Mi palabra

La naturaleza y el imperialismo destruyen sin piedad

"Optimista es el que os mira a los ojos,

pesimista, el que os mira a los pies"

G. K. Chesterton

A pesar de todas las tragedias ocurridas en los últimos años y el despiadado e inclemente movimiento del capitalismo salvaje, expresión que no deja ninguna duda de la voracidad de esta etapa del mundo, celosamente vigilada a través de la violencia por su etapa superior el imperialismo, todo continúa por un cambio en beneficio de la humanidad, porque el optimismo se fundamenta básicamente en hacerle frente a todas las calamidades existentes y por venir, ya que, no hay otra. Pueblos enteros después de grandes tragedias se han levantado y florecen por la perseverancia y el deseo de seres humanos conscientes, que antes la naturaleza es poco lo que se puede hacer, cuando se hacen presentes los fenómenos naturales, pero frente al imperialismo, la consciencia, es la principal arma para enfrentarlo, hacerlo retroceder e impedirle hacerse dueño del mundo.

La desdicha ocurrida recientemente en Libia por la incontenible fuerza de la naturaleza, dejando a su paso un incalculable número de muertos por el desastre ocurrido, se viene a unir a la propiciada por el imperialismo bajo el mando del gobierno de George W. Bush, quien lanzó una invasión impulsada por las grandes corporaciones en su planificada y despiada ventas de armas, sin importarles los daños ocasionados. Por momentos las incursiones en otros países, parecen haber pasado a segundo plano. Ahora la estrategia es otra, el cual habían dejado en reserva: atizar los conflictos bélicos, desde puntos estratégicos, donde tienen apoyo y los gobiernos les sirven de marionetas de manera descarada.

En el caso de Venezuela, tenemos ejemplos muy recientes, que no podemos dejar en el olvido, a pesar de la velocidad, como se producen las noticias, el cual en la mayoría de los casos las presentan filtradas y a la conveniencia del gran capital. Desde Colombia, en los últimos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque, atizaron un enfrentamiento armado, al fracasar, pasaron a una maniobra aún más peligrosa: la invasión de todas las maneras posibles, para tratar de pisotear el suelo y el patriotismo de los venezolanos. En todos los intentos recibieron respuestas rápidas y precisas, hasta que apareció Gustavo Petro, con su política de integridad y ahora se respiran aires de paz y hermandad.

Sin embargo, el peligro del imperialismo sigue latente, porque es la eterna lucha entre el bien y el mal. El gran capital atacando a países golpeados económicas por el poder del dólar implementado por años y estos en su justa y legítima defensa. Ahora, están diseñado nuevas estrategias para atizar conflictos y para esto aprovechan cualquier rendija para meterse, como el agua y de no recibir respuesta anegan el terreno. En estos momentos, cuando el gobierno del presidente Nicolás Maduro, está respondiendo a la arbitraria decisión de Guyana de apoderarse del territorio del Esequibo –todas las pruebas certifican pertenecerle a Venezuela– el gobierno de los EE. UU empieza a utilizar la cizaña para romper las conversaciones –como debe ser– pero los antecedentes perversos nos indican, que prefieren un conflicto bélico a cualquier dialogo o acudir a organismos internacionales.

Por eso, cada día cobra más fuerza la sabia y valiente expresión del "Che" Guevara ¡No se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada! Porque igual, que la naturaleza, en el momento menos pensado nos deja una tragedia. No respetan, ni siquiera los fenómenos naturales, menos las epidemias, ya que, buscan sacarle provecho económico, por la propia esencia del capitalismo salvaje. El amargo momento de la pandemia, es una experiencia por partida doble: todo lo que venía de la Casa Blanca, bajo la dirección Donald Trump y sus criminales ayudantes, voceros sin ningún escrúpulo convertidos en enloquecidos ayudantes totalmente arrastrados, era una amenaza de invasión por sacar al presidente Nicolás Maduro, mientras la oposición venezolana y sus fichas principales la pedían a gritos

El imperialismo siempre prepara el terreno para invadir de primera mano, con el pesimismo inyectado por distintos medios. El aparato mediático juega un papel fundamental para meterle el chip a las personas, cuando tomas decisiones a su favor y por eso a un número importante de venezolanos, les hicieron ver, como una solución a los problemas creados por ellos mismos, con las medidas coercitivas y sanciones ¡la invasión! por el siempre hecho de no arrodillarse, como han hecho María Corina Machado, Capriles Radonski y el mismo Guaidó. La propia naturaleza viene siendo agredida por el mismo imperialismo al no respetarla, antes una voracidad desbordada por hacer dinero, que podemos esperar de este monstruo en decadencia, cuando su sostén de alivio: el dólar, se empieza a derrumbar antes la unión de florecientes económicas, con más capacidad para defenderse, que la venezolana. No podemos hacer, como el eterno pesimista, que al ver lo complicado de la situación la única respuesta es ¡Menos mal que yo siempre he sido pesimista!



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Narciso Torrealba


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