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Venezuela: ¿La revolución como problema?

Hace casi 53 años, exactamente en 1969, apareció uno de los libros más polémicos de la política venezolana. Se trataba de:" Checoslovaquia, el socialismo como problema", escrito por Teodoro Petkoff.

El libro de Petkoff, causó una resonancia tan fuerte que el líder soviético Leonid Brezhnev citó a Petkoff en su discurso en el 24° Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de ese mismo 1971, como uno de los grandes enemigos del comunismo a nivel mundial. El escritor y político pasó a cobrar resonancia internacional. Todo esto viene a colación porque a más de cincuenta años de estos sucesos Venezuela vive muchos de los peores problemas del socialismo real; y está muy lejos de carecer de vigencia. Es una situación que demuestra que el socialismo como problema no se liquidó con la caída del Muro de Berlín, y el triunfo de Occidente en la Guerra Fría. Este no es un asunto reservado meramente para historiadores. El problema sigue vigente y puede afectar, como sucede en Venezuela, a millones de personas. Las polémicas que se han tejido en torno al triunfo de Gustavo Petro, y Lula Da Silva, en Colombia y Brasil, conectan de forma directa con el meollo de este asunto: ¿Toda revolución ha de conducir «necesariamente» a un desastre humanitario como el venezolano, o es posible que haya otra más exitosa?

Las evidencias parecen decir abrumadoramente que sí es posible. aunque ninguno como Venezuela con el boom petrolero de hace 15 años, y que en algunos casos terminaron en medio de escándalos, Hoy con Nicolás Maduro, existirá la posibilidad de respetar las reglas de la democracia, la empresa privada, y la disciplina fiscal con políticas de inclusión social, será posible para la izquierda moderna del siglo XXI. En este sentido, se diferenciarían de aquello que en su libro las dos izquierdas, Petkoff denominó como la «izquierda borbónica». Es decir, aquella que, como se decía en el siglo XIX de los Borbones, «ni aprende ni olvida». No estamos en condiciones de decir qué tan «borbónicos» puedan ser Petro y Lula, aunque sí que de querer serlo no contarían con el viento a favor que tuvo Hugo Chávez: ese enorme poder que el estado en Venezuela, tiene sobre el control de la única fuente de ingresos del país: la industria petrolera. Lo que si van a contar Petro y Lula, son de contrapesos sociales reales: "como lo son un empresariado, y unos partidos de oposición potentes, ni tendrán una estrecha alianza con los militares. Chávez no es reproducible sin esas condiciones específicas de Venezuela, sobre todo sin la riqueza petrolera que una vez produjo el llamado «excepcionalísmo venezolano» (el país próspero, libre y feliz de la década de 1970

A más de dos décadas de esta «revolución bolivariana», Venezuela, sin ser exactamente una economía de corte soviético, ya dibuja una especie de síntesis de las calamidades de los socialismos reales. La lista, naturalmente, debe arrancar con el alto precio de los productos de primera necesidad, y de las medicinas, en manos de mafias de comerciantes árabes, y chinos, legitimadores de capitales, un hecho aberrante que fueron el signo distintivo de los países del bloque soviético, pero que incluye otros aspectos distintivos, y particularmente patéticos: la gigantesca brecha entre los que tienen acceso a las divisas, y los que solo ganan en la moneda nacional el bolívar digital, la dolarización de facto para comprar cualquier bien más o menos importante (una casa, un automóvil, pero poco a poco también operaciones médicas, pasajes aéreos, tratamientos estéticos), un floreciente mercado negro, y la llamada «inflación socialista» similar a la vivida por Yugoslavia en la década de 1960, por Rumania en la década de 1980 o por Corea del Norte entre 2002 y 2009. Todo esto se combina con apagones, y la deficiencia en el transporte público, y con el deterioro sistemático de las infraestructuras, hasta crear ciudades ruinosas y oscuras como La Habana o muchas capitales de la extinta Europa del Este, que rememoran los peores períodos del viejo socialismo real. Esto, por supuesto, se completa con la enorme emigración del país de 7.000.000 de personas. Fin de la cita.

Ya finalizando el año 2022 de este siglo XXI, no se ve responsabilidad, coherencia, y voluntad, para ponerle fin a las zonas de sacrificio del pueblo venezolano. En un día como hoy, quiero rendir un homenaje a quienes resisten, a costa de sus vidas por la recuperación de sus industrias, para sanar la economía a quienes perdieron sus empleos, y su calidad de vida, y sufren lo indecible por esta hiperinflación, y especulación, a los que debieron dejar la patria. Quiero simbolizar a esos patriotas en la figura del Libertador, tan querido y respetado, por todos los venezolanos.

La ruptura de la calidad de vida del pueblo venezolano, que durante todo el siglo XX, había permitido reformas graduales a favor del bienestar ciudadano. Además, impuso un modelo de retroceso en el desarrollo, que descapitalizó, y aumentó el burocratismo del Estado. Des industrializó el país, optando por la explotación, y destrucción de los recursos naturales-Arco Minero- y la venta de sus activos como chatarra. Estableció una política laboral que desprotege a los trabajadores, prácticamente se eliminó los sindicatos, y minimizó sus derechos.

En Venezuela se frustró el proyecto basado en fuertes ideales, y valores republicanos, democráticos, y socialistas, que pretendía construir un país más justo, más solidario, más libertario. Buscando siempre que ese desarrollo estuviese al servicio de las necesidades materiales, y espirituales de todas, y todos. Sin exclusión y donde el humanismo, "de todos los signos", se convirtiera en una práctica real de convivencia ciudadana.

El proyecto político de Hugo Chávez, en sus inicios tuvo importantes logros en salud, educación, en vivienda, en la distribución del ingreso, en la recuperación para los venezolanos de sus riquezas minerales en manos extranjeras, y en el ejercicio pleno de su soberanía.

Pero también la revolución bolivariana sufre de sus propias divisiones internas entre rupturistas y gradualistas. Tuvo que soportar las imposiciones de los gobiernos de Cuba, Rusia, China, e Irán, y la sedición de la derecha corrupta de fedecámaras. Además del maximalismo de la ultra izquierda, y del propio PSUV que postula una revolución ornitorrinco.

El término de la convivencia democrática en Venezuela ha marcado, y orientado nuestro accionar como socialistas democráticos. Muchos hemos aprendido de esta tragedia nacional una lección moral y política. Aprendimos que el socialismo sin democracia no es socialismo, e inspirados en el Presidente Hugo Chávez, y en su práctica política, hasta ahora no hemos podido lograr amplios acuerdos para recuperar, y profundizar nuestra convivencia como país.

Su muerte como hombre consecuente, en un trágico escenario de extraños diagnósticos médicos, golpeó la conciencia nacional, y confundió al mundo. Su último mensaje, repetido a través de los medios de comunicación, es una pieza de interpretación su contenido, y elocuencia de un hombre batallador.

Ciudadanos de mi patria, tengo fe en Venezuela, y su destino. ¿Superarán otros hombres este momento gris, y amargo en que la traición pretende imponerse? Sigan muchos con la fe en alto, y sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirá las grandes alamedas por donde pase nuevamente el ciudadano libre para construir una sociedad mejor.

La imagen de Hugo Chávez trascendió las fronteras patrias, para convertirse en una figura universal, reconocida por tirios, y troyanos. Su estatura moral, y su sentido de la historia fueron muy superiores a quienes lo atacaron, y adversaron, a pesar de los errores cometidos. Así lo reconocen en el mundo entero, a través de todos los análisis políticos: ¿Si hubiera seguido en el poder, Venezuela, estuviera sus industrias destruidas?

Como dijo un poeta: "el drama que ocurre en Venezuela, para mal de sus ciudadanos, pero pasará a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los

venezolanos de este tiempo, y que no se quedará en nuestras vidas para siempre".

Hoy compartimos los mismos sueños que movieron a un pueblo, que generaron el anhelo de Hugo Chávez por construir un país más solidario, un país que alcanzara la solidaridad, y en la que todas, y todos pudiésemos disponer de una vida digna y justa.

Aquí estamos como en el siglo XX, buscando los mejores caminos para hacer de Venezuela nuevamente una patria solidaria, y generosa, una nación justa, y digna, tal como siempre lo deseó Simón Bolívar.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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