El país vive un verdadero secuestro, una pandilla se apoderó del gobierno y sin ningún freno destruye a la nación, se comporta peor que un ejército de ocupación. "Por donde pasan, no crece la hierba", destruyen lo físico y destruyen lo espiritual. Lo sorprendente es que el desastre, la tierra arrasada, no provoca resistencia; la sociedad se entrega inerme, a lo más que atina es a huir en un éxodo de dimensiones bíblicas como nunca se ha visto en la historia.
La dirigencia política revolucionaria yace extenuada, parece que todo el vigor se fue a la tumba con el Comandante. No se investigó su asesinato, y las pocas voces que pidieron justicia fueron acalladas por la gavilla; luego vinieron persecuciones a las alertas disidentes internas y nadie protestó, al contrario, lanzaron leña a la hoguera que consumía las reputaciones. Destruyeron la economía y destruyeron la ética, desmoralizaron a la masa y sembraron el escepticismo. Hoy todos lo sentimos, somos un país postrado, sin futuro, triste.
La pandilla gobernante hace y deshace sin ningún comedimiento: llama a elecciones y las manipula a su antojo, invita a observadores internacionales y luego les califica de espías, pierde elecciones y las anula, inhabilita candidatos, ataca a los rectores del cne que osen chillar; y esa actitud malandra se extiende a todos los ámbitos nacionales, el que no le cuadre lo llevan al paredón moral, no importa quién sea, no respetan ni a la familia. Ante esto el país permanece petrificado, no hay reacción colectiva, lo más lejos que se llega es a protestas por objetivos menores; así el pranato se mantiene incólume, y el país permanece ajeno, extrañado de su propia tragedia.
Es urgente, vital la construcción de una referencia que indique al país, a sus dolientes, el camino de la resistencia. Bastará una actitud de dignidad, como la de aquella muchacha negra que se negó a ceder el puesto en el autobús de Alabama; o como la del chinito que en la plaza se plantó frente a los tanques chinos; o para ir más cerca, como la de Hugo Trejo que abrió camino al 23 de Enero; como la de Fabricio renunciando al Congreso; como la del "por ahora" de Chávez. Una acción de este tipo es inevitable, el espíritu libertario que viene desde los días de la independencia, cuando el Libertador aún muchacho gritó: "Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca". Ese espíritu aún está en la sangre de este pueblo.
Nadie ni nada puede evitar que se manifieste ese espíritu rebelde, no son suficientes las traiciones, los engaños, son inútiles las amenazas, los miedos, todo será superado por los hombres de las ideas y la acción. La referencia será construida, la masa reconocerá el rumbo claro de su redención. Luego, los patriotas pedirán perdón por no haber actuado antes, por haber tardado tanto, por permitir tanto daño.
Al final de la noche se iluminará el Cuartel de la Montaña con la luz eterna de la dignidad, y volveremos al camino de la fundación del mundo que soñaron los próceres, que soñó Bolívar, que Chávez construía.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!...