El país, luego de la derrota del ensayo socialista del Comandante Chávez, entró en una fase de estabilización capitalista que reclama ciertas condiciones: revertir la propiedad social de los medios de producción; disminuir la conciencia de pertenencia a la sociedad, esto es, fragmentación social, estímulo al egoísmo. El madurismo funcionó muy bien con estos requerimientos, en esta etapa de destrucción. Pero hay más condiciones.
Una, tranquilidad social. Que los desposeídos perciban al sistema como algo natural, quizá mejorable pero insustituible, con el mínimo de protestas y, por supuesto, cero cuestionamientos a la existencia del capitalismo. Requiere también estabilidad jurídica, que las leyes dictadas por ellos se cumplan, respeto a las reglas del juego; independencia de los poderes públicos que garantice autocontrol del sistema. Ya aquí el madurismo comienza a fallar, no puede garantizar ninguno de estos requisitos.
Pero, faltan dos imperativos, quizás los más importantes. El primero, debe garantizarse la alternabilidad en el Ejecutivo, una condición para que la masa tenga una válvula de escape al descontento, exista una simulación de cambio para que todos siga igual. Esto es fatal para el madurismo, en el momento que abandone el poder se desinfla, su mayor fuerza es el clientelismo, el oportunismo; no tiene más contenido.
El otro imperativo, debe dejarse enterrado en el pasado, condenado al olvido al Comandante Chávez, al Chavismo, a su pensamiento, a su legado. Esto sería la estocada final al madurismo, que se alimenta de falsificar al Chavismo.
Podemos concluir que el madurismo nació condenado, las razones de su fuerza son las razones de su destrucción. Es una lección histórica, la ideología lumpen marginal en ejercicio del poder, irremediablemente, fracasa. Es incapaz de servir al capitalismo, y no puede construir el Socialismo, esto ya lo demostró. El éxito en cualquiera de estas dos tareas es su propia destrucción, no tiene cabida en ninguno de los dos sistemas.
Más allá de la anécdota, de la engañosa superficie, el madurismo llegó a su fin, su destitución es cuestión de breve tiempo. La incógnita, ahora, es quién lo destituye y cómo será esa sustitución. La oposición gringa está dispersa, esa desunión es, en sí misma, la señal de los últimos días del madurismo, la oposición se comporta como zamuros disputándose una carroña. A esa oposición le falta mucho para constituirse en una opción de poder. No aparece en el horizonte una candidatura capitalista fuera de la esfera política tradicional. Al capitalismo le queda la opción militar.
Este escenario, con un gobierno agotado, una oposición gringa dispersa, herida de egoísmo, y parafraseando al clásico, lo recorre un fantasma, es el fantasma del Chavismo. El Chavismo no es un accidente, al contrario, es parte de un movimiento histórico, con raíces en el Cristianismo, en lo mejor de las luchas de los desposeídos de la tierra, un río de voluntad revolucionaria que viene desde la creación de nuestra nacionalidad y recorre toda nuestra historia, en lucha perpetua por construir una sociedad mejor. Siempre existe la posibilidad que despierten los pueblos, eso lo sabe el capitalismo, y está atento para pisotear esa voluntad.
¡CHÁVEZ, ESPERANZA HUMANA!