La noche más oscura presiente al amanecer, la penumbra no es infinita, siempre es vencida por la aurora. La madrugada libera. Lo que es verdad para la poesía, lo es también para la política.
En las épocas más oscuras de la sociedad, cuando se creía todo perdido, siempre, con el canto del gallo que anuncia la luz, tiemblan los injustos y renace la esperanza de los oprimidos. En 1810, el gallo anunció la independencia inevitable; el 23 de Enero, el canto anunció el fin de la opresión; el 4 de febrero, el canto del gallo trajo la esperanza que se concretó con Chávez.
Ahora vivimos una de las etapas más difíciles de la historia, la Patria se disuelve en manos de la canalla. Los buitres revolotean nuestro cielo, disputándose en reuniones secretas, los apetecibles trozos de la nación. Todo se negocia tras la apariencia, el país se cambia por espejitos que encandilan a unos gobernantes absurdos. La riqueza material desplazó a la riqueza moral, no hay freno a la infamia. El mundo se asombra por la velocidad en que es destruido un país. Todo puede pasar.
No hay dudas, vivimos en las tinieblas, la gente se evade, yéndose hacia otros rumbos, cruzando mares procelosos en barquitos de papel, atravesando selvas imposibles, en manos de coyotes, todo por huir de las sombras que martirizan a esta tierra otrora próspera y radiante. La gente huye hacia sus territorios interiores, se enclaustra en su piel, no se relaciona con su entorno, espectros que deambulan en la rutina inútil.
La sociedad espera el canto del gallo que le devuelva la ilusión de vivir, las razones sagradas para luchar, el sentido de la existencia, una causa común que relacione al humano con sus semejantes, que lo sane de la fragmentación, del aislamiento que lo mutila.
El canto del gallo no necesita mucha explicación, y no acepta falsificación, es un canto que se identifica con el corazón, y el corazón no se engaña. No es oportunista, no está con la costra dominante, ni con el gobierno ni con su comparsa de la oposición aceptada. Al contrario, corre el riesgo de oponerse, frontalmente, a los dominantes, no sólo al gobierno sino también al sistema que los arropa.
El canto del gallo viene imbuido de una teoría clara que debe impregnar a la masa, se identifica con un líder y esta tríada es la base indispensable para el éxito, la victoria de la Revolución necesaria. Cada una, aislada, es inútil.
La teoría es difícil de entender por la masa, para eso debe deslastrarse de la inmediatez, del economicismo, adquirir visión larga, de futuro y responsabilidad universal. El canto del gallo al principio se oye lejos, no obstante, el sol sigue su curso e, inexorable, aparece.
El Gallo ya cantó, los oligarcas y traidores tiemblan, esa es la señal, se acerca la madrugada…