Las repercusiones a nivel global de la pandemia del COVID 19 y de la guerra en Ucrania, han dejado al descubierto las profundas falencias de las que adolece la humanidad para afrontar eventos de esta naturaleza, lo cual resulta gravísimo tanto por los graves problemas que padece actualmente: las masivas migraciones, las guerras, el narcotráfico, etc. como por los que se avizoran en el futuro: el Cambio climático, con sus nefastas consecuencias, la desertización, la escasez de alimentos, de agua potable, entre otros.
Ante la constante apatía, displicencia o incapacidad para abordarlos, por parte de la ONU y de las otras organizaciones creadas a nivel global en las últimas décadas para normar las relaciones entre los pueblos; es imperativo modificarlas o crear nuevas.
Capítulo especial lo marcan las guerras.
Si nos sustentamos en hechos históricos, vemos como las dos últimas grandes guerras han sido generadas por las apetencias de las potencias dominantes por arrebatarse sus colonias entre sí.
Esas amargas y costosas experiencias llevaron a los imperios ganadores, al final de la Segunda Guerra Mundial, a sustituir en sus áreas de influencia, su método tradicional de coloniaje basado en la ocupación política y militar de territorios, por uno cimentado en el control asfixiante de sus economías.
Con la derrota del llamado "campo socialista" en la Guerra Fría, las potencias vencedoras pretendieron expandir ese modelo en todos los países del globo terráqueo, buscando instaurar una nueva "división internacional del trabajo", en la cual ellas mantendrían el control industrial y tecnológico y los países dominados estarían limitados a tener economías basadas en la agricultura, la exportación de materias primas y el turismo, en lo que se llamó el proyecto neoliberal de la globalización, el cual incluía la ocupación militar de los principales yacimientos petroleros del planeta. Para dirigir ese modelo de dominación se constituyó en el llamado "Grupo de los siete".
La imposibilidad de ejercer ese control absoluto sobre la humanidad, permitió un fuerte desarrollo de la economía de varios países, denominados emergentes, con las consecuentes rivalidades y confrontaciones por ejercer el mayor dominio, que han llevado hasta la guerra, como lo vemos en el caso de Ucrania, en la cual hemos visto como los países miembros de la OTAN actúan envalentonados, ya que asumen que el papel de Rusia como proveedor de materias primas y consumidor de sus bienes industriales lo reemplazarán los países del llamado Tercer Mundo, para ellos simples apéndices de sus órdenes, sin personalidad alguna, despreciando así nuestra soberanía, que no existe para ellos.
Lo cierto es que la humanidad no puede seguir transitando ese camino que la llevará, irremediablemente, a su destrucción. Es imperativo crear un nuevo Orden Global, democrático e inclusivo.
La única manera que ese Nuevo Orden Mundial sea efectivo, es que haya naciones que se involucren en esos propósitos, sirviendo de dínamo para lograr construir organismos globales en los cuales participen todos los países, donde sus decisiones sean tomadas en forma democrática y donde no existan ni privilegios de polos de poder ni alianzas militares.
Estamos conscientes que lograr eso no es tarea fácil. Son muchos y muy poderosos los factores políticos y económicos que hoy dominan a los principales organismos internacionales, que se oponen a cualquier cambio que signifique pérdida de sus estatus privilegiados.
La conjunción de la inminente amenaza del cambio climático, con la necesaria integración de nuestra región latinoamericana y caribeña para que, accionando mancomunadamente con el resto de los pueblos del mundo se consiga el establecimiento de un nuevo orden mundial, implica la búsqueda de una solución sistémica en lugar de soluciones atomizadas, dispersas. Ejemplo de la ineficacia de ellas, lo constituyó el reciente encuentro organizado por la ONU en Glasgow para tratar el cambio climático, y en el cual la dirigente juvenil ambientalista Greta Thunberg expresó al finalizar, que el mismo había sido solo " palabras, palabras, palabras."
EL CASO DEL ESEQUIBO
Debemos tener conciencia que el hecho que Venezuela posea las reservas más grandes de petróleo, la convierte en un objetivo de primer orden en la geopolítica mundial.
Factores de poder internacionales están jugando a la carta que una sentencia sobre el territorio Esequibo a dictarse en los primeros meses del próximo año por la Corte Internacional de Justicia, falle en contra de nuestro país, esperando que ello desemboque en confrontaciones armadas de nuestro país con Guyana y sus aliados de la OTAN, que justifique la ocupación de nuestros yacimientos petroleros.
Es por ello que sostenemos que el Gobierno Nacional debe aprovechar las necesidades energéticas de los países de la OTAN para condicionar cualquier decisión sobre explotaciones petroleras en nuestro país, tanto al retiro por parte de Guyana de su demanda ante la CIJ y su regreso al Protocolo de Puerto España, como a la anulación de cualquier compromiso OTAN-Colombia. Debemos aprovechar esta posición ventajosa para imponer condiciones.
No hacerlo, más que un error sería un crimen.
Por lo antes expuesto, es que hemos decidido constituir nuestra Asociación Civil con el fin de sumar nuestros esfuerzos en esas tres direcciones: la lucha por preservar el ambiente, por conseguir un Nuevo Orden Internacional Democrático e Inclusivo y por la Integración de los pueblos Latinoamericanos y Caribeños.
(Editorial de la ONG en formación www.aprosima.com)