Las elecciones, para que todo siga igual

Las elecciones burguesas son un recurso de los dominantes, simulan cambios para que todo siga igual, lejos de ser una expresión de la voluntad popular, distantes de ser oportunidad para que todos se pronuncien libremente. Sólo permiten escoger entre los seleccionados, generalmente no consienten la competencia de extraños al sistema. En situación normal, cuando el sistema no peligra, las elecciones son una especie de catarsis, una oportunidad para lanzar piedras inofensivas a los gobernantes, sin nunca tocar al capitalismo.

Las elecciones, tal como las conocemos, en situaciones normales, tienen dos componentes principales: uno, el voto castigo hacia los gobernantes o políticos indeseados. El otro, el voto promesa que viene con la esperanza de mejoras materiales. Los dos son certificaciones al sistema. Mientras la gente asista a esas elecciones el capitalismo es legitimado. Otro cuento es cuando la oposición al sistema acumula fuerza, conciencia fuera de sus reglas, y esa energía va a las elecciones para superarlas, se inicia así un proceso inédito de sustitución pacífica de lo establecido.

Con esas pinceladas de análisis de las elecciones burguesas, podemos adelantar una opinión preliminar sobre la elección que convocan el pranato madurista y la oposición permitida, la de la cuarta, la gringa. No se aparta de las elecciones burguesas típicas, es una contienda entre fracciones afines al sistema, con algunas pequeñas singularidades. Son convocadas como válvula de escape, paliativo a la grave crisis de gobernabilidad del madurismo, a la peor crisis económica y espiritual de la república en toda su historia. Después de la elección, independiente de su resultado, todo seguirá igual, la crisis política, económica, social continuará profundizándose, y reclamando su solución.

A la gente le queda la opción de ignorar el carnaval del madurismo y de la cuarta, no sentirse convocada, esperar, contribuir al surgimiento de una opción revolucionaria, alternativa; o de ir a la falsa contienda y de esa manera certificar al sistema de dominación, a lo sumo conseguir un diputado que será amordazado, aplastado, como hoy sucede en la patética asamblea de Jorge; o conseguir un alcalde o un gobernador aparente de oposición, que no puede pasar de una gestión de ornato. Lo que vote la gente es irrelevante, será una certificación del sistema. La solución a la crisis no está en las elecciones, ni en la lucha economicista. La solución debe, sólo puede, acumular fuerza fuera de los límites de la jaula, enfrentando con decisión al gobierno y a la oposición de la cuarta. Sólo así se podrá acumular conciencia de la necesidad de un cambio verdadero, volver a la Revolución traicionada.

Es necesario entender que el momento es definitorio, y las elecciones obedecen al desespero de un gobierno y una oposición agotados, por mantenerse. En los próximos días ocurrirá el desenlace de la crisis, eso es inevitable, y entonces, sólo los que hoy construyan una opción política, de disputa del poder, que más dependerá de la calidad que de la cantidad, tendrán vigencia.

Los que se diluyeren en las distracciones del madurismo serán arrastrados por la erupción del volcán social.

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Toby Valderrama Antonio Aponte

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