El humor es revolucionario

La Revolución Bolivariana tiene la suerte de gozar de una oposición ridícula. Los que intentamos hacer humor en Venezuela no necesitamos hacer mucho esfuerzo porque ya esa oposición de poderosos, de CIA, de Vaticano, de terroristas, de paramilitares colombianos, viene con su propio ridículo de si me matan y me muero.

Cada tanto vuelvo sobre el tema de la ridiculez de la oposición y cada tanto me vuelvo a sorprender de cómo la desvergüenza protege a los inteligentes y la estupidez a los otros.

No se cansan. Los curas ahora defienden el libre albedrío de emborracharse mientras se maneja. Por ejemplo, es asunto de libre albedrío que un borracho mate inocentes en una carretera. No te quejes, pues, si te matan y te mueres por culpa de un borracho. Claro, primero está el capital de las licoreras. ¿Ves que no les importa el ridículo?

Todos hacemos el ridículo, pero hay unos que lo hacen más que otros. Joselo dice que los cuernos no duelen, que lo que duele es la mamadera de gallo. Pero a estos no les importa que los vean callando sobre la tragedia de Iraq y sí indignarse ante los supuestos atropellos judiciales contra adalides como el casto Nixon Moreno y del honrado cuan austero Eduardo Lapi. Y hay payasos que lo hacen luego de un pasado de antiimperialismo tan convulsivo como su actual proimperialismo.

En la Venezuela contemporánea una revolución republicana se haría en medio de una gran mamadera de gallo, porque la Independencia nos dio el derecho de reír de la monarquía. Imagina a un rey venezolano, tal vez Luis XX de Francia y I de Venezuela. ¿Imaginas las recepciones en el palacio real?

—¿Y esa majestad qué? —diría el primer revolucionario puyándole la real barriga.

Y por ahí se irían los otros. Una vez trabajé con un barón, descendiente colateral de San Luis Gonzaga y directo de los Borgia. Hay un barrio de Caracas con el nombre de su familia. Es uno de los tipos más simpáticos y afables que he conocido. Lo rodeaba una gran guachafita que solo el decoro reprimía en su presencia.

Miren a Marcel, miren a sus adulantes, miren a los intelectuales opositores, tan exquisitos y excelsos, que votaron por las peras al horno. Qué ridículo tan sabroso.


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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