Si hacemos un estudio de historia comparada, encontraremos que gobiernos débiles y erráticos, sin estrategia, situaciones de miseria extrema, pérdida de referencia morales, estamento político hipotecado a intereses menores, ausencia de liderazgo, violación del sistema jurídico, irrespeto flagrante de las leyes son caldo de cultivo, territorio propicio, ingredientes forzosos para el surgimiento de regímenes fascistas, de la barbarie.
Sí ahora fijamos la vista en la situación de Venezuela, debemos alarmarnos por el grave peligro que corremos de caer en el fascismo. Cada día el país se caotiza más, el gobierno pierde control de las fronteras y también de ciudades y carreteras; el necesario prestigio moral, la credibilidad del gobierno indispensables para ser respetado se pierde de forma acelerada. La democracia burguesa no funciona, estaba agotada al principio del milenio y ahora reeditada por el madurismo nace añeja, no funciona, con su ineficacia abrirá las compuertas al fascismo. Esta situación de profunda crisis tiene sólo dos salidas:
Una, la instauración de una feroz dictadura fascista que ponga orden, mediante una inhumana represión, en el estallido social previsible, en la descomposición social de un país que lo ha perdido todo, desde la moneda hasta la pasión de pertenencia, una sociedad a la que le han robado el futuro, y el presente es dramático. Segunda posibilidad, la restitución del camino socialista, única manera de mediante la conciencia del deber social, la reconexión amorosa de la masa con su liderazgo, haga posible la reconstrucción moral y material de la nación.
En una situación de profunda crisis como la que vivimos, las posibilidades intermedias, las medias tintas ceden el paso a lo radical. La derecha y la izquierda permitida se ubican, de manera directa o con disimulo, al lado de la salida fascista; los revolucionarios, los humanistas se colocan al lado del Socialismo, saben que es la única manera de resolver la crisis con el menor costo espiritual y material para la sociedad.
Los campos están definidos, las condiciones objetivas están allí a la vista de todos. Sólo nos queda actuar, construir la subjetividad que permita el cambio, o lo hacemos ahora o será demasiado tarde, entonces, lloraremos a la Patria que no supimos defender. Es urgente construir una referencia por el Socialismo y contra la salida fascista; una referencia organizativa y moral que sea capaz de dirigir la lucha por la nueva Sociedad y, simultáneamente, contra el fascismo propiciado, facilitado, por el madurismo.
Es necesario salir del madurismo, eso está claro, es inevitable, está agotado, vive su agonía, ha fracasado. Pero debe ser sustituido por un gobierno que evite la deriva fascista, es decir, un gobierno que retome el camino exitoso que nos planteó el comandante Chávez. La magnitud de la tarea convoca a todos, los civiles y los militares -en época de crisis, la frontera entre el mundo militar y el civil se difumina-, así fue en los días de la Independencia, el 23 de Enero, el 4 de febrero, y lo será ahora cuando la Patria peligra como nunca lo ha hecho.
¡CHÁVEZ, ANTIFASCISTA!