fue su respuesta ante tanta ingratitud e incomprensión. Neruda, su corazón sensible, no aguantó tanta miseria, tanta maldad.
Un país, tal cómo los grandes hombres, ¿puede, también, morir de tristeza? ¿Cómo es su muerte, a quién le duele? Cuándo un país muere, ¿cesa la briza, deja de salir el sol, amaina la lluvia? ¿O sólo se marcha del corazón de sus hijos? ¿Es como la muerte de un gran amor? Todo parece igual, los amantes están allí, existen, caminan, ríen, pero los habita un vacío, algo se quebró en su interior. Sólo hay tristeza, la alegría colectiva desapareció.
Un país sólo puede morir por la desidia de sus hijos. Un país en realidad existe en el corazón, en la pasión de sus hijos. Lo material, los bosques, las costas, están allí, pero no son el país. Un país es la pasión, cuando la pasión se ausenta, sólo queda un vacío en el tinglado material. Entonces, suficiente calibrar el sentimiento de la gente para conocer la existencia de un país.
¿Venezuela es un país que muere? Para dar respuesta sería necesario medir el sentimiento de amor a la Patria, y aquí nos encontramos con un problema. ¿Cómo se manifiesta este sentimiento? Puede ser declarativo, puede ser simbólico, eso está bien, aunque sin acciones es un sentimiento vano, ya lo dice el libro: "obras son acciones y no buenas razones." El sentimiento que sostiene a un país es el amor total, el que sabe que no se puede amar al país sin amar a toda la humanidad, amar sólo a su país sería un egoísmo colectivo. El verdadero patriota, es el que es capaz de dar la vida por su Patria sabiendo que la ofrenda a toda la humanidad, el que ama a su Patria sin odiar al resto del mundo. Ya lo dijo Martí: Patria es Humanidad.
Venezuela está triste. Ayer nomás, con Chávez, sus hijos amaban la causa universal y era inmenso el amor a su Patria, eran ejemplo para el mundo en la construcción de las relaciones amorosas, hoy sus hijos sobreviven en el individualismo. En estas circunstancias, en esta hora cuando se pierde la pasión por la Patria Humana, cuando sus hijos se retiran a sus predios personales, necesita de hombres que la amen de verdad, hombres con decoro, como decía Martí, que den ejemplo, que demuestren ese amor en acciones, como en 1810, como el 4 de febrero. Esas acciones concentran en pocos hombres el amor por la Patria, invitan al resto de la sociedad a sumarse al rescate de la condición de nación tan vapuleada por los que hoy la tienen secuestrada.
El país está triste, se lo subastan las grandes potencias en complicidad con la cúpula que está sentada en México; primero lo postraron, minaron su economía y su espiritualidad, lo dejaron sin futuro, sin esperanzas, sin líderes, para luego mostrar sus ofertas criminales, sus zonas especiales, la venta de la riqueza de la Patria descuartizada, como logros que devolverán el futuro.
¡VOLVER A CHÁVEZ, VOLVER A LA ALEGRIA!