Carla Angola, el TSJ, el Fiscal, la justicia y su contrario

Hablar del tema es como caminar sobre carbones ardiendo, peligroso. No hay ley que ampare o, por lo menos, simule amparar. Vivimos en un pantano donde todo se hunde, no hay más ley que la del desespero, unos por permanecer, otros por sobrevivir, en ese chapoteo se pierde el país.

A carla angola, periodista, que, de más está decirlo, no es de nuestro aprecio, le dicta el fiscal orden de captura por unas declaraciones sobre el intento de magnicidio. En los mismos días, el tsj interviene las elecciones de una facultad de la Universidad Central de Venezuela. Las decisiones pasan desapercibidas, total es carla angola, una periodista de derecha, y se trata de una agresión más a la violada Universidad. No obstante, estas medidas merecen atención.

La Justicia Venezolana sufre una enfermedad: ha perdido su alma. Dicen los entendidos en leyes que "el sistema judicial de un país debe ser imparcial, la justicia debe ser ciega". Y sabemos que la justicia capitalista no lo es, pero se cuida mucho de aparentarlo, es en las apariencias de imparcialidad que reside su fuerza.

Otrora, y por conveniencia se condenó a un presidente, aquel que caminaba. A los rebeldes del sesenta, a Fabricio, se les hacían juicios que simulaban justicia. A Fidel lo dejaron hablar en un tribunal, luego del Asalto al Moncada, todo para aparentar justicia ciega.

Hoy en Venezuela la diosa de la justicia, Themis, ha perdido la venda y hasta el vestido. Está desnuda y en el medio de la calle. Obedece con descaro a las órdenes de la cúpula, no tiene el mínimo reparo en mantener las apariencias. Vergüenza para las facultades de derecho, que no se pronuncian; vergüenza para tanto jurisconsulto, que calla.

Ese deterioro manifiesto del sistema de justicia en Venezuela, que hasta ahora se revela sumiso a Miraflores, tiene su contrapartida: Se levanta como un poder por sobre todos los poderes, por sobre toda la vida nacional. Puede, de un plumazo, de la noche a la mañana, condenar a un periodista, confiscar el edificio de El Nacional, poner preso a un maltratador de un perrito, a una guacamaya, puede darle status de diplomático a un mercachifle, puede acusar de corrupto a quien les convenga, y pare Ud. de contar. Por ahora, quizá, ni ellos mismos conocen su fuerza, pero un día se despertarán y dirán "podemos hacer lo que nos dé la gana". Y ese día comenzará a peligrar la cúpula: "si tenemos tanta fuerza, por qué seguir órdenes, por qué no pasar a darlas". Las contradicciones dentro de los gobernantes, que son evidentes y se agudizan, buscan su solución de las maneras más insólitas.

Y el engendro creado por los incautos se volverá contra ellos. Y presenciaremos como la crisis de gobernabilidad que el país, indudablemente, padece, se decidirá de una forma sorpresiva. En ese momento, el demonio ya zafado del control del ejecutivo, ya fuera de la botella, dictará sentencia en contra de los antiguos jefes. La crisis tomará otro rumbo, los enchufados correrán buscando otros puestos de salvación, las embajadas tendrán trabajo extra. Y los jerarcas sabrán que toda gloria es pasajera.

¡CHÁVEZ, JUSTICIA!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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