Revisemos esa ley y avoquémonos por su justa y equilibrada aplicación

La Ley del Mínimo Esfuerzo

Lunes, 11 de julio de 2022.- La ley del mínimo esfuerzo es definida de diferentes formas y es susceptible a múltiples interpretaciones, haciendo un esfuerzo de simplificación, se trata es de racionalizar el uso de los recursos disponibles para lograr un determinado objetivo, en el área del trabajo, de la labor propiamente dicha, tiene que ver con utilizar el mínimo esfuerzo para el logro del objetivo.

Su contribución al avance económico de la humanidad es innegable, sobretodo en el desarrollo vigoroso del Capitalismo y su vigencia prácticamente a nivel mundial.

Su utilización bizarra en algunos campos del hacer humano, con especial énfasis, en el fomento exagerado de su aplicación, ha fomentado la pereza, la flojera, la vagancia y el culto cuasi invisible al mínimo esfuerzo.

Todo el mundo lo hace luego es normal, cuidado con ese razonar transitivo.

Hay quienes le han puesto un altar personal en el concierto de sus cultos.

Suele presentarse esa adoración desmedida a La Ley del Mínimo Esfuerzo, sobretodo, en la etapa de la adolescencia, cuando a los muchachos pareciera que les da dolor moverse, muchísimos padres y madres pueden dar fe de ello, afortunadamente a la mayoría se les pasa.

Sin embargo, muchos adultos se habitúan a su uso indiscriminado, sin límites y no se dan cuenta del daño que les produce, al minimizar sus esfuerzos, tanto físicos como mentales e intelectuales, al aferrarse irracionalmente al mínimo esfuerzo, se van debilitando.

Por ejemplo, si usted tiene que hacer algunas diligencias y si las condiciones de seguridad lo permiten, pues camine, muévase, haga ejercicios, racionalice el uso del automóvil, del transporte que utiliza, ya sea público o privado, encompínchese con amigos, con amigas y caminen, vayan al gimnasio, al parque, a la playa, de paseo, muévase mientras pueda, hágame caso, le hará bien.

Rompa con el uso exagerado de la ley del mínimo esfuerzo, eso sí, de forma racional y metódica, a su ritmo.

Algunos piensan que el criterio original nació del estudio del trabajo mecánico, de la Física y su lógica aplastante.

Con sus análisis y sus fórmulas que no dejaban la menor duda de su valor, sus usos prácticos y la enorme economía de esfuerzo que representaba.

Luego fue trasferido, con muchas añadiduras, al mundo de la Economía y considerado prácticamente un tótem por muchos, como algo cuasi sagrado sobre lo cual cualquier discusión sobraba, sobretodo para quienes estaban orientados a la maximización de las ganancias, sin tomar en cuenta las posibles consecuencias en diferentes ámbitos.

Muchas de ellas nefastas.

Las cuales ya estamos pagando todos los habitantes de este planeta azulado, estemos donde estemos, unos más que otros y cuya proyección indica que seguiremos pagando y de una forma, por demás severa y aplastante.

A menos que ocurriese un milagro y una crisis general de consciencia iluminara al ser humano, nos llevara a recapacitar sobre los múltiples errores que hemos cometido en el mal manejo de nuestra casa, léase: el planeta tierra, llamado por algunos el planeta azul y reflexionáramos y actuáramos en consecuencia.

La posibilidad cierta de que ese milagro ocurra es muy remota, muy poco probable, por lo que el ser humano, como colectivo, si la dirección que llevamos no se modifica drásticamente, tendrá un éxito absoluto en la ejecución de su propia destrucción.

Todo parece indicar que así será.

La ley del mínimo esfuerzo, su aplicación distorsionada, ha contribuido a la creación de especímenes humanos de visión parcial, holgazanes, egoístas y que en diferentes ambientes han logrado acumular poder y a los cuales debemos mantener bajo estricta vigilancia.

Afortunadamente, hay un poderoso lote seres humanos generosos, bondadosos y conscientes que luchan encarnizadamente por la recuperación del equilibrio.

Esta ley del mínimo esfuerzo no es una causa única, ha actuado en combinación con otros factores que nos han arrinconado a la situación delicada en la que estamos viviendo.

Se trata es de maximizar los resultados con un mínimo esfuerzo, por sobre todas las cosas, y precisamente ahí está su caída, su gran fallo.

Revisemos esa ley y avoquémonos por su justa y equilibrada aplicación.

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Luis Enrique Sánchez P.


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