Las señales son claras, sólo atiende las actividades que le gustan, los compromisos incómodos no los atiende: le gusta hablar tonterías en la radio, atacar a duque, duerme once horas y ve mucha televisión. Su círculo cercano está en pánico, dicen sus allegados que cuando entra en estos periodos de abulia no hay quien lo saque.
Nadie, ningún estudio político, en ningún manual de doctrina se encuentra respuesta a esta situación: el gobierno del lumpen-sindical es inédito, sobre él no existen estudios. La ideología marginal tiene un ingrediente de mucho peso, es la falta de disciplina, les cuesta cumplir horario, es inconstante, cambiante, un día son mecánicos, el otro son panaderos y después buhoneros, y terminan siendo artistas, o políticos. Por supuesto, que esta ideología si llega al gobierno, después que pasa la fanfarria, la novedad, se aburre, quiere irse.
El ejercicio del poder es un privilegio, pero también es un enorme peso, exigente, la vida toda tiene que estar al servicio del poder. Si a esto le sumamos que el poder les cae del cielo, y para empeorar todo, lo primero que hace el madurismo es dinamitar la herencia que les dejó el chavismo: las bases económicas, la estrategia heredada con el Plan de la Patria, la conciencia del deber social, en resumen, quedarse sin chavismo, sólo apoyados en una cáscara de fantasía creada por los medios de comunicación. Entenderemos por qué se les vino el poder encima y los aplasta. No saben que hacer, tienen miedo, quieren irse, carecen de la pasión para gobernar. Tienen la desfachatez de mandar un muñeco inflable a los actos patrios, es la prueba del abandono del mando.
En esta situación se inscriben, las ausencias inexplicables: el viaje por Asia, quince días de desaparición, la deserción de las celebraciones patrias, de la Batalla de Carabobo, del desfile del 5 de julio. El país, sin un vigoroso gobierno central, sin un fuerte Miraflores se va fragmentado en pequeños pranatos locales, en los barrios, en las fronteras, en las carreteras donde impera la ley del bandolero. Los ministerios andan por su lado, la asamblea funciona como una dictadura aparte.
Son vanos los esfuerzos, de los más claros dentro del madurismo, por darle un rumbo al gobierno, apelan a un capitalismo salvaje, diseñan la entrega del petróleo, de las riquezas, y hasta del territorio y sus trabajadores con las zonas especiales, cotos privados de los capitalistas internacionales donde todo se vale. Los sensatos, por un lado, intentan construir capitalismo salvaje y la cúpula errática destruye lo logrado, sólo pueden parir el caos.
El país es un desbarajuste, al madurismo sólo les queda reprimir, buscar espectáculos que distraigan. Los oportunistas, saltan, abandonan el barco, buscan acomodo, arreglan maletas, piden impunidad y perdón, saben que en cualquier momento aquí pasa lo del Cabito Castro, que como canta la copla: "hasta luego, dijo Castro, y nunca más volvió": se fue a Europa por un problema médico y su compadre, gómez, se agarró la silla.
Quién iba a prever que el madurismo implosionaría, se derrumbaría sobre sí mismo, en medio de la desidia de todos. Ahora lo que importa es qué pasará después de la salida, inevitable, del madurismo. En lo inmediato el país se juega su futuro.
¡VOLVER A CHÁVEZ!