El día 02 de Abril del año 2024, en el portal web del diario colombiano "La República" se conoció un análisis del profesor universitario Luis Felipe Gomez Restrepo, titulado: "Cae el dogma del café" (https://www.larepublica.co/analisis/luis-felipe-gomez-restrepo-2524772/cae-dogma-del-cafe-arabigo-3831614) sobre el cual tenemos algunas consideraciones.
En mi opinión, la razón fundamental se encuentra en lo economicamente insostenible de la producción de cafés arábigos en un mercado de precios bajos desde hace más de veinte años.
Desde hace mas de diez años se había comenzado a discutir la posibilidad de cultivar cafes Robustas en territorio colombiano, pese a tener aquel país una marca País y un sello distintivo con su café de origen, además del celo para proteger éstos logros de tantas décadas de trabajo.
Desde finales de los años noventa, cuando por intermedio de financiamientos crediticios del Banco Mundial que permitieron a Vietnan hacerse con el segundo mayor exportador de café en el mundo, ya se conocía el cambio de tendencia para una mayor producción de café robustas que el mundo estaba requiriendo.
Dicho requerimiento viene por la demanda de los mayores compradores mundiales de café que imponiendo tendencias, dominando el mercado y controlando los procesos de manufactura requieren una mayor producción de Robustas.
Aunque de menor calidad que los cafés arábigos se requieren mayores volúmenes de los café Robustas.
Colombia pese a su extraordinaria organización de base, pese a la gran cantidad de información científica generada, y a su estrategia de comercialización no supo abordar el problema del mercado consumidor fronteras afueras (directamente en los mercados europeos y norteamericanos), conformándose solamente con la venta de café verde sin procesar y, peor aún, sin establecer alianzas con sus vecinos de América también productores de arábigos y éstos son errores que ahora comenzaran a pagarse.
El "Pacto cafetero", aunque acordado desde mediados de los años cuarenta y ya formalizado en los años sesenta por sugerencia de la Organización Internacional del Café impuesta por EEUU en la administración Kennedy, tardíamente vino a comprobar, según autores, que benefició más a los paises compradores con sus multinacionales y menos a los paises productores.
Ese lapso (1962-1989) de formalidad del Pacto Cafetero fue un periodo largo de valioso tiempo perdido para que los países productores intentaran abordar políticas comunes de comercialización directa de sus producciones con valor agregado.
Conocido es que las mayores ganancias continúan quedando en los países compradores y no en los consumidores.
Para tener una idea, del valor de una taza de café vendida al consumidor en los países desarrollados el caficultor percibía un veinte por ciento del mismo, en la actualidad pese a ser más costosa esa misma taza de café, el productor sólo recibe un cinco por ciento.
Demostrado está que el valor de un quintal de café fué mayoŕ en los años sesenta y setenta que el promedio de los últimos veinte años.
Por ejemplo, en valor constante o dólares actuales, el quintal de café de los años sesenta y setenta promediaba los 500 dólares frente al promedio de los últimos años que no supera los 150 dólares.
(La crisis económica del café es global y la variedad que puede adaptarse a ese otro nuevo modelo es el café Robusta).
Demostrado está que el mercado internacional del café y sus precios referenciales está muy manipulado y sometido a presiones de capitales especulativos de inversiones que no proceden de la industria cafetera global.
La migración desde la zonas cafeteras hacía otros paises son una constante a nivel mundial, la falta de motivación de los jóvenes para ser los caficultores del futuro es otra constante así como la insostenibilidad de éste sistema agrícola.
Colombia ha reducido su producción de café arábigos de catorce a once millones de sacos en los últimos veinte años, así como la reducción de la superficie de siembra en manos de los caficultores convirtiéndolos en microcaficultores, algo muy común en todos los países productores de café en el mundo; y tales aspectos guardan mucha relación con la poca o nula rentabilidad del cultivo en los países cafeteros.
Esta reducción de los volúmenes de café arábigos obligan a crear y difundir "Otro nuevo modelo impuesto" que es la aparente motivación para producir cafés de especialidad, sin dominio directo del mercado ni incorporar valor agregado, pecado capital éste último en el que incurrió Colombia y debe pagar las consecuencias.
El último intento de crear un espacio de discusión de política común cafetera, para abordar los problemas mundiales del mercado y los bajos precios, lo anunciaron Lula (Brasil) y Uribe (Colombo), el 16 de septiembre del año 2003, en el marco de la conferencia de la OIC, celebrada en Cartagena, pero el mismo no se concretó.
Existe un "Politica internacional del cafe" de diseño exclusivo de las multinacionales, que debe ser descifrada, conocida y discutida por dirigentes políticos, representantes de los caficultores, académicos, intelectuales, estadistas y productores de café, de no hacerlo es como trabajar y hacer cosas "a ciegas"; es como quien va al médico y recibe un tratamiento sin hacer un diagnóstico preciso o apropiado.
Así hemos estado en América Latina desde hace siglos, sin entender que los mismos países consumidores nos impusieron un modelo cafetero del que controlan todo y nosotros solo nos limitamos a ser meros productores del grano.
Tardíamente entenderá Colombia que siendo un referente mundial en el ámbito cafetero, perdió su tiempo en trabajar de forma aislada y solo proveer al mundo una materia prima con su café verde.
Los distintos gerentes de la Federación Nacional de Cafeteros, pese a su destacado rol e indiscutible impulso y contribucion a la caficultura colombiana, descuidó aspectos fundamentales y claves durante muchas décadas.