Del desastre del 2015 a la constituyente del 2017

Luego de perder el control de la AN (Dic. 2015), por la terca insistencia madurista de "hacer la revolución" trabajando con la barracuda capitalista (superar el rentismo, no con trabajo productivo y creador sino con la "liberalización" de la economía, alimentando a especuladores y oportunistas), lo que llamó maduro "pasar a la ofensiva" nada tuvo que ver con más socialismo, sino con hacer trampas, organizar una secuencia de triquiñuelas para anular de forma definitiva la acción de la AN opositora, y tratar de legalizar (y legitimar como si fuera socialismo) sus proyectos neoliberales de forma segura, que, hasta hoy, son contrarios a los principios que fundamentan a nuestra Constitución. Para esto último se convocó y se eligió una Asamblea Constituyente, que además de sustituir a la otra y concentrar todo los poderes del Estado, suspendido éste en un limbo legal, resultaba útil para intentar cambiar la Constitución blindada de Chávez y legalizar el "nuevo modelo económico (importador-exportador)" de Maduro. Porque sin una base constitucional, el madurismo no ofrecía (ni ofrece todavía) ninguna garantía jurídica para los inversionistas foráneos y nacionales. Quizás se pensó en cambiar la Constitución, pero calculado el costo político de esa clara traición, se conformaron con sancionar "leyes constituyentes", un truco jurídico sacado de la manga por el mago Herman Escarrá, tratando con él de arrebatarle a la Constitución su autoridad de "Madre de todas las leyes", pero sin tocarla.

La desesperación y terquedad del gobierno de Maduro para gobernar su propio capitalismo comenzó en el 2016 con el control madurista de todos los poderes públicos, empezando por el TSJ. Luego una sentencia del mismo Tribunal se usa para declarar en desacato a la recién elegida AN, con lo cual se anularon todos sus poderes (por negarse a revocar la elección cuestionada de los diputados del estado Amazonas), y desde entonces todo el peso del Estado recayó en el TSJ. Mediante TSJ y el CNE controlado por el gobierno, se elimina la amenaza del referéndum revocatorio propuesto por la oposición. Pero como "el poder reside en el pueblo" y no en un grupito de leguleyos, según nuestra constitución, en el año 2017 se ven obligados a llamar a una constituyente, trucada, convocada por Maduro, en contra de lo dispuesto en la Constitución, escoltada de sentencias o consultas de apoyo del TSJ y el CNE (controlados ambos por maduro y su gente). Después vendría la acción protagónica del diputado –que llamó "gallina" a Chávez – Herman Escarrá, haciendo de asesor jurídico del gobierno de Maduro en el tema constitucional, y creador de las "leyes constituyentes". En dos años se articuló ese tosco y grosero plan para prolongar un gobierno renegado, reformista, capitalista, por encima de la voluntad de todo un pueblo, y en particular del chavismo que no quiso votar por traidores.

Verdaderamente fue un acto desesperado, osado e innecesario si no se hubiera renunciado al plan socialista de Chávez, a la revolución socialista. Desde el 2015, pasando por la elección de la constituyente inservible del 2017, hasta hoy, la abstención electoral ha sido tan elevada y el sistema electoral tan manipulable que ninguna de esos resultados electorales legítima, por lo menos, al gobierno de maduro, ni legitimaba en aquel momento su constituyente, aun siendo declaradas válidas, legales, por el CNE. Todo lo que vivimos hoy se hubiera evitado asumiendo la revolución socialista como la guía espiritual, legal, política y económica de nuestras vidas y de nuestras acciones políticas y sociales. Estaríamos peleando como un solo pueblo, no humillados por un grupito de aspirantes a tiranos y por un imperio arrogante, que resumen la lógica del capital de un país, otra vez, colonizado.

El modelo madurista se destapó hace rato. Es el viejo modelo, "importador exportador" capitalista colonial: se abandona el plan de soberanía alimentaria, soberanía petrolera, las empresas socialistas y se comienza a restituir lo social a lo privado, a los empresarios parásitos que continúan viviendo de la renta petrolera, sin producir ni un grano de arroz partido por la mitad; importando para luego exportar. El precio del dólar depende de la oferta y la demanda y para controlarlo se vuelven a vaciar las reservas del BCV. Pero nadie produce divisas, los capitalistas se chupan todas las reservas de dólares que produce el petróleo. En compensación del desastre de las medidas neoliberales se hace ley lo que una vez fueron soluciones provisionales, medidas temporales para una emergencia nacional, a saber: las cajas de los clap y los bonos; es decir, un Estado "asistencialista", reformista tipo adeco, acabó venciendo definitivamente a la revolución socialista de Chávez. Todo lo demás han sido excusas y metidas de pata, falta de gobierno, falta de una estrategia (política, moral y material) fundamental; corrupción, malversación, indiferencia.

Si queremos Patria debemos retomar la lucha por nuestra independencia del capitalismo y los capitalistas, porque el imperio es CAPITALISMO. Hoy, tener Patria es vivir en igualdad de condiciones, materiales y espirituales, de respeto por el individuo y por la vida que le da el sustento; luchar y vencer luchando, esa es nuestra íntima consigna.

¡VOLVAMOS A Chávez!, ¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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