El gobierno madurista está derrotado, sólo le quedan los efectismos, las distracciones, como esa de hablar de elecciones dentro de dos años, cual golosinas para los ingenuos políticos infantiles de la oposición oficial.
Está derrotado porque carece de estrategia, no puede cumplir su papel de operador político de las burguesías (las nuevas y las tradicionales) y abandonó el proyecto de Chávez. Su naturaleza lumpen, inmediatista, no le permite otra conducta. Es experto en maniobras, zancadillas, mentiras, pero como recordaba Ali Rodríguez: "cuando un barco no sabe a dónde se dirige ningún viento le es favorable". Es así, este gobierno a la deriva, ya agotado, espera que otros resuelvan el vacío político, se limita a repetir sus cantaletas; imita a un gobierno, no gobierna.
El gobierno agotado y la oposición oficial castrada sólo atinan a repetir la superficie de lo que vivieron, lo que conocen, el país rentista que ya se había agotado con la cuarta república. El esquema de repartir las migajas de la renta y apropiarse de la parte del león construye una sociedad insaciable: unos despojados siempre insatisfechos luchando por más participación, sin percibir lo erróneo del sistema; y unos apropiadores, cada vez más ajenos al país. Esa contradicción explotó a la cuarta.
Chávez propuso el Socialismo como solución, y hacia allá caminamos. Usar la renta para fundar una nueva sociedad, donde el trabajo de cada uno cubra las necesidades de todos, una sociedad de respeto, de armonía con la naturaleza y entre los humanos. Ese fue el reto, difícil, es cierto, pero inevitable, de ser ejemplo para el planeta, de una nueva manera de vivir alterna a la extinción propuesta por el capitalismo.
Frustrado el intento, los sucesores asesinaron la esperanza, enrumbaron con torpeza hacia el capitalismo, y retrocedieron dos siglos, volvieron al esquema ya agotado de repartir la renta, y con estulticia mayor destruyeron a la gallina de los huevos de la renta. De esta manera, el esquema, que ya era malo, se hizo peor.
Ahora, sin piso espiritual que perdieron al traicionar a Chávez, y sin piso político, deambulan por el limbo y sienten en sus espaldas el vértigo de una masa que exige su gota de una renta ausente. Entonces, desesperados, no se les ocurre otra cosa que "vender las joyas de la abuela", subastar al país para conseguir una renta transitoria que les permita paliar los pedidos de una masa carente.
La burguesía nacional aprovecha las grietas y propone entregar el país a los privados, al capitalismo internacional, y se prepara para alcanzar su meta: apropiarse del petróleo y las demás riquezas nacionales; acomodarse, ellos, a costa de la miseria de las mayorías.
Ese es el dilema de Venezuela, se debe construir un país nuevo, una sociedad que funcione con otro esquema que le permita ser dueña de su destino. Ese es el reto del Chavismo auténtico, seguir el camino de Chávez, encontrar esa nueva sociedad. Si se fracasa en el intento, lamentablemente, este será un país fallido.
Lo que hoy se decide en Venezuela no es la simple sustitución de un mal gobierno, ni algo que en unas primarias se resuelva, lo que hoy se decide es el futuro, la existencia misma de la Patria.