Las sociedades hablan de formas sorprendentes, sólo son entendidas por los gobernantes cuando ya es tarde. Famosa la anécdota del Rey de Francia escribiendo en su diario su aburrimiento, decía: Nada reseñable… Era el mismo día de la toma de la Bastilla.
Hoy, en Venezuela, la sociedad está hablando. Mientras, los gobernantes se engañan extasiados en una realidad que ellos mismos fabrican con sus medios de comunicación, de creación de espejismos. Los millones del éxodo, el desespero que empuja a la gente a atravesar selvas imposibles, a correr peligros y desaires en ignotas tierras, es un grito de la sociedad. Los historiadores, en el futuro, se asombrarán ante la inercia de la costra dominante, gobierno y oposición gringa, que no percibieron las señales claras.
La sociedad despojada de su dirección política corre desconcertada hacia soluciones desesperadas, bárbaras. El éxodo es una condena silenciosa, ya vendrán explosiones. El malestar de esta sociedad es grave, profundo, perdió la esperanza, la noción de futuro, la credibilidad en alguien o en algo.
La tierra arrasada espiritual y material fue completa. Los niveles de pobreza asombran al mundo, y también sorprende la saña de los maduristas contra la sociedad, un verdadero genocidio espiritual, acabaron con la educación desde los maestros hasta las universidades, persiguieron a la dirigencia y a la inteligencia. La política se transformó en un torneo de chismes, los programas de opinión en la televisión oficial recuerdan a chepa candela, la difamación se desbocó. La economía acompaña al genocidio espiritual, la crisis económica es comparable con las consecuencias de una guerra de gran magnitud.
El madurismo intentó resucitar a la cuarta república, para paliar el desastre que ellos perpetraron: el psuv madurista sería la nueva ad, copei estaría reservado a la oposición gringa, entre ellos resucitaría el pacto de punto fijo, ahora se llamaría el pacto de México, el capitalismo sustituiría al intento socialista. El fracaso es rotundo, la mezquindad no le permite al madurismo construir nada, carecen de capacidad estratégica, sólo ven el día, para ellos mañana no existe.
Ahora, arrinconada, la costra política pretende paliar la situación con remedios viejos, apelan a las elecciones socialdemócratas, pero igual a las postrimerías de la cuarta ya la crisis reclama terapias más agresivas. En el horizonte, y más allá de la voluntad, se asoma la violencia, no sabemos la forma que adoptará, lo que sí se sabe es que en una sociedad arrinconada, desesperada, la salida tiende a ser violenta.
El Chavismo auténtico, el originario, comienza a aparecer, a despertar del impacto inmenso de la muerte del Comandante Chávez, a zafarse del engaño madurista. La candidatura Presidencial del Ministro Ramírez es señal clara de recuperación de la vocación de poder del Chavismo, del espíritu de lucha, de sacrificio de este pueblo siempre presente en las horas más aciagas, en la mejor tradición de Fabricio, Argimiro, Chávez. Vale recordar las palabras de Fabricio Ojeda en la carta de renuncia al Congreso para ir a la lucha por su pueblo.
"Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano, "cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavisimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda"
El Chavismo no se rinde, al contrario, se deslastra del engaño madurista, sale a la calle a saldar cuentas con la traición, a decirle a la gente, a la humanidad, a este país que el Socialismo no ha muerto, que no todo está perdido. En Venezuela surge una esperanza, hay líderes dispuestos a enfrentar al madurismo en el terreno que sea necesario y a costa de lo que sea necesario.
¡CHAVISMO CON CHÁVEZ!