Ayer vi a Félix, con su sueño en la mano

En esta nueva oportunidad, Félix decidió esperar a su papá sentado bajo la mata de olivo. Esta sería para él, la gran oportunidad de tener su guante. Era el tercer intento y decidió esperarlo allí. Su papá había salido temprano a Porlamar a cerrar una compra que le habían ofrecido por un guante usado.

Siendo las once de la mañana, Félix calculó que su papá estaba por llegar con su guante. Pendiente por su llegada; Félix decide esperarlo, pero convencido estaba, que al ver bajar a su papá del carro, su mirada se fijaría en lo que seguramente traería en la mano. Al imaginárselo con una bolsita, Felix sintió que su corazoncito se le apuró un tanto.

En las dos oportunidades anteriores, Carlos había negociado un guante usado, pero en ambas ocasiones, no pudo porque no los ahorros no le alcanzaron para pagarlo. En esta, era seguro. Su papá y mamá habían reunido 70 dólares y él creía que está cantidad era suficiente para tener su guante viejo pero nuevo para él.

II

Ese día, cuando Felix vio a su papá llegar sin bolsa en las mano, no pudo evitar que las lágrimas le bajaran y se retiró. Felix sueña con ser pelotero y juega para el equipo infantil de El Maco. Pichando lo hace bien. Tira duro.

Se apartó de su papá y mamá y se sentó en una piedra muy cerca de la casa de Lingo. A pesar de su edad, Felix entendía las limitaciones. El apartarse de su papá no era acto de inconformidad o rebeldía. Se retiró con la idea de volver a comenzar remendar nuevamente su esperanza de tener un guante, que ya estaba toda maltrecha y para que su papá, no se sintiera peor que él. Félix, al verlo llegar, supo que la tristeza también le había embargado el alma.

En la piedra sentado, Félix comenzó a remendar su esperanza y darle nuevamente forma a su sueño de una guante viejo en buenas condiciones. Sintió, que la ilusión por tener un guante le volvía.

II

La noche de este jueves, cuando ya habían transcurridos unos 15 días de ese último intento, Carlos estuvo sumando mentalmente lo que podía ver en la cajita. Contó mentalmente y creyó que en la cajita ya habían 90 dólares. Fue hasta ella y ahora los contó de verdad. Los tuvo en las manos y salió del cuarto y le dijo a Evelyn: mañana voy a Porlamar a ver qué puedo hacer con estos 90 dólares. Félix que parecía dormir, desde el cuarto, dijo yo también voy.

En la mañana salieron para Porlamar y comenzó un nuevo peregrinar. Fueron a varías tiendas deportivas y todos lo que veían, no era el guante de Félix. La angustia comenzaba sentirla y pensaba que ya no tendría su sueño de un guante viejo. La esperanza estaba a punto de rompérsele otra vez. Llegaron a una tienda y Félix vio un guante y se dijo muy en silencio: este es. Este, si es el mío. Mientras el papá veía, Félix estaba como clavado en el piso viendo su guante y pudo ver que el precio era de 100 dólares.

Faltan 10. No sé movía del sitio. Su papá regresó junto a él y le dijo, vamos no nos alcanza.

Félix vio a su papá y dijo este es.

No hijo, faltan 10 dólares

Este es. Mientras iba diciendo con su manera de hablar, sacó de uno de sus bolsillos un paquetico de billetes y dijo, aquí están en bolívares los 10 dólares. Carlos los sacó de la tienda y le preguntó. Y ese dinero?

Me gané algo jugando a los animalitos para eso y fui juntando lo de la merienda. Puedes preguntarle al señor que vende animalitos.

Carlos tomó el paquetico de billetes y regresó a la tienda. Ya pagado el guante y Félix con su viejo pero gran gusnte, no paraba de llorar.

III

Este sábado, ví a Félix con su sueño en la mano y tirando la pelota duro para el Home en el estadio de El Maco.



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Amaranta Rojas


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