EL golpe de Estado como la más excelsa expresión de la política

Si entendemos la política como la lucha por el poder, por defenderlo, por pretenderlo, debemos concluir que el Golpe de Estado es la más limpia expresión de la política.

Es una búsqueda directa del preciado poder, y al mismo tiempo es precipitación del desenlace del juego político que estaba estancando, trancando, ahogando la evolución de la confrontación. El solo intento de un golpe indica claramente la caducidad del cuadro político, su inoperancia, la agudización brutal de las contradicciones que ya no puede contenerse, que claman por el rompimiento violento de las reglas del cuadro institucional.

En Venezuela, más allá de los deseos individuales, el estamento político se deteriora de tal manera que empuja hacia una salida violenta. Las elecciones propuestas como una válvula de seguridad no han conseguido aliviar la situación, no emocionan a la masa, las encuestas señalan desaliento, escepticismo.

El estamento político busca con desespero un candidato que consiga emocionar siquiera medianamente. La carnicería de descrédito mutuo promovida por la mediocridad política, unida a la masacre de los valores morales, a la cortedad del discurso, ha aplastado los liderazgos de las derechas, del madurismo y de la oposición gringa que hoy se disputan el poder, que hacen política pequeña. La política de las derechas se ha quedado sin discurso y sin líderes.

El madurismo se agotó, después de cumplir su misión tortuosa de destruir al legado del Comandante Chávez. La derecha gringa, fiel a su mezquindad, no ha podido concretar una opción de oposición. Las dos bandas, preocupadas por sus bolsillos, participan, promueven la subasta de la nación.

La situación es clara, el juego político actual, sus jugadores están agotados, el estamento procura una renovación sin agitar las aguas, pero no consigue encontrar la fórmula, entre tanto, la rueda de la historia sigue girando y el paisaje político debe y tiene que cambiar, ya no se sostiene. No sabemos cómo será ese cambio, lo único seguro es que vendrá, y es muy probable que sea violento. Pagarán caro la deslealtad quienes quisieron convertir el rumbo al Socialismo en la momia de la cuarta república, pagarán caro los que ensayaron una dictadura sin más proyecto que "impedir que nos tumben". Todos, el país pagará las consecuencias de esa traición. Ahora estamos en las puertas de un fascismo, o quizá ya entramos y no nos damos cuenta, sólo falta cambiar algunas caras.

La sociedad está en dolores de parto, y la estulticia de los políticos capitalistas se está gestando un monstruo. No se entiende el momento histórico que vivimos, nos distraemos, nos distraen con pequeñeces, o con el invento de enemigos de conveniencia, cuando la situación se agrava, el madurismo desempolva el "peligro colombiano" (¿cuánto tardarán en inventar otro enemigo). Nos negamos a ver lo grave de la situación.

Hoy se trata de salvar a la nación, el país se desgaja por dentro, ya surgen zonas con pranatos propios, existen carreteras en verdadero estado de beligerancia, con zonas enteras en manos distintas al desgobierno de Miraflores, las zonas especiales oficializan el desgajamiento. El país camina sin rumbo, comiéndonos unos a los otros, con un Estado y un presidente de pantalla, ausente de la vida, sólo presente en los medios que nadie ve, con planes de fantasía. Somos un país sin moneda, sin salario, sin oposición, sin memoria, abandonado por sus hijos, perdiendo territorio, un país sin futuro. El resultado de la ecuación es claro…

¡VOLVER A CHÁVEZ, SALVAR AL PAÍS!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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