Es tiempo ya, de hablar de lo nuestro, del padre Bolívar, y de su Maestro Robinson, de lo que hablaron, de lo que hicieron, de lo que no pudieron hacer. Llegó la hora de hablar de la Tierra por la que luchó Zamora, y por cuyo reparto a los campesinos, sus legítimos dueños, lo mataron en Santa Inés.
Ya es hora de volver a nuestras costumbres de arraigo, es decir, al cultivo del amor entre los hermanos de aquella Patria grande que soñó Miranda. Esas costumbres conocidas con el nombre de la moral, tienen que volver como la única guía de nuestros sentimientos.
Es el momento justo para seguir las luces de las cuales habla Bolívar, brotadas de la Llama Robinsoniana, luces que nos ayudarán a ver nuestro destino de Patria engrandecida en la integración latinoamericana, luces que nos permitan entender que el capitalismo es la verdadera causa de la pobreza y de la miseria, luces que nos faciliten la comprensión de la moral socialista, es decir, las costumbres socialistas que son totalmente contrarias a las costumbres capitalistas. Luces que nos permitan diferenciar entre el egoísmo capitalista y el altruismo socialista. Luces que nos iluminen para dejar atrás el individualismo capitalista y meternos dentro de las venas, la solidaridad socialista. Luces para rechazar las mentiras de los medios privados que nos impiden ver los valores de nuestra cultura impregnada de Pueblo indo americano. Luces que nos permitan la autoconstrucción de la mujer nueva y del hombre nuevo que haga posible nuestro Socialismo.
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