Ocho mil millones

Según un informe de la ONU para el mes de noviembre del año en curso, sobre nuestro errabundo y hermoso globo azul deambulan unos ocho mil millones de personas (8 seguido de nueve ceros), una cifra que se lee en unos segundos, pero muy poco tienen una idea aproximada de esta cantidad. Para darle una imagen entendible suponga ocho mil países, cada uno de estos habitados por un millón de gente, como se entiende esta cantidad sobrepasa nuestra imaginación.

Si recurrimos a la estadística e investigamos sobre ciertos datos, tenemos que en el año 1920 (hace un siglo) la población mundial era de 2.100 millones de personas, cifra que no sorprende, pero lo que si asombra es que en un siglo la tasa de crecimiento en cien años fue de un 400 %. Si extrapolamos un poco tendremos que en el año 3000 la población mundial será de 32.000.000.000 habitantes, algo preocupante, porque de seguro en la tierra no se producirán alimentos para sustentar tanta gente.

Quizás para algunos el hecho de que en la Tierra merodeen ocho mil millones de personas es un logro de la medicina y la tecnología dado que tal crecimiento es el resultado de la erradicación de enfermedades y de otros males que acaban con la vida de millones de personas. Pero no cabe duda, la miseria y la pobreza de los pueblos aumentó en la misma proporción o quizás más, que el crecimiento poblacional.

Veamos una estadística tomada de fuentes de la ONU. Esta investigó que el 85 % de la población mundial vive con menos de 30 $ USA diarios, además uno de cada 10 personas vive en extrema pobreza devengando menos de 1,9 $ USA diarios. No creo que esta cifra sea algo para que los líderes mundiales se regocijen de los modelos de gobiernos, estos vienen aplicando un sistema político para que los ricos se hagan más ricos a costa de la pobreza de miles de millones de desheredados.

Pero lo más cumbre de lo anterior es que a pesar de que los pobres son una gran mayoría, los países generan 2.100 toneladas de basura, causada mayoritariamente por el plástico, que llenarían 800.000 piscinas olímpicas. Sin embargo, se debe hacer la aclaratoria que EEUU produce 3 veces más desechos sólidos que la media global. Se estima que cada persona produce 1,42 kg de basura urbana al día, además se cree que 1.400 millones que viven en las metrópolis dentro de 10 años producirán 680 millones de toneladas de basura. Vale esta aclaratoria para el lector se le alumbre la pensadora y se imagine en que se convertiría a la Tierra en la medida que la población aumente en forma desproporcionada. Simplemente en un vertedero de basura generada por los países más desarrollados y necesitarán, tal como ahora, de los países del tercer mundo para enviar sus desechos sólidos.

Es importante señalar que no soy un genio porque me planteo una interrogante ¿Cuáles alimentos van ingerir las nuevas generaciones, dado que sin comida no hay vida? Uno de los problemas más graves actualmente es la desnutrición infantil. Se conoce según la estadística de la Organización Mundial de la Salud y la División de Población de las Naciones Unidas y otras instituciones, que actualmente mueren por desnutrición 8.500 niños al día y se conjeturó que en el 2017 murieron 6,3 millones de niños por causas en su mayoría previsibles. No creo que los dirigentes de los países desarrollados se sientan muy ufanos por estas estadísticas. ¿Existirá un genio político que esté inventando un modelo para resolver el problema de cómo alimentar ocho mil millones de seres humanos?

Si la población aumenta en la manera desproporcionada como lo ha venido haciendo, no cabe duda que hay que suminístrale alimentos, no puede haber vida si la gente no ingiere la comida necesaria. Aquí surge otro problema, los países desarrollados, los llamados del primer mundo entendieron el progreso, es decir sus beneficios económicos, sobre la base de la destrucción de los recursos renovables y los no renovables. Quizás por esto la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, se preocupa y reveló en un informe que la Tierra en 30 años ha perdido al menos 420 millones de hectáreas de bosques debido al cambio de usos de los suelos, para el desarrollo agrícola, o en algunos casos para la explotación forestal. Se tiene una estimación que ya para el 2020 la superficie forestal disminuyó del 35,8 % al 30 %.

Evidentemente la pérdida de la biodiversidad debida a la destrucción del habita silvestre, la sobreexplotación de las especies y la contaminación conlleva a que el sistema alimentario sea insostenible por lo que se hace necesario un cambio en las pautas de consumo para preservar el sustento bilógico de la humanidad. Sin embargo, en el empeño de los hombres de negocio de destruir la naturaleza aquello se hace imposible. Se ha divulgado por medio de las organizaciones especializadas que las poblaciones de animales se desplomaron en 58 % entre 1970 y 2012 y todo apunta que esta pérdida alcanzó el 67 % en el 2020. Es lamentable que la mitad de los animales de la Tierra hayan desaparecido.

Si el mal llamado progreso de los capitalistas continúa no creo que en el 2050 lleguen vivas y sanas muchas personas, todo apunta que hay numerosos empresarios empeñados en hacer invivible nuestro planeta. Tal aseveración tiene que ver con la contaminación atmosférica, como consecuencia de la presencia en el aire de materias que implica riesgo, daño o molestia para las personas y otros seres vivos, además que pueden acarrear peligrosas enfermedades. La contaminación del aire es un problema de tipo ambiental agravado con el paso de los años y tiene múltiples causas producto de la vida industrial de todo el planeta, la quema de basura y las erupciones volcánicas. Todo lo anterior son los causantes de un fenómeno caracterizado por la inclusión de muchos tipos de gases dentro de la capa atmosférica, esto contribuye a la retención del calor emanado en todo el planeta. Por consiguiente, la temperatura de la Tierra va manteniéndose más cálida de lo que sería sin este efecto, rebotando sobre la superficie terrestre y quedando atrapada por largo tiempo. Esto es lo que se conoce como el efecto invernadero o calentamiento global. Evidentemente, son los países más industrializados los causantes, en su mayoría, de este fenómeno.

Como se lee el mal concebido progreso industrial es el culpable de la destrucción de los bosques, la aniquilación de la flora y la fauna, de la contaminación atmosférica y para completar este afán de destruir el planeta se deben agregar el envenenamiento de las aguas de los mares, los ríos, los lagos, las lagunas y los embalses. Elemento este imprescindible, no solo para la supervivencia de los seres vivos que habitan el planeta, sino también para el desarrollo socioeconómico, la producción de energía o la adaptación al cambio climático. Se han detectado en las aguas referidas, según estudios especializados, agentes contaminantes de todo tipo tales como bacterias, virus, fertilizantes, pesticidas, fosfatos, plásticos, nitratos, fármacos, hasta sustancias radiactivas, convirtiendo el apreciado liquido en una sustancia inservible. Es decir, un agua que no se puede beber, ni destinar en actividades indispensables como la agricultura, es decir un agua tóxica responsable de más de 500.000 muertes anuales.

Es sorprendente lo que han hecho los seres humanos, sobre todo los científicos, los políticos, los industriales, los banqueros, lo militares, entre tantos indiferentes por los problemas de la Tierra. Celebramos los ocho mil millones de habitantes, pero solo creo que los únicos que podrían alegrarse es el 1 % de la población que se beneficia de las riquezas del globo, que por culpa de ellos se están agotando los recursos para no dejarle ni siquiera a sus herederos un planeta que los acoja. A pesar de toda la destrucción referida en los párrafos anteriores los indiferentes al problema planetario se dedican a fabricar armas de destrucción masiva capaces de aniquilar, en cuestión de segundos, miles de seres humanos, así mismo, en ese empeño de contar muertos se dedican a inventar armas bilógicas y químicas para acabar con poblaciones enteras sin destruir la infraestructura del país atacado. El verdadero festín de la muerte, en su empeño de evitar que los de los ocho mil millones tengan un planeta donde vivir.

Creo que no hay nada que celebrar, el modelo político que ha predominado en el planeta, el capitalismo, es un sistema destructivo, nocivo y discriminador, el cual permite que solo el 1 % se beneficie de los bienes terrenales y que el mundo mire impasible que 8.500 niños mueren de hambre todos los días. No soy optimista, según la taza de fallecimientos quizás muy pocos de los herederos de los ocho mil millones llegarán al año 3.000. Muchos morirán de hambre, otros pocos fallecerán intoxicados con el aire tóxico, unos cuantos, envenenados por el agua contaminada, otros perecerán con una enfermedad epidémica producto de un virus de laboratorio inventado por una de las potencias, e incontables personas desaparecerán de súbito en una explosión nuclear en la prueba del prototipo de un misil de última generación. Son numerosos investigadores e intelectuales que se preocupan por la superpoblación del planeta, pero voy a citar unas palabras del escritor estadounidense Dan Brown, quien refirió: "Lo que digo es que el camino actual conduce a la destrucción. El crecimiento de la población es una progresión exponencial en un espacio finito y recursos limitados. El fin llegará en forma abrupta". Lee que algo queda.

 



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Enoc Sánchez


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