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Venezuela: ¿militarismo, y politiquería?


“La corrupción política en el gobierno, el pueblo llano para rechazar la decepción perversa del ejercicio de gobierno, emplea el término politiquería, y con él da a entender que el mundo de la política está regido por intereses ilegítimos e innobles (clientelismo, corrupción, nepotismo, abuso de poder etc. En Venezuela se utiliza este término para referirse a las cosas de la política en general, pero no se trata de un venezolanismo, ya que es una palabra incorporada en el DRAE.

En el lenguaje coloquial abundan las frases que ponen de relieve el profundo desprecio de algunos hacia la política en su conjunto: "todos los políticos son iguales", "a mí no me interesa la política", "es mejor no meterse en temas políticos" etc. Este tipo de afirmaciones forman parte de las conversaciones diarias en distintas latitudes del país. Con ellas se trasmite un rechazo evidente hacia la política, pero quienes las utilizan quizás olvidan que no hay ninguna otra alternativa a la política”. Fin de la cita.

La política actual venezolana es un carato insípido de ideologías. Es una maniobra vil por el poder, donde no se respetan las reglas para tomar buenas decisiones en este ambiente politiquero de baja ralea. Política vs politiquería. La política habla de estadistas, y gobernabilidad, mediante un proceso de evolución para acercarse al bienestar humano, mediante el debido proceso, con democracia, valores, y derechos para garantizar una vida feliz a sus ciudadanos, y que no huyan del rico país que hoy luce arruinado, y que los vio nacer.

La politiquería es la aplicación de la maldad pura y dura. Es la mentira en pasta, y el juego de posiciones, donde el bien, y el mal se borran en el relativismo, donde las palabras significan lo que el militar politiquero quiere que signifiquen. Allí los ciudadanos, pierdan la dignidad, cuando se compran, y se venden, y el poder se pone al servicio del mejor postor.

Buena parte del descrédito hoy de la revolución, se debe al mal uso de su ejercicio de gobierno, pareciera ser una actividad poco inteligente, de corto alcance, oportunista, histriónica, y que solo se modifica por el perverso cálculo de la conveniencia, de los militares vendiendo cupos para echar gasolina, y asaltando a conductores, y transportistas en los puntos de atraco militar en las carreteras del país.

Hoy la política venezolana esta degradada, a los más bajos tiempos de la indignación popular, la volatilidad del gobierno, su desgaste, y sus dificultades rondan el 85 %, para seguir dirigiendo este proceso tan complejo, y todo tiene su origen en un hecho fácilmente comprobable: la facilidad de unos militares incompetentes como llegaron al poder, y destruyeron empresas estratégicas, y de alta tecnología “hoy la nomenklatura no sabe qué hacer con ellos”.

Hay más militares manejando empresas, de producciones complejas, y de alto desarrollo, en vez de estar manejando cuartes militares, y vigilando las fronteras: “que gobierno revolucionario, propiamente dicho es este”.
En su concepción clásica la política es la actividad humana relativa a la toma de decisiones que conducirán al accionar de la sociedad. Sin embargo en estos tiempos difíciles de improductividades e hiperinflación, y de límites inéditos para el ejercicio eficaz de gobierno, la política la han convertido en una actividad cada vez más incapaz, y más sobrecargada de ineptitudes que nunca. La corrupción, y la impunidad son dos ingredientes más que provocan la desafección de la sociedad contra la actual clase gobernante.

La Real Academia española define la politiquería como la acción de politiquear, es decir, intervenir en política, tratar la política con mediocridad, y ligereza, en Venezuela, siendo esto sinónimo de intriga, y bajeza. Un politiquero en nuestro medio es el comúnmente conocido en los bajos fondos con el remoquete de “choro” que hace de la política una práctica despreciable, y cargada de deshonestidad para satisfacer sus bajos intereses propios, junto a la nueva banda llamada los “alacranes”.

El cinismo, la hipocresía, y la demagogia son hoy las mayores causas del desgaste de la clase política venezolana, que se conduce junto a una perversa casta de comerciantes árabes, y chinos, legitimadores de capitales, y traficantes del dinero sucio, y que además, se dedican a administrar influencias, poder, y privilegios para unos cuantos mequetrefes enchufados.

Frente al coronavirus, y todos los problemas internos que vive nuestro país, imperativamente estamos obligados a reinventar la política, y la sana función de gobierno. La perversa forma de hacer de la política un negocio sucio para enriquecerse, tiene arrecha profundamente a la ciudadanía venezolana.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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