Venezuela, en estos diez años de madurismo, se convirtió en objeto de estudio político único en la historia: la ideología marginal, el lumpen sindical, en funciones de gobierno. El resultado está a la vista: mentiras, excusas, falsos positivos y, sobre todo, pérdida de credibilidad en las instituciones, su destrucción; la pulverización de la organización social y un desastre económico descomunal, acompañado de rapiña de lo público; ausencia de estrategia, de proyecto de país, y entrega solapada de las riquezas nacionales al mejor postor internacional.
El madurato, el gobierno de la ideología madurista, dilapidó todo lo heredado del gobierno de Chávez, el prestigio, el apoyo social y las riquezas. Ahora se encuentra en la encrucijada de unas elecciones que a todas luces no le son favorables.
¿Qué hará?
Esa es la incógnita principal de las futuras elecciones. ¿El madurismo aceptará la derrota, se plegará a la lógica de la socialdemocracia capitalista, aceptará la alternabilidad, podrá?
Podemos buscar la respuesta en la historia de estos diez años de gobierno madurista, y de allí la respuesta que surge es que, a partir de sus frutos, de los antecedentes, el madurismo no debe aceptar la derrota, no acatará las leyes de la democracia capitalista, las violará con alguna excusa, algún falso positivo. Esa es su naturaleza.
Podemos también buscar la respuesta en los mensajes maduristas de los últimos días de campaña: el madurismo se comporta como aquel ladrón que, descubierto, comienza a gritar "al ladrón, al ladrón". El madurismo dice que el adversario gritará fraude y no reconocerá la victoria contundente del madurismo. Y saldrá a la calle a crear violencia, perturbará la paz. Es decir, el resultado que lea amoroso, que ya ellos anticipan, debe ser acatado, aún siendo inverosímil. Cualquier protesta será aplastada por el madurismo en "defensa de la paz". Es un comportamiento que se puede resumir, en: "o aceptas lo que digo, te pliegas a mi voluntad ¡que es la ley!, o te arrollo".
Existe una tercera fuente para construir la posible conducta del madurismo, es el peso de la fortuna acumulada, las posibles opciones para su disfrute que hayan negociado con los imperios. Los bolsillos llenos de dólares son un morral pesado que disminuye las voluntades de pelear, más bien procura la tranquilidad que permite el disfrute.
Después del 28 de julio, entra el país en un tiempo de inestabilidad política, de disputa cruenta del poder. Las leyes vulneradas, las instituciones desprestigiadas, abren la puerta a salidas extraordinarias que, dicho sea, la Constitución de Chávez previó. Sobre el país se cierne la sombra de una dictadura que le garantice a los capitalistas la forma política de la dominación. Aunque se asoma también la posibilidad de una solución revolucionaria, para esta posibilidad existen condiciones únicas, y también obstáculos inmensos. El ejemplo de Chávez, sus ideas, son un componente esencial de la lucha que se avecina, allí están los líderes chavistas, los que soportaron calumnias, exilios, cárceles, por mantenerse fieles al legado del Comandante, y que ahora, en la nueva situación surgen absueltos por la historia, limpios de calumnias, y desprestigios.
¡CHÁVEZ, VOLVERÁ!