Para los gobiernos de USA, siempre hemos sido lo mismo, un sueño colonial

Cuando Bolívar dijo, premonitoriamente, en "La Carta de Jamaica", "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar a América de miseria en nombre de la libertad", no estaba exponiendo un sentimiento rencoroso o pronunciando una frase llena sentimientos y frustraciones y menos por hablar, como resultado de alguno de los tantos acontecimientos o desacuerdos diplomáticos en los que se vio envuelto con ese país.

Ya, para ese momento, el inmortal caraqueño, había comprendido a plenitud aspectos fundamentales de la economía y la política, como para entender que Estados Unidos, aspiraba a ejercer el rol de los países colonizadores bajo una relaciones políticas diferentes que, hasta pudieran enmascararse en la amistad, dado el carácter de colonias europeas que nuestras nuevas naciones, incluyendo Estados Unidos, habían desempeñado.

Lo que más abajo reseñamos o mejor recordamos, fue el producto de un país enorme, independizado con muchos años de anticipación a los nuestros, los de América Latina. Basta recordar que la declaración de independencia del gran país del norte, se corresponde en el tiempo con la creación de la Capitanía General de Venezuela en 1777. Mientras que nuestra declaración de independencia, lo que al mismo tiempo significa apenas el inicio de una larga guerra, para aquella concretar, volverla "realidad", una realidad siempre frustrada, se produjo en 1810. Es decir, entre ambos acontecimientos hay de por medio 93 años, sin contar los siguientes 11 años para llegar a la batalla de Carabobo.

Es decir, cuando nosotros comenzamos a independizarnos o para mejor decirlo, empezamos el intento, ya Estados Unidos llevaba 93 años bajo esa condición y había alcanzado un considerable poder y crecimiento económico que le había ganado el respeto de las potencias europeas. Tanto que sus relaciones eran de tú a tú o de completa igualdad.

Francisco Pividal, escritor cubano en su conocida obra, "Bolívar pensamiento precursor antiimperialismo", justifica su calificación diciendo, "Bolívar fue, por tanto, el precursor del pensamiento antiimperialista hispanoamericano, porque el preimperialismo fue el germen del actual imperialismo de la era monopolista".

http://www.elperroylarana.gob.ve/wp-content/uploads/2021/11/Bol%C3%ADvar_pensamiento_precursor_del_antiimperialismo.pdf Pag. 13

Pese a nosotros nunca nos ha parecido acertado tal juicio, pues pese los monopolios son anteriores al fenómeno imperialista, no obstante a nuestro parecer, este fenómeno está ligado sobre todo a la exportación de capitales y tecnología, le hemos dado el valor en cuanto a que Bolívar supo predecir que el crecimiento indetenible de la economía norteamericana, desbordaría sus fronteras y como Europa perdía su hegemonía, pondría su interés en sustituirla, como dominadora de nuestro espacio, en una nueva relación. Para eso inventarían una relación de hermandad, donde el hermano seríamos nosotros.

Pensando en lo anterior, ya en 1815, había dicho Bolívar, por el sueño del Congreso de Panamá, "¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!… Ojalá que un día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso…".

Hacía referencia a la reunión de las representaciones de las ciudades griegas, bajo el liderazgo global, de Filipo II, padre de Alejandro Magno, para formar la gran nación griega, que llevaría a la posterior formación del Imperio Macedónico y las posteriores conquistas del hijo del creador del nuevo poder griego.

Por supuesto, es fácil advertir que el sueño de Bolívar llevaba a la formación de una gran nación o unidad de lo que solía llamar "antiguas colonias españolas" para establecer un contrapeso, muro de contención frente a la amenaza del crecimiento de la economía norteamericana y la "necesidad" que esta tendría extraer a bajo costo materias primas y luego colocar sus mercancías. Y previó también la posibilidad que los Estados Unidos asumiesen en América el rol que habían desempeñado las potencias europeas. Que venían siendo extractoras de nuestras materias primas, con una obra de mano sumamente barata y, al mismo tiempo y de manera monopólica suplidoras de toda la transformación de aquellas. Pues el capitalismo de entonces no llegaba sino hasta allí. Es la época del mercantilismo y hasta del "laissez faire, laissez passer".

Los embajadores del país del norte, para engañar ingenuos o gente "culturalmente" predispuesta a que la engatusen, dicen en tono a veces grave, en otros casos con una abierta sonrisa y posando sus brazos sobre los hombros del primero de aquellos que se le ponga por delante, "Estados Unidos, siempre ha sido y seguirá siendo, amigo entrañable de los venezolanos." Y unos cuantos corren al norte en busca de ayuda, como quien va a La Meca.
Pero tal afirmación, es a todas luces incierta. No sólo por lo que ahora vivimos y conocemos bien, sino por los hechos que registra la historia. Veamos este breve balance.

Cuando Miranda se entrevistó en 1805 con Thomas Jefferson, presidente de aquel país y James Mason, Secretario de Estado, en solicitud de ayuda, nada obtuvo. Le alegaron las buenas relaciones entre ellos y España y la vigencia de un decreto que prohibía a los particulares la exportación de armas.

Desde 1810, los nacientes gobiernos independientes de América hispana, aspiraron establecer formales relaciones comerciales con los norteamericanos. La respuesta a ese deseo la dio bien pronto el Congreso norteño, en el sentido que solamente establecerían vínculos con ellos, cuando hubiesen alcanzado el rango de Estados soberanos e independientes. Esto implicaba algo malsano e injerencista que siempre ha caracterizado la política de la nación del norte, que la calificación la harían ellos, según su conveniencia y en aquel momento, vista sus buenas relaciones con España. Pese a lo que hasta esa fecha habíamos hecho, para ellos seguíamos siendo colonias. Y mientras tanto, se mantendrían neutrales y en sana y provechosa paz, inconfesable contubernio, con el colonizador europeo. ¡Extraño amigo!

El presidente Monroe en 1817, juzgó el conflicto de América meridional, como una guerra civil, no de independencia, entre como afirmara "bandas o partidos que son mirados sin preferencia por los poderes neutrales." Con lo cual mintió descaradamente, pues mantenían excelentes relaciones con España y entorpecían toda acción emprendida por nuestros combatientes y diplomáticos.

Como prueba de la acusación que hemos hecho, se incluye la invasión de la isla Amelia y la anexión de La Florida. El 25 de julio de 1817, los patriotas venezolanos, por orden de El Libertador, se apoderaron de la isla Amelia, cercana a las costas de La Florida, territorios coloniales españoles. Allí fundaron la República de Fernandina, nombre del puerto de la isla. La intención era usar ese espacio para hostigar las naves españolas que navegaban por esos mares entre Florida y Cuba. Para el 23 de diciembre, los norteamericanos invadieron la isla Amelia y expulsaron de allí a los nuestros; se la anexaron y de paso también toda La Florida, con anuencia de España, por los favores recibidos.

Y todavía podemos agregar que una disposición de 1818, prohibía a los suramericanos cualquier acto, dentro del territorio norteamericano, dirigido a ayudar las guerras de independencia.

Las manifestaciones "amistosas" hacia nosotros y nuestros libertadores, incluye el envío de embarcaciones yanquis con provisiones y armas para el ejército español. En carta del 29 de julio de 1818, dirigida al agente diplomático norteamericano J.B. Irving, en ocasión de uno de los tantos enfrentamientos con los gobiernos de aquel país, Bolívar les acusó de intentar romper el bloqueo que la naciente república nuestra impuso contra España y les dijo, "para dar armas a unos verdugos". Se refería Bolívar justamente a los acontecimientos relacionados con la isla Amelia.

Para cerrar un balance de la conducta de nuestros "amigos" ante nuestra lucha por la independencia, bastaría recordar lo siguiente:

En 1819 se reunió el Congreso de Angostura y se decretó de nuevo la República; Estados Unidos se negó a reconocer tal decisión.

En 1820, cuando el propio gobierno español, a través del Armisticio y Tratado de Regularización de la Guerra, reconoció nuestras fuerzas, nuestros "amigos" continuaron desconociendo al gobierno patriota.

Todavía se negaron a hacerlo para 1821, después de la batalla de Carabobo y la instalación del Congreso de Cúcuta.

Tardíamente, cuando Bolívar ya consolidado en el poder se dispone a seguir la lucha liberadora del sur, el gobierno norteño decidió reconocer a la Gran Colombia.

Cuando Juan Vicente Gómez, traiciona su compadre Cipriano Castro - quien salió en busca de cura a sus males- y se adueñó del poder para satisfacer las demandas del gobierno americano, éste no tardó en enviar a La Guiara tres buques de guerra, El Maine, Des Moines y North Caroline, para apoyar el golpe de estado. Y nos impusieron un régimen tribal y bárbaro por largo tiempo.

Mal puede considerarse la política de aquel país amiga nuestra desde los primeros momentos de la lucha por la independencia, como dicen con cinismo sus embajadores y diplomáticos, habiendo asumido la conducta arriba expuesta. Pero siempre hay gente presta a creerles el cuento.

Por todo lo anterior con el agregado de nuestras particulares riquezas naturales y hasta posición geográfica, tienen como meta su viejo sueño de volvernos su colonia y por lo menos, por ahora, imponernos "su presidente". El suyo, no el nuestro.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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