El mundo asombrado se pregunta, ¿cómo fue que un país rico y hermoso, Venezuela, pudo sumergirse en este desastre? La respuesta a esta interrogante es de importancia vital, de allí surgirá la solución a la calamidad social.
Venezuela fue una economía petrolera, del Petróleo provenía la riqueza nacional, y ese tesoro que yace en el subsuelo era convertido en bienestar social por PDVSA, la roja rojita. Administrado por el Estado, con criterio común, el petróleo estaba destinado a ser la riqueza sobre la cual se fundaría la nueva sociedad. PDVSA, mantenía una producción estable de 3 millones de barriles diarios. Era una empresa motivada, apasionada, reconocedora de su importancia para el camino de la construcción de un mundo donde todos viviéramos como hermanos, según el mandato "de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad".
Esa espiritualidad de la empresa se debía al liderazgo del Comandante Chávez, a su propuesta de un mundo alterno al capitalismo, que daba a los trabajadores razones sagradas por las cuales luchar, por el Socialismo, la mayor reivindicación de los trabajadores y de la sociedad. Y esa espiritualidad transmitida por el Comandante Chávez era recogida por Rafael Ramírez, Presidente de PDVSA, y bañaba al resto de la directiva de la empresa, a la dirigencia obrera, a los trabajadores. Es así, aquella empresa que todos conocimos era fuerte en la producción y fuerte también en el alma, en la espiritualidad de sus miembros, en los que nacía la conciencia del deber social, de pertenencia y responsabilidad por una sociedad, por la humanidad.
Y sobrevino el morbo madurista y arrasó con la petrolera en lo material, y con especial empeño en lo espiritual. Su Presidente fue acusado de lo que se les ocurrió, persiguieron a los gerentes y obreros. Destruyeron la política petrolera del Comandante, su espiritualidad. Debían destruirla para cumplir dos objetivos, privatizarla, y que dejara de ser soporte de la construcción del Socialismo, transformarla en base del capitalismo, subastarla, privatizarla.
Ahora pertenecer a pdvsa no es un orgullo sino una mancha. Y por supuesto, en ese ambiente mediocre, en ese campo de iniquidades, la producción se vino al suelo: el espíritu, el orgullo de pertenencia a la empresa motor de la economía y espiritualidad del país se esfumó. Y el país cayó en el abismo que hoy vivimos.
La conclusión es clara y directa, para recuperar al país se debe recuperar a la empresa petrolera, a PDVSA, evitar su privatización, que subasten el petróleo a precio de gallina agotada. Y para recuperarla hay que buscar a los hombres que reúnan en sí a la experticia material y a la espiritualidad requerida. Y aquí hay que decirlo, nos encontramos con una feliz circunstancia, pudieron asesinar a Chávez, pero no pudieron asesinar a Ramírez, la otra pieza clave, junto a la pasión de Chávez, en el funcionamiento de PDVSA. Aún intentan, en vano, su fusilamiento moral, pero está protegido, unido al recuerdo profundo de Chávez. Un paso importante en la recuperación del país, de su fortaleza económica, es llamar a Ramírez a la más alta conducción del país, que es llamar a lo mejor del chavismo. Desde allí se abrirá la oportunidad para iniciar la sanación espiritual y material de la nación. A cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad será la guía y la meta de la fundación del nuevo mundo.
Y aquí están las dos medidas para el rescate de la Patria: salir del madurismo fracasado, y volver a los hombres y al pensamiento de Chávez…