“No falta dinero, sobran ladrones. Los que lo roban del erario público para privatizarlo en sus bolsillos, dilapidando de paso los servicios públicos y el Estado de Bienestar. Pero también los ladrones que roban los recursos de las zonas del mundo más ricas y sin embargo más deprimidas, para después exigir a sus ciudadanos que suden sangre para pagar deudas odiosas”. Fin de la cita. Nazaret Castro.
Existe una fabula o cuento, como se le quiera interpretar de Italo Calvino que habla de el país donde todos eran ladrones. El escritor en su relato, describe la forma como en la noche cada uno de los habitantes de dicha nación, salía con una ganzúa, y una linterna sorda, para ir a saquear la casa de un vecino. Al regresar, al alba, cargado, encontraba su casa desvalijada. Allí todos vivían en concordia y sin daño. Uno robaba al otro, y éste a otro, y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero. Así transcurría la vida: no existían ricos ni pobres. Sólo existían ladrones.
La fabula muy interesante es conocida como “La oveja negra”. Donde se describe el país donde todos son ladrones. Así desarrollaban su modus vivendi en completa armonía, bajo una amable concordia, y sin daños entre las partes. El gobierno de esa nación era un Estado fallido del crimen transnacional, creado para delinquir en perjuicio de sus pobladores, y éstos solo pensaban en como defraudarlo.
“Pero de repente apareció una especie del Llanero Solitario, o del Vengador Anónimo, no se supo cómo, apareció de repente en ese país un hombre honesto sin maculas. Por la noche, en lugar de salir con el morralito tricolor, y la linterna, se quedaba en su casa fumando, leyendo, y escuchando novelas en la radio.
Llegaban los malandros, veían la luz encendida, el humo del cigarrillo, y la radio sonando, y no subían. Esta modo de vivir duró muy poco tiempo; los malandros le hicieron entender que si él quería vivir, rascándose las bolas, sin hacer ‘trabajitos’, no eran motivos para no dejar hacer a los demás choros sus ‘trabajitos’. Cada noche que este ‘pajuo’ pasaba en su casa en vela era una familia de choros que no comían al día siguiente”, así es, palabras mas, palabras menos el cuento de Italo Calvino.
Esta fabula en pleno siglo XXI, retrata esa macabra realidad, con una, exquisita maestría llena de crueldad, y maldad, la historia, con una realidad semejante a la tragedia del pueblo venezolano. Una Venezuela en el que ha sido, la ultima década de este año 2021, el robo descarado, la corrupción, la legitimación de capitales, los negocios sucios, la proclividad a tumbar al ciudadano de bien.
Todo un sistema basado en el choreo, y la estafa, donde un árabe vendedor de chawarmas, que le mete una porción de carne de mala calidad, dentro del pan, los árabes y chinos aumentando, y redondeando precios, hasta empresas nacionales, y trasnacionales que bajan la calidad, y alteran la caducidad, y el tamaño de sus productos mientras más grande es el proceso de producción delictivo.
Las panaderías que reciclan el pan viejo con moho verde, para hacer rebanadas, y de paso te quitan unos cuantos gramos en cada kilo de charcutería despachados, y el que por el bendito sistema de pago te agregan productos no pedidos, para cobrar más de lo que pides. El taller mecánico que no repara la avería, sino que te cambia las piezas buenas, todo un choreo generalizado. El seguro que te cobra religiosamente la póliza, pero antepone miles de trampas con la letra chiquita, cuando se trata de hacer uso de un siniestro. Hasta los médicos con lo del covid-19 se han metido a tramperos, cuyos diagnósticos iniciales implican unos honorarios carísimos, antes de someter al paciente a un tratamiento de sanación.
Años de gobiernos de los tres niveles que hacen las veces, que gobiernan, y de ciudadanos que buscan como trampear, y como hacer para no pagar sus impuestos, y cumplir con sus obligaciones. Las autoridades en esta Venezuela del caos, dicen administrar, y cargan a cuestas una abultada burocracia parasitaria. El pueblo dedicado en su conjunto enseñados, a vivir de la golilla, la trampa, y algunos del micro narcotráfico, y los mandos militares, y policiales corrompidos, que miran para otro lado, porque con el martillo, en las carreteras, a la base social trabajadora, y con esos ingresos se mantienen a flote.
Venezuela hoy es el país donde todo el mundo quiere trampear al prójimo, desde las más humildes actividades del comercio informal, hasta las grandes empresas que explotan al trabajador, duplican costos, y evaden impuestos, los que no salen a robar de noche, como en la fabula de Italo Calvino, destrozan la armonía, los usos, y las buenas costumbres. Son pocas las excepciones del buen ciudadano. No se ve en el horizonte, ni siquiera una gran voluntad, que pueda cambiar esta lamentable situación. Hasta ahora el leitmotiv es el negoció trampeado, donde participa una oposición corrompida, y falsaria.
Hoy el fatal desenlace de “La oveja negra” no es nada halagüeño: “muy pocos años atrás, después del advenimiento del hombre nuevo, u honesto, en esta destruida nación, no se hablaba de robar o de ser robados, a diestra, y siniestra, sino solo de ricos, clases medias, y pobres; y sin embargo, hoy en la Venezuela del año 2021, todos parecen ser ladrones. Honesto solo fue aquel solemne hombre, y no tardó mucho en morirse de hambre”.
Esta fabula de la “Oveja Negra” de Italo Calvino, la traigo a colación, por los sucesos en esta Venezuela del 1 de octubre del 2021: donde un millón de bolívares soberanos ahora equivalen a un bolívar digital, y que ese día el comercio mayoritariamente cerró para cambiar, y redondear los precios, donde comerciantes, ilegales, inescrupulosos e ilegales, se dedicaron a robar a la disminuida clase trabajadora venezolana. El dólar pasó el 30 de septiembre 2021 de Bs. 3.900.0000, al 1 de octubre 2021, a Bs.5.280.000. hoy su precio es de Bs.5.28 aproximadamente, una vaina loca que nadie entiende.
La hiperinflación en Venezuela disolvió el Bolívar, la moneda nacional, y obligó a las autoridades a eliminar seis ceros a partir de este viernes 1 de octubre de 2021. Es la tercera reconversión monetaria en 22 años de revolución. ¿Cuáles podrían ser los efectos letales en la economía de ahora en adelante?
Los venezolanos se acostaron el jueves como millonarios, con un millón de bolívares soberanos en el bolsillo, y se levantaron, como unos pelas bolas, el viernes con un bolívar digital, en el ruyido bolsillo. El Gobierno Bolivariano decidió remover seis ceros a la moneda nacional, devorada por la hiperinflación que comenzó en 2017.
Venezuela, entra en octubre del 2021, con otra reconversión que solo refleja el desastre revolucionario, y en nada resuelven la crisis que ellos mismo generaron, y no lo quieren reconocer.
¡La única verdad, hoy en la Venezuela del siglo XXI, es que el bolívar desapareció! Los venezolanos, ahora utilizan los ‘odiados’ dólares del imperio gringo, los pesos colombianos, y hasta el oro ilegal traído del Arco Minero para hacer sus transacciones.
Tras más de cuatro años de hiperinflación, un fenómeno que consiste en un rápido, y constante aumento de los precios, el bolívar, como moneda venezolana ha perdido gran parte de su valor: para comprar hoy un dólar se necesitan cinco millones de bolívares.
El billete de mayor denominación en Venezuela es de un millón de bolívares, que en el mejor de los casos alcanza para comprar un pan canilla. Por eso, la contabilidad de muchas empresas se ha hecho imposible con los innumerables ceros que deben incluir en sus libros. Sin embargo, los bolívares en efectivo en Venezuela rara vez se utilizan para las compras diarias.
“Me cago en la hostia, y me limpio con el sudario coño, diría el gallego arrecho”.
Percasita11@yahoo.es
Esta nota ha sido leída aproximadamente 2691 veces.