El periodista Juancho Marcano, regaba con un poco de agua unas maticas de ají que había sembrado con las gotas del último chubasco. "Es difícil tener un hobby como un pequeño conuco en la Tacarigua de Margarita, bien por la sequía o por la escasez del servicio del vital líquido que tarda en llegar más de un mes a la población", se dijo el reportero, sintiendo un pequeño dolor por las hernias que sufre en la columna.
El perro Pipo llegó de su recorrido habitual en el pequeño sembradío y viendo a Juancho en aquella tarea, le dijo: "Antes que lo digas tú, lo voy a decir yo: la sequía es un puñal que se le clava a las plantas en todo el medio del corazón, de ahí el dolor lacerante que les produce y lo reflejan en la tristeza de sus hojas. ¿Qué te parece Juancho?"
El periodista sonrió con la frase de su perro y le respondió: "Así es y así debes hablar con tus semejantes para que te distingas de tus compañeros".
- Ah, otra cosa, Juancho, viendo todo esta falta de agua de la regadera del firmamento, te quería preguntar: ¿Cómo serán los conucos del cielo?
El periodista ante tal interrogante y que en verdad no se esperaba, paró los ojos y observando a su perro, le manifestó: "No tengo idea, Pipo, pero no deben ser como los de la tierra, porque te debes imaginar que si son como los de este pueblo, cuando llegue ahí un agricultor de este lugar, a lo mejor se pone a llorar. ¿No te parece?
- Claro que sí, Juancho; es más, te lo pregunté para ver que tú decías, pero ya que no sabes, yo te digo que me imagino los conucos del cielo, como toda una belleza, repletos de todas las flores y los frutos que hay en el mundo; donde no falta el agua para el riego, ni el sol para calentar las plantas; también deben estar presentes todos los pájaros del orbe disfrutando de los frutales y cantando a coro toda su alegría. En definitiva deben ser el paraíso, donde a lo mejor lleguen los agricultores de este pueblo a cuidar ese conuco y se sientan a gusto, sin pensar en su vida pasada. ¿Qué parece?
- Maravilloso y extraordinario, Pipo, dijo el periodista y como el sol se iba calentando más, no comentó más nada y apuró su labor de riego.