El madurismo, inseparable de su ideología marginal, fue a la Universidad a secuestrar el conocimiento, a atropellarlo, a apropiarse de él, a la macha. Entró sin pedir permiso, reventó la puerta del Aula Magna, y paseó por los pasillos, se sentó en un pupitre… en poco tiempo pasó por la Universidad, fue un tránsito de algunas horas, quizá minutos, en ese corto tiempo dejó claro el carácter de su gobierno, la calidad de su ideología.
Mostró un profundo odio y desprecio por el conocimiento, por la inteligencia, por el esfuerzo. Esa casa que es territorio de estudio, de esfuerzo por buscar la verdad, fue mancillada. Entraron como delincuentes, sin ni siquiera guardar las apariencias.
Se trata de la ideología que los guía: apropiarse de todo, atropellarlo todo. Fueron allá adentro a buscar prestigio, y encontraron lo contrario. Fueron a someter a la inteligencia a la fuerza de la represión, y sólo consiguieron pasar a la historia como representantes de la barbarie, como los quema libros, los allanadores de Universidades, de los gritos de ¡muera la inteligencia! ¡viva la muerte! en Salamanca, en 1936. Fue un día triste para la Universidad de Bianco, de Perucho Rincón, de Pífano, de Jorge Rodríguez, de Elías Jaua, de Teodoro, de Fredy Muñoz… La gloriosa que luchó contra pérez jiménez y contra la cuarta república, la que sacó de su territorio al embajador gringo moscoso, la otrora referencia de rebeldía y revolución, permaneció callada, no tuvo quién la defendiera, ni un grito de protesta, ni una piedra en la tierra de nadie.
Mal presagio para un gobierno cuando viola a la Universidad, pero aún peor para un país. Es señal de que algo anda muy mal, una nación en manos de la estulticia va al despeñadero. La improvisación, el pragmatismo son padres de las crisis profundas. Con este suceso de la Universidad Central de Venezuela, inédito, ni los peores gobiernos de la cuarta se atrevieron a tanto atropello moral. Con este incidente queda demostrado que con el madurismo no hay la mínima esperanza, no hay nada bueno que esperar.
La violencia moral y material contra la inteligencia, contra la universidad, es un llamado, un toque de clarín para los honestos de la Patria, para los obreros universitarios en primer lugar, para los profesores y estudiantes, para los egresados, un llamado a la lucha frontal contra la barbarie. Es necesario que llamen a una reunión de representantes de las fuerzas de la nación en el Aula Magna, que el recinto de tantas luchas, de tantas visitas ilustres, vuelva a ser corazón de la rebeldía nacional. Que los hijos de la Central, que tantas batallas dieron en la Plaza Venezuela, regresen a la casa que vence las sombras, a revivir la dignidad de aquellos días. Que se hagan actos de desagravio en la Plaza del Rectorado, que la Central devuelva al país la pasión que hizo posible las luchas de la independencia, del 23 de Enero.
Queremos cerrar este texto con las palabras de Unamuno en la Universidad de Salamanca que había sido violada por las fuerzas del franquismo:
“Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España”…
Twitter: @elaradoylemar
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