Los árboles de mangos empiezan a brindarle al paisaje su ramillete de flores. Es un árbol completo: da sombra, flores y frutos. En estos tiempos en Tacarigua y en otras partes de Margarita, observar una mata de mango en plena floración, es todo un espectáculo y también es un delicioso manjar para la abejas.
El periodista Juancho Marcano observaba lelo como las flores cubrían la mata de mango que está cerca de su casa y no se dio cuenta cuando llegó su amigo Evaristo, quien saludó y le dijo; "Ya viene el tiempo de mango".
El reportero se sorprendió y al ver que era su compañero, le respondió: "Sí, afortunadamente y, viéndole siempre el lado bueno, se puede decir que gracias a la sequía vamos a tener una cosecha abundante de esos exquisitos frutos.
"Los viejos decían que cuando había tiempo de mango, eran tiempos de sequía, o sea eran tiempos malos para el agricultor", dijo Evaristo, también observando la mata de mango.
- Es verdad, yo también he escuchado eso por ahí. Sin embargo aquí había un viejo que decía, que él no se explicaba el porqué decían que tiempo de mango, tiempo malo, cuando en realidad eran tiempos buenos, pues uno venía y se jartaba de mangos a falta de maíz y de auyama, dijo el periodista.
Los dos hombres con esta expresión soltaron la risa, y después Evaristo siguió camino para su conuco, con el fin de ver si el chubasco que trajo la onda tropical, había mojado un poco la tierra y si las matas se habían refrescado por las caricias del agua.
Mientras tanto el periodista Juancho Marcano, se acercó a su perro Pipo, que estaba echado debajo de los helechos y parecía que no tenía ninguna gana de ir para el conuco, por tanto no lo forzó, sino que solamente le preguntó: ¿Pipo, a ti te gusta cuando hay tiempo de mango?
- Claro, Juancho, pues al igual que a los humanos a nosotros nos encanta el mango, por ser una fruta exquisita, dijo el perro.
Juancho sonrió con la respuesta de su perro, le acarició la cabeza y entró a la casa, para escribir un artículo que le habían pedido para una revista.
