Se aproximan días lamentables. El 28 de julio, día de las elecciones maduristas, se presenciará la triste desolación de quienes fueron llamados por la historia para escribir páginas hermosas, despertar pueblos, marcar rumbos y desperdiciaron esa oportunidad única de encontrarse con la gloria, junto a Chávez y los próceres libertadores. Prefirieron reptar en el pantano de la pequeñez, desoyendo las enseñanzas del Apóstol Martí: intentaron dirigir un país como se dirige un sindicatillo de segunda. Las mentiras, la simulación, las excusas fueron sus métodos. Lo destruyeron todo, lo material y lo espiritual, modelaron una sociedad fragmentada, en fuga, sin razones para vivir, para luchar.
Ahora, la historia es implacable, se enfrentan a una medición de sus frutos, los vientos no son propicios, presagian tempestades y derrota. Las elecciones, que debían servir para resolver las contradicciones políticas, fueron enmarañadas de tal manera por el madurismo que perdieron su función, de legitimar los gobiernos y las soluciones. Al madurismo, que le faltó grandeza para hacer el gobierno que reclamaba la humanidad, el país, el legado de Chávez, ahora le falta grandeza para dar un paso al costado y ahorrarle a la masa días de barbarie. El 28 se espera una fechoría más del gobierno agotado, nada limpio se vaticina.
Decimos que se aproximan días lamentables, el madurismo cosechará los frutos de su traición; sumido en espantosa soledad, contemplará al tren de la historia seguir su viaje, y ellos quedarán a la orilla del camino, desechados, bagazos. De nada le valdrán los forcejeos represivos, ya nadie les cree sus mentiras, sus excusas. Ya es tarde para la enmienda. Desoyeron las voces que pedían rectificación, fidelidad con el legado, avanzar en la línea pactada, seguir construyendo contra la lógica del capital; prefirieron la recompensa inmediata, las mieles de un poder que fue efímero.
No hay nada más lamentable, triste, que unos dirigentes condenados por la historia, que han renegado de sus ideales y se encuentran derrotados, vacíos. Lo que ven en el espejo no les gusta, allá en lo íntimo de su alma no se justifican, ese es el pago por la traición a sus ideales, a ellos mismos.
El 28J marca el inicio de una nueva etapa, atrás quedará el madurismo. De los posibles escenarios se ha escrito mucho, cualquiera que sea la solución, el madurismo saldrá deslegitimado, más aislado, más solo que nunca, sentirá en sus entrañas los dolores de las deserciones, y sobre todo el dolor, la tristeza de haber podido hacer las cosas de otra manera. La crisis de gobernabilidad se profundizará.
Es imperativo que la opción chavista entre en la disputa por la dirección de la sociedad. El chavismo todavía tiene mucho que decir y hacer en Venezuela. Lo primero es marcar la diferencia con el madurismo. El chavismo tiene programa, tiene ejemplo, tiene los líderes que fueron valientes y se enfrentaron a la traición madurista, y sobre todo, tiene el afecto de un pueblo que recuerda al gobierno madurista que lo supo amar, le devolvió su fuerza, le mostró la fuerza de luchar por objetivos altruistas, romper el cerco del egoísmo, y comprender que la felicidad no es un asunto individual sino una conquista colectiva.
¡CHÁVEZ, VOLVERÁ!