Esta pregunta es simple. Pero lleva implícita la más importante de nuestras consideraciones dentro del proceso Bolivariano. Hay quienes ven en el Presidente una especie de omnisapiente que no sólo, no puede ser cuestionado, sino que además es imposible el que se equivoque. No importa que el propio Jefe de Estado lo haya reconocido varias veces. El y muchos junto con él, en varias oportunidades han desoído la voz disidente la cual aplastan con el insulto o la pieza de “Chávez no se equivoca”. Claro que se equivoca y lo ha hecho muchas veces, así como también ha acertado en infinidad de oportunidades. Al fin y al cabo es como tú y como yo.
He sido amigo del proceso bolivariano, creo en la inclusión de los excluidos. Pienso que Venezuela no puede ser dominada por “empresotas”. Estoy convencido que nuestro petróleo es bocado deseado de la voracidad internacional. No tengo dudas que el Presidente siente que el pueblo es Venezuela y que ambos necesitan que los queramos. Los incluidos por el Presidente a nuestra sociedad y el rescate de nuestra dignidad como pueblo no necesitan debate.
Algunos de ustedes, deben saber que voté por la opción del No en el pasado proceso eleccionario. Soy de esos que cruzó su voto desde un extremo al otro. Lo confieso, de hecho quienes me leen en otros portales conocen mi posición expresada en diversos artículos muchos antes del sufragio. Durante el proceso del referendo opté, en su etapa final, por no escribir a Aporrea, no quería poner a sus Editores en el difícil trance de, por primera vez, no publicar mis artículos, los cuales por seguro apuntaban a la crítica racional de una propuesta de reforma que no complacía ni al “chavismo” en su mas amplia cobertura.
El Presidente fue advertido por gente como nosotros, de que la propuesta era inconstitucional, ilegal e impertinente. Ciertamente era contraria a la Constitución porque modificaba la estructura del Estado, para lo cual era necesario una Asamblea Constituyente. Era ilegal porque la Asamblea Nacional no podía agregar, añadir o modificar el espíritu, propósito y razón de la iniciativa propuesta por el Presidente de la República. Era impertinente porque, tal y como lo reconoció el propio Chávez, no era el momento. Quienes advertimos de estos errores fuimos llamados traidores, lacayos y cuanto otro epíteto se ha querido endilgarnos. ¿Ahora se nos verán con otros ojos o por el contrario se nos empujara hacia el otro lado de forma definitiva?
Nadie gana elecciones democráticas, como lo ha hecho el Presidente Chávez, contando para ello con el voto denominado “duro” de un solo sector o partido. Siempre ha sido y será necesario sumar de la periferia, de los independientes, de los Ni Ni y de los simpatizantes. Hasta ahora entre un proyecto de construcción de un país y un proyecto de destrucción de una nación, habíamos acompañado a Chávez con la primera opción.
Si alguien nos invitara a un reunión, en donde todo el mundo se echa la culpa por la reciente derrota, nosotros preguntaríamos ¿Se puede criticar a Chávez en esta reunión? Si la respuesta es afirmativa, nos quedaríamos para buscar la forma de enmendar errores, pero si por el contrario, se mantiene la crítica contra un universo lejos del propio Jefe de Estado, nos retiraríamos por ser imposible valorar las causas de lo acontecido. Un proceso revolucionario no se empuja de arriba hacia abajo, sino que se espolea de abajo hacia arriba.
Que nadie intente emular la locura de desconocer la actual Constitución promoviendo atajos para su modificación, como lo hizo el grupo golpista de Carmona en abril de 2.002 y ahora algunos otros. Quienes votamos por ella y la hemos defendido desde 1.999, no aceptaremos asaltos a nuestra máxima ley, no importa desde donde venga el zarpazo.
Nadie es imprescindible como individualidad, todos somos necesarios como un colectivo. Amigos; la voz del pueblo es la voz de Dios. Ya se ha expresado o la oímos o vendrán mas fracasos y cuidado si no… la derrota final.