El candidato que odiaba a las mujeres

Las tradiciones, griega, hebrea y cristiana coinciden en culpar a la mujer de los males del mundo. En los tres mitos creacionistas, que no son los únicos; lo negativo, siempre surge del comportamiento femenino. Esta visión misógina, pasa a ser el discurso hegemónico a través de las religiones, que explican el orden político y social en base a una supuesta voluntad divina. La misoginia, es una mezcla de temor, rechazo, y odio a las mujeres. La hostilidad, surge del miedo a la esencia femenina y sus capacidades. En la visión aristotélica de la sociedad, sólo el hombre tiene capacidad de acción política, valga decir, de establecer una organización para un fin común, sobre la base de la razón. La política, es la relación de poder propia de los hombres libres, de la condición del ciudadano, según Aristóteles. Los invasores europeos, llegaron a América cargados de misoginia, de todo lo que era la ideología eclesiástica de fuerte contenido autoritario. La Biblia, está plagada de relatos misóginos, de odio, de escarmiento hacia las mujeres, partiendo de que fue Eva la perversa, hecha de una costilla de Adán, qué casualidad, ya no quedaba barro para hacer a Eva. La superioridad masculina, se imponía como el «orden natural». Así, en los años 30, sobrevino el fascismo, y el lugar que el mismo reservó a las mujeres: fue el hogar, se impuso el papel de «esposa y madre ejemplar». Su principal misión en la sociedad, era la maternidad: dar nuevos soldados para la Patria. Pilar Primo de Rivera, decía: «el deber de las mujeres para con la patria es formar familias». El führer, Hitler, solía decir: «Madres, vuestras cunas son ejércitos dormidos». En palabras de Mussolini: «La maternidad, es obligación de la mujer como la guerra lo es del hombre». La madre, se convirtió en el referente que une la procreación y la guerra, la vida y la muerte, dando con ello a la maternidad un significado militar. El fascismo, intentó conservar y desarrollar la concepción patriarcal de la familia, enfatizando la autoridad del padre y la subordinación de las mujeres. En 1934, Adolf Hitler, se dirigió a la Organización Nacional de Mujeres y les dijo: «el mundo de una mujer es su esposo, su familia, los niños y su hogar». Para los nazis, la misoginia y el antisemitismo, marchaban de la mano. Afirmaba Hitler, que: «los cambios en los derechos de las mujeres, eran producto del intelecto judío». En su libro: Mein kampf (1925), Hitler, utilizaba eslóganes tales como: «El hombre y la mujer son desde que el mundo es mundo dos seres distintos, con funciones separadas». O: «El mundo de la mujer es pequeño, comparado con el del hombre». Para Hitler, el Orden Mundial y la política, eran cosa de hombres. Se aseguró, que las mujeres no pudieran ejercer cargos en la dirección del partido nazi. A lo sumo, las mujeres solo podían ser compañeras en la lucha. Pero, solo en cargos de categorías inferiores.

Como acostumbraba decir Mussolini: «A las mujeres, bastonazos e hijos», su slogan fue: «Le donne a casa». ¡Un rol utilitarista! Hitler, quería madres sanas, que tuvieran hijos sanos. El fascismo, necesita inferiorizar para dominar. La desigualdad, es inherente al fascismo como al capitalismo, porque en sus filosofías se sostiene que, hay quienes tienen características de mando y quienes tienen de la obediencia o lo que es lo mismo, hay quienes son superiores y hay quienes son inferiores. Las ideas sobre la «inferioridad natural» de las mujeres, tiene una historia documentada de más de cinco mil años; la no documentada, se remonta a los orígenes de la especie. El odio o aversión a las mujeres, es una de las bases del autoritarismo social. La demonización de las mujeres es milenaria, la manutención de la supremacía masculina prefigura toda forma de jerarquía y de exclusión hasta el presente. Tanto, que hoy en la Venezuela Bolivariana tenemos un candidato opositor que se reivindica como misógino u odiador de mujeres: Edmundo González Urrutia, designado en tal rol por la otrora potencia hegemónica del hemisferio, como lo ha dejado bien claro su representante para Venezuela, Francisco Palmieri, dijo: «Edmundo González, es el candidato de una oposición democrática unida, comprometida y que va a participar masivamente en la elección del 28 de julio. No es el candidato de cualquier país internacional, es un venezolano luchando por venezolanos y es el candidato de la oposición democrática». Dicha orden imperial, ha venido siendo cumplida por los integrantes de organizaciones políticas venezolanas que aspiran recibir algún financiamiento de EEUU por su apoyo y sometimiento a sus directrices.

Como emblema o característica principal del candidato de las sanciones o de EEUU, tenemos que el mismo González Urrutia, es un declarado fascista y depravado misógino, que se molestó muchísimo cuando Tibisay Lucena y la directiva del CNE, aprobaron elevar la cuota de participación de candidatas mujeres al 40 por ciento en las elecciones para la Asamblea Nacional, entonces dijo en son de molestia: «Así sea una burra, así sea una prostituta, así sea huele pega, tienen que ponerla porque tiene una ‘cuchara’». Así manifestaba, su descontento este aberrado sexual, por la decisión del CNE. Fue, gracias a esa decisión que pudo ser candidata y electa como diputada: María Corina Machado, en 2015. Hoy, el candidato de EEUU, en entrevista con Isnardo Bravo desde Miami, donde reside y tal parece, que no piensa visitar Venezuela para hacer campaña electoral: «González, precisó que el candidato de la unidad es él, mientras que María Corina Machado, es la que seguirá de gira por el país, «Para mí fue una sorpresa ser el candidato. Esta es una campaña atípica, de apenas 90 días, (..) yo no pienso recorrer el país en una campaña electoral, porque se trata de una campaña distinta, María Corina Machado, sí lo está haciendo, y lo está haciendo muy bien».

El candidato de la unidad opositora, a sus 80 años, refiere: «No tengo ni aspiraciones políticas ni aspiraciones mucho menos de lo que pueda estar previsto para este momento». Lo que nos lleva a inducir, que su destino pareciera ser el mismo que siguió Diógenes Escalante, el candidato propuesto por Medina Angarita para su sucesión. «De acuerdo con Maye Primera, en vista de que Escalante se había percatado de que los ingresos petroleros no beneficiaban de forma sustancial al país, él propuso nacionalizar dicha industria y usar esos recursos para modernizar a Venezuela. Cuando, apenas inició hablar del tema y residiendo como embajador en Miami, el susodicho enfermó y a los pocos días de estar en Caracas se hicieron notorios los síntomas de una grave enfermedad mental, que se manifestaron de manera crítica el día 3 de septiembre de 1945, cuando fue citado para reunirse urgentemente en el Palacio de Miraflores con el presidente Medina Angarita, el gabinete de gobierno y la dirigencia del partido PDV. Según Hugo Orozco, estrecho compañero de Escalante, estaba iniciando una clínica de demencia tiempo antes de viajar a Venezuela para aceptar la presidencia. Ramón José Velásquez, acudió al Hotel Ávila, ubicado en San Bernardino, Caracas, donde se hospedaba aquel para hacerle llegar la convocatoria pero se dio cuenta de que el aún embajador decía frases incoherentes y sin sentido. El retardo en la comparecencia de Escalante a la reunión, hizo que el jefe de edecanes del presidente, coronel Ulpiano Varela y el ministro del Interior Arturo Uslar Pietri se comunicara con Velásquez quien les informó lo ocurrido. Una junta médica, conformada por los doctores Rafael González Rincones, Vicente Peña, Miguel Ruíz Rodríguez y Enrique Tejera, certificó que Diógenes Escalante, había perdido la razón. Esta noticia, hecha pública, provocó la consternación del gobierno y buena parte del país y dio al traste con su candidatura» (Tomado de Wikipedia). Fue, la consecuencia lógica de tocar los intereses de las transnacionales de EEUU; y al final, no pudo ser candidato y a un sanatorio fue a parar. ¿Qué le ocurrirá al candidato que odia a las mujeres? No lo sabemos. A lo sumo, podemos inferir que enloquecerá al conocer la realidad venezolana y percatarse de que las mujeres se han empoderado de la sociedad venezolana y que, no solo son padres-madres, sino jefas de calles, de UBCH, y de Consejos Comunales y su proyección no tiene límites. No solo en el ámbito civil sino el militar y por qué no, hasta una Presidenta Mujer. En fin, un panorama desolador y aterrador para el candidato que odia a las mujeres, todo lo cual nos lleva a predecirle, un final apocalíptico, similar al de Diógenes Escalante, en algún sanatorio de Miami…



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Henry Escalante


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