Pasan los días y el país sigue su curso de disolución. La resistencia al desastre es mínima, las fuerzas de opinión se distraen en trivialidades, en tanto, frente a sus narices la sociedad pierde sus cimientos. No hay ley, los presos pasan años sin juicio, las boletas de excarcelación no se cumplen, altos jerarcas del gobierno desaparecen y nadie da noticias, no se sabe si viven o mueren, y no pasa nada, es la normalidad de esta anormalidad. No hay sueldo, no hay gasolina. La matraca es una forma de subsistencia, los cuerpos de vigilancia se han convertido en agentes de recaudación de arbitrarios impuestos, el país paralizado parece carecer de futuro.
Y así pasan los días, la gente ya no protesta, o lo hace con cartoncitos frente a las instituciones indiferentes. La protesta es irse al hostil exterior, aquí no hay vía para "descargar la arrechera", no hay un foco de esperanza. Es un país exhausto.
Los dolientes de la Patria tienen la tarea principal, por sobre todo lo demás, de devolver la esperanza a la gente, darles razones sagradas por las cuales luchar, sentido a la existencia. De lo contrario, el país continuará disolviéndose en la mansedumbre de sus hijos. Es necesario un foco de resistencia con consignas, metas apasionadas. Las medias tintas, la gimnasia electoral, no son para estos tiempos. Vivimos la gravedad de la extinción, y en estas condiciones es necesario lo asombroso.
No son tiempos para las pócimas de la cuarta, de elecciones circenses, de payasos, y villanos de novelas, de triunfos de papelillo. Ahora el país requiere de acciones viriles, de pronunciamientos frontales, de rupturas definitivas.
El país no puede seguir en este jueguito, de diálogos para pendejos, de imputaciones a fantasmas, de realidades virtuales, fusilamientos morales en los medios y redes, de mentiras tras mentiras. Es necesario que aparezca la realidad real, y que se diga sin ambages. Que se le indique a la población los pasos primeros del gran camino de la redención. Hay que decirle que es imprescindible salir de este gobierno, y que de este gobierno no se saldrá cumpliendo las reglas que él mismo dicta, verdaderas trampas cazabobos, que estallan en la cara de los participantes. Allí están los tribunales para darle un barniz de legalidad a las tropelías del pranato, allí está la fiscalía a su servicio.
Es necesario presionar duro, obligarlo, renunciarlo. Esta es una buena razón para salir a la calle, es combustible inagotable de las protestas.
Y se le debe mostrar a la gente una dirección política, resteada, dispuesta a ir hasta los límites para conseguir estos objetivos, para volver al camino que se extravió cuando mil veces asesinaron al Comandante Chávez. Una dirección que enderece los entuertos. La gente para esta dirección existe, está allí, el mismo pranato con sus ataques los identifica, recordemos que no se lanzan piedra sino al árbol que da frutos. Allí bajo la hojarasca, de la basura del aparato de deformación del gobierno, están los hombres que se necesitan. Es hora de que despierten, se organicen y salgan al terreno. No es momento para individualidades, es necesario la organización, la agrupación de los mejores hijos de Chávez.
Si dejamos al país en el vacío de hoy, si continúa la parsimonia, el país será fácil presa del primero que pase, mañana ya no habrá Patria.
¡CHÁVEZ, PATRIA!