Odio: al león… por su condición

El odio, se ha convertido en Venezuela en un tema sin el que no se puede explicar y definir acontecimientos políticos contemporáneos.

El odio se asocia con la muerte de la democracia, el madurato, los apellidos, las sanciones, las elecciones, privatización de PDVSA, la migración, los cortes de energía eléctrica, los bajos salarios, el precio del gas, la fuga de académicos, imposibilidad de defender el Esequibo, fuga de gas y petróleo…etc. por una parte; pero, por otra, el odio aparece vinculado a la defensa de la implementación de medidas coercitivas, presos políticos, crímenes políticos, inhabilitaciones electorales, persecución policial y judicial, régimen de excepción de hecho, defensa práctica del poder y del gobierno. Defensa ideológica del gobierno.

Sin embargo, en cierto sentido, el odio es visto como un sentimiento intenso que produce ira y hostilidad hacia el presidente Maduro, por la simple razón de haber destruido y no poder con el encargo social entregado en sus manos por Chávez y el pueblo.

Se puede agregar también que, el disgusto o repulsión hacia el gobierno y su presidente lleva una connotación peyorativa porque, es asociado con la causa de los males existenciales que vive una gran cantidad de ciudadanos venezolanos; miseria, incomodidades habitacionales: carencia de agua, gas, energía eléctrica, dinero, alimentación adecuada.

No es un odio irracional o destructivo; sino más bien un descontento por haber sido víctima de la supresión de los logros de bonanza social conseguidos o vividos durante el gobierno de Chávez.

En el terreno ideológico político, el odio significa el cuestionamiento serio a la reversión del proceso socialista, vuelta a las privatizaciones y al saqueo de los recursos naturales: gas, petróleo y minerales, cuyas fortunas van a parar a los bolsillos de los gobernantes.

Ahora bien, el otro odio busca punición de conductas y defensa del poder; como es natural en cualquier Estado. Es un odio legalizado y amortizado por los defensores policiales, judiciales e ideológicos del status quo y persiguen por "incitación al odio."

En Venezuela este odio se está expresando ya, como un odio de clases; esto es lo grave y extraordinario del caso. El conflicto se está expresando como una lucha entre ricos y pobres, entre trabajadores y patronal; pues el Estado es un instrumento de dominación que las clases altas, hoy con la ayuda de Maduro y su gobierno, ejercen sobre la inmensa mayoría de la población.

De ahí que, las críticas, las sanciones y el bloqueo es un cohecho del que se ha servido Maduro y la fiscalía para acabar con la oposición socialista, desmantelar el proyecto de Chávez, que no pudo defender Maduro con su equipo y optar por una tranza con las compañías energéticas, de hidrocarburos euro norteamericanas; con Fedecámaras y la iglesia evangélica.

Es por ello que, buscar lobbys con el gobierno estadounidense para minimizar los problemas de vecindad es tan importante para Maduro, aunque le acarree graves costos como los siguientes: aguantar el decomiso de dos aviones, ver como se reparten CITGO y Monómeros, quedarse inmóvil mientras se roban las reservas oficiales de oro, ver y ser cómplices del desmantelamiento de PDVSA, del saqueo del gas y de la explotación de los recursos del Esequibo.

Ante estas realidades, sostener que quienes cuestionan política y emocionalmente las astucias del gobierno están haciendo una "incitación al odio," es tan absurdo; como pedir peras al olmo. Y más parece que quien odia más a los otros, por desconsideraciones al presidente y su gobierno, es el gobierno mismo y sus defensores.

Como dijimos: el león juzga por su condición.



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Memo Fernández


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