Mi palabra

¡Cuidado con el odio y la imprudencia!

"Dichosa yo, si, al fin del día,

un odio menos llevo en mí,

sí una luz más mis pasos guía,

y sí un error nuevo extinguí"

Gabriela Mistral

 

Este sábado 22 me sirvió de lección para seguir aprendiendo en medio de los grandes obstáculos que, se presentan en la vida y de esta manera poder enfrentar el odio, el cual lo exteriorizan algunas personas, cuando menos se espera, pero la paciencia nos permite saberla torear, como si estuviera en medio del ruedo frente a un bravo toro de lidia – miura– para no salir con alguna herida. Ya que, definitivamente este sentimiento tan perverso no se puede resolver con más odio.

Muy de mañana estaba en Sabaneta de Barinas, donde se llega por una carretera muy amplia, con algunos baches, pero adornada por hermosos sembradíos de yuca y plátanos más un canal de agua, el cual invita a echarse un chapuzón en este mes de un sol abrazador, elevando la temperatura hasta más no poder. Sabaneta, donde nació el comandante Chávez, y el orgullo se le desbordaba apenas le tocaban algo relacionado con su tierra de niño, ahora con otro rostro, a pesar de muchos factores, que, han afectado en parte ese progreso.

Después de bajarme del vehículo para dejar a una señora, saludé a dos familiares muy amables y atentas, una hija y un yerno a quienes por primera vez veía. Una tercera, un hijo, a quien, por supuesto no conocía y casi no mediamos palabras, cuando dejó escapar una pregunta con ínfulas de arrogancia, que, fácilmente dejaba ver por dónde venía ¿Cómo está el chavismo por allá, el madurismo? Casi al momento le respondí de manera muy pausada, para ver su reacción ¡Como en todas partes!

A los pocos minutos, las dos personas que, anteriormente había saludado llegaron a la parte de atrás de la vivienda, donde me encontraba con el señor, con una arepa tostadita y calientica más un aromático cafecito, con el ingrediente más importante: la atención y la amabilidad de agradar al visitante, ya que, todavía no los ha atrapado el odio, a pesar que, tienen mucho tiempo viviendo en una parte muy conflictiva, como son los llanos de Colombia, empezando por Arauca. Pero, el otro recién conocido repitió la pregunta, pero en esta oportunidad soltó la respuesta llena de odio, capaz de prender las hojas de unas matas de plátanos, que, el intenso verano ha secado ¡Esas ratas las sacamos de aquí!

Terminé de comerme la arepa sin dejar de saborear el café, mientras el amigo se desahogaba, como un Leopoldo López, Freddy Guevara o María Corina Machado, para luego darle una breve explicación haciendo énfasis, como el imperialismo a través del poder mediático va creando la desidia, la indiferencia en la mente del ser humano, hasta atrapar a los mismos, que, ayer, ayudaron al comandante a derrotar al bipartidismo. Me despedí, como llegue, tranquilo con la mente centrada en disfrutar el viaje, para luego visitar a un hermano de este, a quien, también tengo poco tiempo conociendo, pero se esmera tanto en disfrutar el rato debajo de unos mangos, con los visitantes junto a su compañera de vida y los hijos, haciendo ver el tiempo muy rápido.

En esta oportunidad, después de haber ido al rio Masparro se desató una conversación con el tema de la influencia de las redes sociales, porque primero falta la comida, que, un celular inteligente. En ese agradable sitio se encontraban dos jóvenes, con las cejas sacadas, cabello pintado sin faltar el zarcillo. Ya que, en ningún rincón del país, porque muy apartado que sea se escapa de lo que, muchos estudiosos de estos medios han dado en llamar la enfermedad embelesadora y los más perjudicados son precisamente los que, se levantan repitiendo y copiando la influencia de la moda gringa: la juventud.

Al regreso de este placentero viaje casi llegando a Guanare, me sonó el celular. Era el señor de Sabaneta, el mismo que soltó muy precipitado un verdadero centellazo, sin conocer mi manera de pensar; pero ahora la voz parecía más amigable ¡Los estamos esperando para almorzar! Me excusé por muchas razones, entre ellas: ya había comido, pero además el sol no estaba para juegos, y a los 72 años, parece que pega más. El corto diálogo me sirvió para entender, que, no todo está perdido, cuando se mantiene la paciencia, la sindéresis y se deja, que, el odio ahogue a los que no tienen otra manera de hablar, y en cada palabra son capaces de producir una tormenta por la imprudencia.

 



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Narciso Torrealba


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