Confesión de Donald Trump y la maldad del oposicionismo nazista

La Confesión, es un término que proviene del latín «confessio» y significa: declaración, que uno hace de lo que sabe, espontáneamente o preguntado por otro como declaración a ese otro u otra, con un determinado propósito. En la cultura occidental cristiana, la confesión y la penitencia, comunes al catolicismo, consisten en un relato de los pecados por parte del fiel a su sacerdote para que éste le absuelva y le oriente espiritualmente hacia el perdón de Dios. «Los sacramentos, son el centro de la fe cristiana por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida», afirmaba el Papa Francisco durante una Audiencia General en 2014. Para que la confesión cumpla su objetivo: el perdón de Dios; la confesión debe ser sincera. San Alberto Magno, en su comentario a las epístolas del Pseudo Dionisio, decía: «la verdad, es la medicina para el alma». Rudolf Höss, conocido como «el animal de Auschwitz», fue quien dirigió dicho campo de exterminio durante tres años y medio. Amplió las instalaciones originales, en cumplimiento de las órdenes emanadas del Fürer que debía cumplir: «El Führer, ha decretado la "Solución Final" para el problema judío. Nosotros, las SS, tenemos que ejecutar sus planes». Höss, se esmeró en hacer de Auschwitz, un campo modelo. En el verano de 1941, Höss se reunió con Himmler en Berlín, quien le informó de las órdenes del Führer. Formado en un hogar católico; sus padres, llegaron incluso a creer que su hijo se convertiría en sacerdote. Durante las obras de remodelación, se instalaron cámaras de gas disfrazadas de duchas, a través de las cuales se podía envenenar personas con el mortífero gas Zyklon-B. Al campo, llegaban –diariamente- trenes cargados con dos mil prisioneros. Para mantener una tasa de asesinatos más «eficiente», se construyeron hornos crematorios para hacer desaparecer los cadáveres. Con la derrota de la Alemania nazi; Höss, fue detenido. En 1945, admitió ser el comandante del campo de exterminio de Auschwitz, y confesó a sus captores: «Yo mandé en Auschwitz hasta el 1° de diciembre de 1943, y calculo que al menos 2.500.000 de personas fueron asesinadas y desechadas allí por gases y quemaduras; al menos, medio millón más murieron de hambre y enfermedades, lo que hace un total de 3.000.000 de muertos. Los niños muy pequeños, incapaces de trabajar, fueron asesinados por principio». Nazi convencido, demostró total obediencia a las órdenes del Führer. Declaró en los juicios de Núremberg, luego ante el Tribunal Nacional Supremo de Polonia en 1947. Confesó: «El Führer ha decretado la "Solución Final" para el problema judío. Nosotros, las SS, tenemos que ejecutar esos planes. Es un trabajo duro…». En los interrogatorios, respondía con total tranquilidad: «En cada granja, se podía gasear, a la vez, entre 1.800 y 2.000 personas». Ante la pregunta: «¿Qué piensa usted de […] haber enviado a la muerte al increíble número de dos millones y medio de hombres, mujeres y niños». Respondía, sin rubor: «Pensaba que hacía lo correcto. Obedecía órdenes. […] Yo era solo el director del programa de exterminio de Auschwitz». Sentenciado a la horca, el 2 de abril de 1947, nunca evidenció algún síntoma de arrepentimiento por sus crímenes. Al contrario, se enorgullecía de haber cumplido la orden del Führer.

Esa actitud de prepotencia del exterminador de Auschwitz, es la misma que apreciamos en el discurso-confesión del pasado 11 de junio 2023 por boca del ex presidente Donald Trump, ante un público de extremistas nazis del Partido Republicano, en el Estado de Carolina del Norte, a quienes dijo: «Al irme, Venezuela estaba lista para colapsar, nos habríamos hecho de ella. ¡Hubiéramos tomado todo su petróleo! Hubiera sido justo al lado. Pero, ahora compramos petróleo a Venezuela. Estamos haciendo a un dictador muy rico. ¿Puedes creerlo? ¡Nadie puede creerlo!». El Padre Libertador, Simón Bolívar, el 05 de agosto de 1829, escribió en Guayaquil, una carta dirigida al coronel Patricio Campbell, considerada como profética, al plasmar la genialidad del hombre de los tiempos adelantados, que visualizaba la gran amenaza que significa para los pueblos del sur, el imperio que nacía en los EEUU y es, cuando lanza su proclama profética: «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad». ¡Cuánta maldad, es capaz de desplegar dicha potencia imperial, solo por satisfacer su apetito de consumir petróleo! Poco importa –a los imperialistas del norte- la vida humana. Total, si en Irak -los EEUU- fueron capaces de exterminar 2 millones y medio de seres humanos a bombazos para posesionarse de su petróleo; en Venezuela, la situación no sería para nada distinta, como lo reflejan las investigaciones del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, sus siglas en inglés). Un grupo de expertos, en política económica con sede en Washington, D.C., quienes estimaron en más de 40 mil las muertes, como consecuencia directa e indirecta de las medidas coercitivas unilaterales –mal llamadas sanciones- ejecutadas por Washington.

«Las sanciones, agudizaron la crisis económica de Venezuela e hicieron casi imposible estabilizar la economía, lo que contribuyó, aún más, a un mayor número de muertes. Todos estos impactos, perjudicaron de manera desproporcionada a los venezolanos más pobres y más vulnerables», concluye el informe. Dichas aseveraciones, formuladas por dicho Centro de Investigación estadounidense, se han visto corroboradas por otras investigaciones -in situ- realizadas por Relatores Independientes del Sistema de Naciones Unidas en Derechos Humanos, como Alfred De Zayas y Alena Douhan. El primero, pudo visitar Venezuela en tiempos de pandemia, y verificar: «que las medidas coercitivas unilaterales aplicadas contra Venezuela, han retrasado la adquisición de medicinas para personas con enfermedades riesgosas y difíciles de tratar, ocasionando muchas muertes por el retraso en la llegada de los tratamientos médicos»; mientras la segunda, pudo verificar que producto de las medidas coercitivas unilaterales imperialistas: «Se ha impedido la adquisición de albúmina humana, inmunoglobulina y otros hemoderivados, afectando a 5 mil 859 personas, que padecen hemofilia y síndrome de Guillain-Barré. Más de 2 millones 500 mil pacientes, se vieron afectados por la imposibilidad del Estado venezolano de comprar reactivos sanguíneos en 2020. Unos 2 millones 600 mil niños, no pudieron ser vacunados contra la meningitis, el rotavirus, la malaria y el sarampión por la obstrucción a la compra de vacunas a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)». Esto, entre otros crímenes ejecutados por Donald Trump y sus socios de la oposición extremista, en contra de la población venezolana.

En la religión, supuesta cristiana, que practica Donald Trump del «Evangelio de la Prosperidad», cuyas máximas pueden ser resumidas en dos tenebrosas interpretaciones de la biblia, a saber: «los seres humanos son literalmente dioses y Dios quiere que seas rico, por tanto, si lo eres, significa que Dios te ama bastante». El Papa Francisco, ha sido un duro crítico de ese pensamiento que encarna Donald Trump, ha dicho: «Una persona que piensa solo en construir muros, donde sea, y no construir puentes, no es cristiana». Lo que obligó a Trump a responderle al Papa: «Ningún líder, especialmente un líder religioso, debería tener derecho a cuestionar la religión o la fe de otra persona». Donald Trump, se autoproclama como presbiteriano; y sigue a un guía muy particular, el predicador Norman Vincent Peale, artífice de la teoría del pensamiento positivo. «Tú puedes ser desdichado, si quieres. Si, por el contrario, te dices: ‘Elijo la felicidad’, puedes estar seguro de que la obtendrás», es la idea principal de los sermones de Peale. La intelectual estadounidense, Bárbara Ehrenreich, autora de «Sonríe o muere», ensayo en el que denuncia la trampa del pensamiento positivo, señala que: «Esto, eliminó algunos de los clásicos incentivos de trabajar para una empresa, como la posibilidad de ser promocionado y poder estar allí de por vida [...]. Entonces, una forma sencilla para lidiar con la desesperación y la ansiedad de los trabajadores despedidos, fue pagar 25.000 dólares para que un conferenciante motivacional les dijera que todo lo malo que les pasaba era problema suyo, y lo que necesitaban era una actitud diferente». Ehrenreich, señala que el pensamiento positivo de Vincent Peale, es una corriente súper materialista, que: «Se ve como vehículo para atraer dinero, no para hacer un mundo mejor». Es la religión del dinero robado, la que atrae a Donald Trump.

¡Entre delincuentes te veas! Fue tanta la maldad y las estratagemas empleadas por Trump y sus agentes contra la nación y pueblo venezolano para apoderarse de sus riquezas, que esa situación le llevó a desconfiar hasta de sus propios empleados. Es así, que producto de los muchos enfrentamientos que mantuvo –durante su último año de gobierno- con la cúpula militar imperialista estadounidense, éste le manifestó su deseo, a su jefe de gabinete, el Marine retirado John Kelly: «Ustedes, malditos generales, ¿por qué no pueden ser como los generales alemanes?». ¡«Totalmente leales», como los de Adolf Hitler! Es la misma lealtad, que solo pudo obtener, Donald Trump, en la dirigencia opositora -supuesta venezolana- organizada entonces, en el grupo de partidos de la derecha extrema, léase: Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Copei, grupos de partidos a los que posteriormente se les incorporaría el Partido Comunista de Venezuela, gracias al financiamiento otorgado a dicha organización de extrema izquierda por parte del prófugo de la Justicia, Rafael Ramírez, en lo que se conoció como el G4 plus.

Fue tal, el nivel de obediencia ciega a los dictámenes de Trump ayer, y hoy a Biden, por parte de esa oposición criminal, que crearon un plan de destrucción de Venezuela, que no dejó espacio alguno libre para la malicia oposicionista. Una especie de Orden Nerón, como la expedida por Adolfo Hitler, una vez convencido que las fuerzas militares de la URSS, le amenazaban con una victoria. El objetivo de Hitler, era la destrucción de las infraestructuras alemanas, si Berlín era ocupada por Los «enemigos» de Alemania. La Orden Nerón, fue firmada por Adolfo Hitler el 19 de marzo de 1945 (47 días antes del final de la guerra). En el caso venezolano, el símil de la Orden Nerón, fue el: «Estatuto que Rige la Transición a la Democracia para Restablecer la Vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela» y su objetivo, aparte de la destrucción de infraestructura crítica venezolana, léase: sistema eléctrico nacional, sistema hídrico, transporte público (en especial los sistemas Metro), en cuya destrucción contaron con la colaboración argumental, especialísima del Colegio de Ingenieros de Venezuela: «El presidente de la Asociación de Ingeniería Eléctrica, Mecánica y Profesional, Winston Cabas, ratificó que las fallas en el sistema eléctrico del país se deben a la falta de mantenimiento de las centrales que distribuyen la energía. "No hay mantenimiento, hay desprofesionalización en el sector, en consecuencia, no hay posibilidad de poner disponibles nuestras centrales termoeléctricas", dijo». Esa fue, la narrativa mediática, instrumentada por esa banda de delincuencia organizada para justificar la violencia extrema que aplicaron para buscar destruir el SEN. Por otra parte, las universidades autónomas nacionales, que reconocieron también a Juan Gerardo Guaidó Márquez, como su presidente, se unieron a dicho plan de destrucción y enrolaron sus sindicatos en un plan de culpabilizar al gobierno bolivariano de ser el causante del deterioro del ingreso de la clase trabajadora, conscientes como estaban, que su causa era una consecuencia directa de la merma de los ingresos en divisas de la República, como efecto del perverso bloqueo financiero-comercial a que fue sometida Venezuela por los imperialistas de EEUU y Europa. Hecho, que fuera reconocido por el nazi criminal, William Brownfield, quien confesó: «Eventualmente, se impondrán sanciones que perjudiquen la industria petrolera, pues la mayoría de las actividades ilícitas y criminales allí están, es por Venezuela. Por razones legales, Pdvsa es la única empresa en toda Venezuela que produce divisas y si vamos a sancionar a Pdvsa, tendrá un impacto al pueblo entero» (Voz de américa.16 octubre, 2018). Cómplices fueron, de los planes de exterminio nacional del oposicionismo extremo, que solo buscaba entregarle el petróleo -propiedad del pueblo venezolano- a Donald Trump.

Absolutamente, toda la oposición (el G4 plus, léase: Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, AD, Copei más el PCV, a los cuales debemos añadirles todo el conglomerado de ONG´G, Conferencia Episcopal Venezolana, medios privados de incomunicación, instituciones universitarias autónomas, gremiales y sindicales, que proclamaron a Juan Gerardo Guaidó Márquez, como su presidente, tenían un solo objetivo: producir el mayor sufrimiento posible al pueblo venezolano, y un solo propósito: rendir ese pueblo a los pies de Donald Trump, de allí la confesión del líder de esa banda de delincuencia organizada, alias Juan Gerardo Guaidó Márquez, registrada en un tuit-confesión sobre sus planes, declarado en febrero de 2019, a un periodista que le increpaba sobre las acciones de violencia que incitaba –diariamente- con sus llamados a tomar las calles y las muertes que propició: «Para nosotros no es costo, es inversión en futuro. Y estamos dispuestos a hacer lo que sea por la libertad», valga decir, la confesión perfecta para alguien que solo aspiraba que los campos petroleros –propiedad del pueblo venezolano- les fueran transferidos; tan igual, lo fueron durante toda la cuarta república, al deplorable Donald Trump.

Juan Gerardo Guaidó Márquez, masón por convicción y supuesto «católico» por oportunismo político-electoral, se convirtió en la encarnación del mal. El pueblo venezolano, fue testigo de un hecho, sin precedentes en nuestra historia republicana, la asociación criminal entre un supuesto venezolano, carente de principios morales, capaz de vender hasta su propia Madre, tan solo por satisfacerle el apetito de ansiedad por consumir petróleo a un imperio decadente, como son los EEUU. Con razón; el Papa Francisco, ha sido tajante en su repudio a los masones: «La masonería, es inconciliable con la fe cristiana», ha dicho. ¡El objetivo principal de la masonería, es destruir la Cristiandad! El Papa Clemente XII, prohibió la Masonería con la pena de Excomunión en la bula «In eminencia», en 1738. Así, la han condenado después otros 7 Papas, el último fue Juan Pablo II, en el año 1983. El Ku-Klux-Klan del sur de los EEUU, significa: «clan del círculo» (del griego Kiklos), fue fundado por un Masón, Nathan Bedford Forrest, que fue su primer Wizard Imperial. En 1915, fue revitalizada por otro Masón, Wiliam Joseph Simmons, logrando su momento cumbre con unos 5 millones de adeptos. Todos los oficiales altos del Klan, han sido Masones. En septiembre 2019, la Gran Logia Suroriental, le brindó su apoyo incondicional y rotundo a uno de los miembros integrantes de dicha logia, Juan Gerardo Guaidó Márquez, mediante un video hecho público en redes sociales. El auto denominado satanista: Leo Zagami, también hizo un llamado a todos los masones para que respaldasen al «líder de la oposición francmasón, Juan Guaido» como presidente autoproclamado, que lucha por la «masonería y el cristianismo», contra el papa comunista, Francisco, según expresaron en sus videos públicos. La masonería, cree en el Gran Arquitecto del Universo, (G∴A∴D∴U∴), que no se identifica con Dios o Jesús, sino que se refiere a Lucifer, el diablo o Satanás. El Papa Pío VIII, definía a la masonería, como una: «secta satánica que tiene por única ley la mentira y por su dios al demonio». Venezuela, su pueblo, Gobierno y FANB, pudo enfrentarse con valentía a esa cofradía del mal y hoy podemos afirmar, que han sido derrotados tanto el imperialismo, Trump, Biden, y sus secuaces adoradores del diablo mismo, encarnado en esa oposición criminal del G4-plus…



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Henry Escalante


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