No hay nada que no tenga solución en esta existencia, al ser lo que somos, seres desde las experiencias que se acumulan a lo largo y ancho de la existencia, a cada quien, y a cada cual le toca lo suyo, ni le sobra ni le falta. Se puede mostrar por lo que está en las maneras de ser, de cómo somos entre los demás, y las demás personas, almas, espíritus, cualquiera ser la forma en que nos manifestemos; considerando que son cuantas maneras logremos entre humanos, para dar respuesta, y resolver lo que nos atañe, con sus reservas. Siendo, así las cosas, mostramos los reinos donde las cohortes muestran lo que es de suyo, pero no lo que hay. Atengámonos al presente, no olvidar que estamos, y luego que somos, asomándonos ante lo que comienza una vez presentes en la experiencia profunda, cautivadora y maravillosa desde lo absoluto. Es la matriz de todas las cosas de principio a fin, de la nada y el vacío; la quietud y el movimiento, el más allá y el más acá. Y aunque más solos que la una, el uno, desde su mismidad propia del yo, eres tú, créelo la U de la palabra Universo.
Es por ti que está dado todo, lo creas o no lo creas, eres lo que piensas y piensas lo que crees, eso es el ser en la existencia, pues habiendo todo en la viña del señor, el padre, el hijo, el espíritu santo, la madre, la hija y su alma, registro del espíritu, con las reservas en cada caso entre unos y otras. Los más cautos y selectivos, más críticos, despiertos, los que se dan cuenta, sin colgarse de ningún atajo sintáctico, semántico o pragmático, asintiendo con lo mejor de las neuronas, dado que no se puede dejar de creer o si lo prefieren de crear lo que se cree. Y como quien se preguntaba, Eco, el gran pensador en su libro, En quien creen los que no creen, cuestión del tenor y magnitud en lo que se busca resolver en cada cabeza, es decir, en cada mundo, por lo que en ella hay o no hay, aunque repetimos nada sobra y nada falta, pero no recordamos sino lo inmediato. Además, aquello que se ha mentalizado, lo puesto en ella, no obviando que cada cabeza es un mundo, y que todos tales mundos son un universo.
Les parece trivial, una nimiedad, un sin sentido, puras elucubraciones, y qué pretenden, que sea tan sencillo como quien se pregunta que fue primero, el huevo o la gallina; pues cabría la posibilidad de suponer que hayan sido ambos a la vez. Y qué dice l alógica, que falta el tercero excluso, el gallo, ya que, si algo hay, no puede llegar a ser sin su otra polaridad, el tonal. Inmersos en lo inmenso e inconmensurable, perdemos de vista con harta frecuencia y a la ligereza que nos faltarían sentidos, los que tenemos no son suficientes para darnos cuenta, para asumir todo, la realidad, porque no todo acaba ahí. Lo real es otra cosa, podemos pensar, imaginar, sumergirnos desde las ideas en cuanto al pensamiento alcance, otra manera es desde el corazón, desde esa sutil conexión trascendental, una y única posibilidad de disolver, no de resolver, en razón de discursos, entre trívium y cuadrivium, agregándole más sobre lo complejo.
Complicado asunto fuera de toda ilusión, basta conectarse a ese otro lado del mundo, la cara oculta de lo simbólico, del signo, de la curiosa razón de ser de la materia, para darle cause y alcance desde la abstracción, la plena y pura conciencia, partiendo de la fuente y raíz de toda existencia. Desde siempre se ha dicho y sostenido en los oídos atentos, que antes de que el tiempo fuera, algo y nada en el vacío estaban, y fue el logos, y la gran explosión, y lo primordial, la vibración. Y fue y es aquello que será si lo crees y creas. No olvides que estás, y si haces lo que es que debe ser hecho, despierto, permaneciendo aquí y ahora presente, permanente y perenne, hasta el infinito de la eternidad; habrás dado el primer paso significativo para ti mismo.
Sin rechazo ante el asombro y la duda, y hasta puede que ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, así como ha sido en los giros donde somos parte de todo, siendo nosotros y nosotras quienes damos cuerda a que haya tumbos y enderezamos las cargas, mientras todo se mueve y dinamiza alrededor. Siguiendo uno y múltiples senderos, dispersos o dispares, concentrados en buscar y hallar la vía de salida del laberinto, indefectiblemente nos conducirá tarde o temprano, a la última morada en el caldo espeso donde muchas manos ponen su toque en la olla.
No es más que experiencia que cuenta y es cuento de la existencia, apenas una entre tantas manifestaciones de cuanto hemos ido considerando de lo que sea eso que llamamos vida, mucho y más complejo, pues nos lleva hacia donde queremos creer. Pues tú lo crees y tú lo creas para ti mismo, y cada uno una igual.