El Decreto de Carmona es consecuencia y no causa del Golpe de Abril de 2002

Desde la misma mañana del 12 de Abril de aquel año, hemos advertido que el Golpe de Estado se produjo en la madrugada de ese día, cuando un grupo de militares, civiles y clérigos designan Presidente a Pedro Carmona Estanca, subvirtiendo en ese instante, el orden de sucesión y el hilo constitucional y no como, cobardemente algunos en la oposición, han pretendido hacer ver, es decir al momento en que Carmona dicta su famoso Decreto disolviendo todos los poderes constituidos.

Son esos militares, civiles y sacerdotes quienes atentaron contra el Gobierno legítimamente constituido y contra la Constitución, cuando se erigieron como gran elector y por encima de la constitución y las leyes, designan para el cargo de Presidente a quien no había sido electo popularmente, ni estaba al frente de ningún poder público que permitiera su convocatoria a ocupar el cargo de Jefe del Estado.

El decreto Carmona era la consecuencia lógica del acto de un dictador nombrado y designado horas antes por un grupo de golpistas, que ahora se distancian de Carmona y su Decreto, cuando en realidad fueron ellos, quienes a través del auténtico golpe de estado, elevaron a la primera magistratura a quien tan solo aceptó y “juró cumplir fielmente con el cargo de dictador para el cual había sido designado”.

Cuando Carmona dicta su Decreto en los términos conocidos, lo hace porque era indispensable para el gobierno ilegítimo, disolver toda resistencia por parte de los poderes legítimamente constituidos. Si Carmona y sus asesores legales dejaban en pie a una sola institución de la V República, ésta se encargaría de impugnar el nuevo gobierno y con esto es ciernes, es por lo que se hizo indispensable, llegado el momento, el disolver todos los poderes públicos preexistentes. Un Tribunal Supremo de Justicia, en pleno ejercicio de sus funciones constitucionales, hubiera tenido que declarar nula de toda nulidad por usurpación de autoridad, todas las actuaciones del gobierno espurio. De igual forma el Fiscal General, dentro de su competencia, tenía que iniciar sobre la marcha el enjuiciamiento de los golpistas sin esperar por el regreso del Presidente legítimamente electo. De igual manera tenía que proceder cualquiera de los poderes genuinamente constituidos, por lo que los irregulares, buscaron la eliminación institucional de éstos, de la misma forma que un asesino, se empeña en eliminar físicamente a los testigos de su horrendo crimen.

No se puede aceptar el que Carmona y su Decreto sean los únicos culpables del Golpe de Abril, cuando en realidad éstos, no fueron sino instrumentos ventajosos de los auténticos titiriteros (dueños de medios, militares, iglesia y políticos de conveniencia) quienes vieron en el dirigente patronal un tonto útil a su servicio.

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Braulio Jatar Alonso


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