El madurato, en estos diez años, ha desplegado una forma de gobierno inédita en la historia, se trata del gobierno de la ideología marginal. Ya habrá tiempo para el estudio de este fenómeno por los historiadores. Venezuela, en estas manos, tiene hoy el raro mérito de ser un laboratorio social y político del ejercicio del gobierno por la ideología del lumpen, de los marginales. En este texto, tocaremos algunos puntos de este ejercicio hasta ahora desconocido.
Resaltan los daños que hace el madurato a la sociedad en todos los campos de la vida, nada escapa al morbo del madurato, del lumpen marginal. Aquí, nos limitaremos a estudiar un aspecto que resume y explica en gran medida la devastación. Es el tratamiento del madurato al imperio de la ley. La violación de todo principio jurídico, el irrespeto a la institucionalidad jurídica, y la fabricación de leyes de acuerdo a sus mezquinas conveniencias. Tal es la magnitud del desmontaje del aparataje jurídico nacional, que podemos hablar de un verdadero "leycidio", un asesinato masivo de la ley.
Los principios jurídicos fueron vapuleados, por ejemplo, la presunción de inocencia, el derecho a la defensa, el debido proceso; el célebre "pacta sunt servanda" significa "lo pactado obliga", de allí que el respeto a la Constitución, el gran pacto social, sería obligatorio; este principio aquí se sustituye por "el cumplimiento de lo pactado depende de los intereses del pranato, la palabra, lo firmado, no vale nada". Todos los días presenciamos la violación de estos principios. El madurato fábrica leyes como fabricar churros en la plaza. Leyes absurdas como aquella del secreto, o la ley del odio. Eso sin hablar de la aplicación de estos esperpentos, que se hace a discreción de miraflores. Decretan en el palacio quién es corrupto, le ponen una braga y le confiscan sus pertenencias, las reparten como maduro crea, y los tribunales al margen.
El daño que produce este atropello a las leyes se expresa en todos los campos, que quedaron a la voluntad y los intereses de la costra dirigente. En el económico, no hay seguridad para nadie, ni trabajadores, ni para empresarios. A los trabajadores se les dice con descaro que la ley no se aplica, la constitución no se aplica. A los empresarios se les extorsiona con la ley de extinción de dominio, es suficiente la difusa acusación de terrorista para quitarle su propiedad. En el campo político la situación es grotesca, si algún político destaca en la lucha contra la traición del madurato, inmediatamente es acusado de corrupto, inhabilitado, imputado por traición a la Patria; destacarse es un delito, ir contra el gobierno es un crimen. Menos para los que tengan respaldo de los gringos, a esos se les toca en última instancia. Sin dudas, el mayor daño es en la moral social, a la sociedad permea la ética que impera en el gobierno. Nos hemos convertido en una sociedad de matraqueros, es común la matraca como norma de relación social, aquí todos tienen su "impuesto particular", desde el empresario, que lo hace, ahora, con descaro, hasta el peluquero, el panadero, el mecánico, todos, cobran su "impuesto particular", ni se diga de los cuerpos de seguridad.
Ahora impera la desconfianza, el recelo, en la relación entre los humanos. El humano no se refleja en sus semejantes, es un solitario, un náufrago en un océano de gente desconfiada. Nos convertimos en una nosociedad, una amalgama de egoísmos sin metas colectivas. No hay apego por lo colectivo, no hay voluntad social.
Es urgente desalojar al madurato del poder para restaurar la conciencia de pertenencia a lo social, que es el cemento básico para la existencia de una sociedad. Es necesario dotar a la gente de razones sagradas por las cuales luchar, que trasciendan al egoísmo. Sólo así, unidos por objetivos altruistas, armónicos con nuestra condición de especie social se podrán emprender las tareas que hacen posible la existencia de la Patria, de la humanidad. De lo contrario, la Patria se seguirá desangrando en un éxodo absurdo, y en una guerra interna de todos contra todos.
¡CHÁVEZ, SOCIEDAD, SOCIALISMO!