El presidente putin amenaza con las armas nucleares, el mundo sensato se espanta frente a esa barbaridad. Venezuela, destinada a ser un polo de equilibrio en este mundo unánime capitalista, se mantiene, por la política errática del madurismo, a la cola de Rusia; participa, por omisión y por complicidad, en la locura de la guerra atómica que condena a la humanidad a la extinción.
Al apartarse del camino del Comandante Chávez, del Socialismo, Venezuela dejó de ser una esperanza. La lucha contra el capitalismo no es un capricho, ni un desvarío político, se trata de la vida o la muerte de la humanidad. El camino del capitalismo, sea por el impacto ambiental o por una guerra atómica, es la extinción de la vida planetaria.
El impacto ambiental es lento, de difícil apreciación en el tiempo de una vida humana; al contrario, una guerra nuclear se percibe claramente en la locura de los gobernantes, que almacenan las bombas como si fuesen silos de alimento, festejan la creación de cohetes supersónicos, se orgullecen de sus armamentos. Los medios para la destrucción de la vida planetaria en cosa de horas existen, están allí, a merced de la locura y la de un putin cualquiera, de un Nerón moderno.
En el mundo hace falta un polo que se oponga a esta locura de lado y lado, y la Venezuela de Chávez estaba destinada a construirlo. No obstante, la visión mezquina del maduriSSmo truncó la posibilidad, sólo atinaron a un gobiernito mediocre, común, que no emociona ni a los enchufados, desacreditado en el mundo, con unos gobernantes confinados al país, que sumisos encajan en la geopolítica, a la cola del imperio ruso, y con oponerse a los gringos se sienten antiimperialistas.
La derrota del Chavismo fue una derrota de la humanidad. Ahora es necesario reconstruir la opción chavista, alterna al capitalismo mundial, que señale el camino, que demuestre que es posible un modo de vida diferente, un sistema que no amenace a la vida, al contrario, la proteja. Esa meta estratégica, ese objetivo de construir un mundo viable, determina el presente y hace posible un gobierno que traiga la felicidad a su pueblo. El futuro que se busca determina el presente.
Sólo un futuro gobierno chavista puede desarrollar una verdadera política de paz mundial. Construyendo una organización nacional fraterna, "con todos por el bien de todos", con una relación armónica entre los humanos y de estos con la naturaleza, que señale claramente al mundo la posibilidad de superar al capitalismo. Con una posición geopolítica de paz, independiente de los monstruos nucleares, condenándolos, dándole esperanzas a los pueblos, hoy desamparados en las manos de la locura.
Se trata de tener visión larga, de futuro, no perderse en la inmediatez de objetivos tácticos que alimentan la estrategia suicida del capitalismo. La tarea no es para los gobernantes mediocres que se contentan con permanecer en el gobierno, no es para los miopes que no ven más allá de sus narices y luchan por el pan para hoy y extinción para el mañana. Hay que pensar qué planeta le dejaremos a nuestros hijos, a los hijos de nuestros hijos, y ya… después no habrá vida.
¡CHÁVEZ, MUNDO POSIBLE!