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Como ya expresáramos en un artículo anterior, el libro de Adriana sobre Juan Vicente Cabeza fue publicado por la Imprenta de Mérida (IMMECA) bajo la dirección de Humberto Martínez. El acto de presentación de este libro ocurre a cuatro años de la partida del Comandante Pablo. Humberto, quien fuera asistente de Juan Vicente Cabeza, se ha empeñado en rescatar para la memoria nacional parte de la obra de este notable guerrillero, su paisano. En el acto, como representante de la conocida y aguerrida María León, estuvo la diputada Niloha Delgado (a la izquierda de María en la foto), actualmente presidenta de la Subcomisión de Igualdad de Género de la Asamblea Nacional.
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La vida de María León ha sido de luchas, de partos revolucionarios, de entrega absoluta a un ideal de dignidad y soberanía, en batalla total a la noble causa de sacar de una buena vez al pueblo venezolano de la vil explotación gringa a la que la venía siendo sometido desde la dictadura de Juan Vicente Gómez. Su ejemplo es otra evidencia más de esos que nacieron no para luchar un día ni dos, ni cuatro o cinco años, sino eternamente. María León nunca se desvió o perdió el norte en su larga vida, desde que se hiciera comunista por allá en 1958, poco antes de que cayera la dictadura de Pérez Jiménez. Testigo directo de aquella época dolorosa cuando Rómulo Betancourt asesinó a miles de estudiantes, toda una horrenda siega de grandes promesas de la patria, jóvenes que amaban profundamente a su país. Esto constituyó uno de los mayores crímenes cometido en América Latina. Ni siquiera dando la vida por la Independencia (en la Batalla de La Victoria, por ejemplo, frente a las huestes realistas) se vieron perder la vida de tantos estudiantes como durante los gobiernos de Betancourt y Raúl Leoni.
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Mujeres valerosas y firmes, en la década de los cincuenta, comenzaron a asumir un papel frontal y decidido cuando Estados Unidos tenía anegada de dictaduras a América Latina, cuando el imperio sacaba sus peores garras, entrenando esbirros en la Escuela de las Américas, apoyando gordos lagartos del pantano (de sangre) como los llegara a calificar el poeta Pablo Neruda. Pérez Jiménez fue uno de ellos, pero también todos los gobernantes del Puntofijismo.
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María León venía de la combativa parroquia de San Juan, tan atacada a mansalva por las furiosas policías adeco-copeyanas durante la década de los sesenta. Hay que recordarles a los jóvenes del presente que durante los mandatos de Betancourt y Leoni, Caracas vivió en guerra total. Lo que se escuchaba en todos los barrios era plomo cerrado, en particular los adecos desataron un odio inmenso contra la memorable fecha de "23 de enero", y cada vez que se conmemoraba esta gesta contra la dictadura, Betancourt sacaba a la calla a todos sus esbirros y mercenarios.
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María León, indignada de ver cómo caían sus compañeros, asesinados por la policía política, la Digepol, cómo allanaban y cerraban a la Universidad Central de Venezuela, UCV y a la Escuela Técnica Industrial, como se vivía en un permanente apagón constitucional (es decir estaba siempre SUSPENDIDA), todos los diputados de izquierda con sus inmunidades allanadas y además encarcelados, ella al igual que Juan Vicente Cabeza, toma la decisión de irse a las guerrillas. Va y se enrola en el frente de El Charal, y allí pasa seis años de su vida bajo las órdenes del Comandante Pablo (Juan Vicente Cabeza) y el Comandante Rolando (Lino Martínez).
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En el libro de Adriana Rodríguez, se explica parte de esa lucha de los sesenta, una etapa a la que le queda mucho por ser estudiada, investigada, y que que ha llegado la hora de que deba ser incluida en nuestros pensum, en liceos y universidades. Aquella lucha fue la continuación de la gesta de Bolívar, nuestros libertadores, ante eso no podemos ni ceder ni hacer ningún tipo de concesiones.
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Extraordinariamente loable está siendo la labor que hace la Imprenta de Mérida, bajo la dirección de Humberto Martínez, quien fuera, como dijimos, asistente del Comandante Pablo, manteniendo como la hace discusiones, talleres, debates sobre el pensamiento bolivariano, así como ediciones de este calibre que acaba de sacar a la luz, en "La última Conversación con Juan Vicente Cabeza" de Adriana Rodríguez. Humberto ha logrado instalar en IMMECA una de las bibliotecas más importantes y mejor dotadas del Estado Mérida.
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Toda lucha, toda revolución tiene que estar sustentada sobre sus más preciados valores históricos, sobre su cultura, sobre la memoria de los hombres que dieron sus vidas en pos de nuestra dignidad y soberanía patria. La pregunta esencial en este momento es: ¿Qué está haciendo nuestra juventud, en escuelas, liceos y universidad por empaparse de esos valores? Por sin conciencia de lo nuestro se pierde la república, como sostuviera Bolívar, y la libertad no es algo que unos puedan hacer por otros, sino que siempre tiene que hacerse de manera colectiva. Por eso cuando Santander se negó a sacar esclavos de las haciendas (porque iríamos a la ruina) para que por pedido de Bolívar se incorporaran al ejército Libertador