En 1931 Uruguay creó la empresa estatal Administración Nacional de Combustibles Alcohol y Pórtland (ANCAP), para ocuparse del refino y comercialización del petróleo y sus derivados, y de la producción y distribución del pórtland (o sea del cemento que es producto básico en la industria de la construcción; en años mozos hice tanto en Uruguay como en otros países mucha "mezcla" usando pórtland, arena, y agua; y mucho "concreto", adicionándole piedras a esa mezcla).
El actual Gobierno uruguayo promueve iniciativas para debilitar esa empresa estatal, por ejemplo, retirándole el monopolio del abastecimiento de combustibles en puertos y aeropuertos, e impulsando una asociación con empresas privadas en el área del pórtland.
El sindicato de ANCAP se ha opuesto frontalmente a tales medidas privatizadoras y amenazantes para el empleo, los derechos da las y los trabajadoras-es, y la soberanía y fortaleza del país.
En ese contexto, el 6 de septiembre de 2023 (casualmente el día de mi 72 aniversario) un alto directivo de la empresa petrolera uruguaya, representando al actual Gobierno, declaró que la cuestión de la asociación de ANCAP con privados "no es una cuestión sindical sino una cuestión de negocios". En otras palabras, ese señor, expresando fielmente el punto de vista de los capitalistas acerca del papel que les cabría a l@s trabajadoras-es, dijo "trabajen y cállense" (o sea, "trabajen y no piensen ni opinen sobre lo mejor para las-los trabajadoras-es y para el país").
Esa manera de pensar corresponde al hecho (ya denunciado por Marx) de que a través del contrato de trabajo (o sin él, agregamos) después de que el trabajador ha vendido su fuerza de trabajo a un capitalista (cosa que está obligado a hacer, pues al no poseer medios de producción y subsistencia propios, si no lo hiciera se morirían de hambre él y su familia), pasa a ser una cosa no pensante, dentro del conjunto de cosas (predios, máquinas, materias primas, etc.) mediante las cuales el capitalista aumenta su riqueza (a partir de la extracción de plusvalía a los trabajadores). Así se prolonga en el capitalismo la concepción que Aristóteles tenía del esclavo, cuando lo definía como una herramienta animada.
Para el capitalista y el capitalismo el trabajador debe recibir y acatar órdenes sobre qué y cómo debe producir, y ejecutarlas sin chistar, cual soldado del ejército del Capital.
Muy otra es la propuesta del Ecomunitarismo, que tiene en la economía ecológica y sin patrones una de sus dimensiones. Esa economía, como todo el Ecomunitarismo, se asienta en la realización cotidiana de las tres normas fundamentales de la Ética, que nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad individual de decisión, realizar dicha libertad en la búsqueda de acuerdos consensuales con l@s demás, y preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana. Haciéndolo, en ella "los productores libres, libremente asociados" (como dijo Marx), producen guiados por el principio que reza "De cada un@ según su capacidad y a cada un@ según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad".
En ese contexto cada productor-a es un ser pensante que reflexiona, opina y contribuye a decidir en ejercicios de democracia directa qué y cómo cabe ser producido (con criterio humano-comunitario-ecológico-intercultural); y se acabaron "los negocios" porque cada producto no es más mercancía sino valor de uso para satisfacer las necesidades éticamente legítimas (respetando las tres normas fundamentales) de cada persona y de la comunidad (desde la local hasta la planetaria). Y en ese contexto los sindicatos serán instituciones pensantes, proponentes y decisorias, para buscar el bien de cada persona y de la comunidad en el Buen Vivir ecomunitarista.
En el Ecomunitarismo la jornada productiva de cada persona (que rotará en las funciones según sus vocaciones y capacitación, para que cada persona no se unilateralice) se reduce al menor tiempo posible, para que cada un@ dedique el resto de cada jornada a desarrollarse como individuo universal según sus vocaciones, y al simple ocio que permite gozar de la vida, desde que no viole las tres normas éticas básicas, pues entre los seres humanos aptos no hay desempleados ya que y porque la tarea se reparte entre tod@s. Y la economía ecomunitarista prescinde del dinero (porque los productos ya no son mercancías, sino solo valores de uso), y, por consiguiente, del salario (porque cada persona recibe lo acorde a sus necesidades de forma directa, sin mediación dineraria).
Bibliografía mínima
José de la Fuente Arancibia y Ricardo Salas Astraín (orgs.), "Introducción al Ecomunitarismo y a la educación ambiental. Lectura chilena de la obra de Sirio López Velasco", gratuitamente disponible en https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/51640
en https://zenodo.org/record/5745105#.YaZXEdDMI2w
en https://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/10827
y en https://es.scribd.com/document/561776175/Introduccion-Al-Ecomunitarismo-y-Educacion-Ambiental