"Leviatán es una criatura mitológica que se encuentra referida en la Santa Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento. Se trata, en términos generales, de una criatura marina que representa el caos y el mal antes de la creación del mundo. Esta criatura habría sido creada por Dios.
Muchas interpretaciones le atribuyen un aspecto largo como de serpiente de mar. Otras, lo asocian con las ballenas o cachalotes. En todo caso, en cualquiera de estas interpretaciones se subraya su relación con el caos previo a la creación.
Originario de la cultura hebrea, Leviatán aparece mencionado varias veces en los textos de la tradición judeocristiana. Entre ellos, el libro de Job y el libro de los Salmos.
Debido al hecho de que está asociado al mal, no es de extrañar que Leviatán sea una de las figuras principales de adoración en la fe satánica, en la que es considerado uno de los cuatro príncipes del infierno.
Asimismo, pueden encontrarse algunos paralelismos de esta criatura en ciertos textos de la Antigüedad Clásica, tales como la Odisea en la que se menciona a Escila, una ninfa griega que fue transformada en monstruo marino.
En la época de los viajes de exploración naval, crecieron las leyendas sobre fenómenos extraordinarios vividos por los marineros en altamar. En ese contexto, la leyenda de Leviatán tomó nuevamente vigor, pero en lugar de referir específicamente al personaje bíblico, el nombre se usó como un término genérico para llamar a todos los monstruos marinos descritos por los viajeros.
Estos monstruos, que la mayor parte de las veces imaginaban como ballenas, nadaban rápidamente alrededor de las naves hasta crear un remolino, y con ello, se preparaban para devorar las naves completas.
Leviatán o La materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil es el nombre de un libro de Thomas Hobbes publicado en el año 1651, en el cual el filósofo reflexiona sobre el poder del Estado, con miras a justificar los gobiernos de tipo absolutista. Para Hobbes, la palabra Leviatán se vuelve imagen del poder del Estado. Así lo expresa Hobbes en el texto, cuando indica que lo que se llama república o el Estado es, metafóricamente, un gran Leviatán, un ser no humano o, específicamente, un hombre "artificial" destinado a la protección del hombre natural. Hobbes dice tomar esta imagen del propio texto bíblico (libro de Job, capítulo 41).
Sin embargo, este Leviatán, tal como fue concebido, no es un ser eterno ni divino, sino que está sujeto a enfermarse y/o perecer como todo mortal, razón por la cual Hobbes se dedica en su libro a explicar los problemas que el Estado, gran Leviatán, debe enfrentar, y qué leyes debe obedecer para garantizar su supervivencia". Fin de la cita.
El Gobierno venezolano mira a sus vecinos, observa las encuestas, actúan cuando el precio de no actuar, le está resultando demasiado alto. ¿Será que no somos capaces de aprender, de cómo superar esta tragedia si es que llegaremos, o intentar hacerlo, es algo que sufrimos la mayoría de los venezolanos en carne propia? ¿Por qué la apatía, y el conformismo, justifica tanta inacción, y no el sereno criterio de intentar mejorar los peores escenarios hasta ahora intentados, y fracasados, por escenarios posibles de triunfar? ¿Por qué estos movimientos de repetir lo excepcional de cada fracaso, en lugar de los precedentes, y los modelos de lucha contra el fascismo, y el totalitarismo, que resultaron exitosos? ¿Es necesario que las victorias se produzcan en las medulas del gobierno no visibles o más debilitadas, como el anti totalitarismo? ¿Bastaría con un reclutamiento más eficaz de activistas con formación política, o dotarlos de dichos conocimientos, para que no se encojan de hombros si les preguntan, si quieren para Venezuela el miserable sistema cubano de 62 años de opresión y miseria? ¿Cómo, en definitiva, aprende un pueblo, a superar su tragedia?
En una crisis socioeconómica como la venezolana, y ahora sumado lo del coronavirus, el análisis clásico ideológico de los actuales dirigentes disidentes y opositores, sobre sus tácticas, para superar este desastre ‘revolucionario del siglo XXI’, hasta ahora no aportan mucho. Los países aliados del gobierno bolivariano que están interviniendo en la economía venezolana, no son necesariamente los que nos sacaran de esta tragedia, los países hacia donde emigran los venezolanos, y que menos están interviniendo, en nuestra economía no son precisamente los más neoliberales, como los acusa el gobierno bolivariano. Como recuerdan a menudo los economistas políticos, el neoliberalismo no es exclusivamente la falta de Estado, o de regulación sino también un Estado que interviene más para defender la legitimación de capitales, que el trabajo productivo como el de los (bodegones, y casinos etc.).
Hay expertos de la economía que sugieren que esta crisis no se debería solucionar exclusivamente con políticas monetarias e inyecciones masivas de liquidez sin soportes, aunque tengan como objetivo, que la liquidez llegue a la economía real, sino también con políticas fiscales e incluso con subvenciones, a los ciudadanos más vulnerables, los trabajadores, las pequeñas empresas. Otros expertos sostienen: "hay que olvidarse de los indicadores financieros, y empezar a observar los ingresos familiares, que se vuelven sal y agua".
El Estado totalitario coincide con una crisis de liderazgos políticos muy débiles. Esto afecta la credibilidad de los políticos opositores, y su legitimidad a la hora de tomar decisiones de manera contundente y a veces discrecional, como el dialogo en México. También produce desconfianza en la opinión pública, y en la ciudadanía. El presidente Nicolás Maduro ha gobernado durante ocho años sin hacerle caso a las encuestas. Es una de las razones por las que recibe tanto rechazo ante la crisis, se calcula en un 85%.
Mucho se ha escrito sobre la sensación de desprotección que produce ver cómo un presidente, y un gobierno parecen no dolerles el sufrimiento de los ciudadanos, que optan por huir del país.
Los dirigentes políticos de todos los bandos, tienen la obligación de luchar para solucionar, este caos económico, a los venezolanos que dicen representar. Una de las mejores muestras de la falta de liderazgo en esta crisis es la acción recurrente "dejar ver, dejar pasar". Usar el dialogo de la "incertidumbre" en un momento tan álgido de esta tragedia, solo sirve para escurrir el bulto, y no tranquiliza a la población. La debilidad disidente, y opositora, sin embargo, tiene algo de crueldad. En principio la rendición de falsas cuentas es más fácil. Al gobierno le resulta más fácil ampliar innecesariamente la perversa cuarentena, del 7+7, y la situación de excepcionalidad, y los puntos de atraco militar en las carreteras del país, que les dan una discrecionalidad totalitaria enorme.
Vivimos en una economía de guerra. El gobierno interviene, confisca, y centraliza la actividad económica en manos de comerciantes garimpeiros árabes y chinos, para dirigirla a un único objetivo, someter y esclavizar a los trabajadores venezolanos. Es posible que la crisis obligue de nuevo, en un futuro cercano, a recurrir a otras estrategias. Para intentar derrotar el intervencionismo, y el Estado "todopoderoso-fascista", y fuerte. Surgirá lo que ciertos políticos eufemísticamente denominan: "Leviatán, anti caos económico improductivo, anti totalitario, y antifascista".
En la Venezuela inhóspita. La vida bajo este caos, aporta datos sobre el daño económico que ha provocado, el desastre se calcula: "en miles de billones de dólares, en daños con solo 8 años de caída del PIB, con una pérdida del 20 por ciento de la población que emigró, dejando ver al mundo, la huida de un pueblo sin oportunidades, en este otrora rico país petrolero, si no se cambia el rumbo, la tragedia continuará. Un impacto mucho más fuerte que el de la Gran Depresión; diez veces más profundo que el de la más reciente gran recesión de este siglo XXI, que nos perturba tanto, a los venezolanos.
Mucho se ha escrito sobre el coronavirus, y sobre la reacción china al virus donde se originó, expertos afirman que: "el dilema de el gobierno totalitario chino, oculta las cifras reales del ritmo debilita directamente a Xi Jumping, el presidente de China". Y, como lo dice muy sabiamente Marta Peirano: "el régimen que multa por beber entre semana o cruzar fuera del paso de cebra y te encarcela por leer el Corán se olvidó de prohibir los mercados de animales salvajes, a pesar de su penosa experiencia con la gripe A en 1957 y el SARS en 2002".
Las preocupaciones por la parálisis económica bajo este Estado de alarma del 7+7 son ilegítimas. Al mismo tiempo, da la sensación de que el gobierno bolivariano que hace uso de casi plenos poderes totalitarios, desplegando todo su poder coercitivo para que la gente no salga a las calles, a buscar el sustento diario. Amanecerá y veremos.