"El hombre sabio,
incluso cuando calla,
dice más que el necio cuando habla"
Thomas Fuller
Vladimir, el del cochinito frito en las Mercedes, era parte del cuñero publicitario de –Vladimir a la 1– en Globovisión –casi nada– y por esa vía se dio a conocer, después de aquella aparición en Venezolana de Televisión, como un ágil olfateador de las oportunidades y, el golpe de estado del 2002 fue una. Momento de furia desatada por las fuerzas opositores, tratando de acabar con el proceso bolivariano y, hasta la fecha no han cesado, con la particularidad, que Vladimir Villegas, no está de este lado y por el contrario se ha convertido en un opositor más, sin rumbo fijo, y sabemos el destino de estos personajes, que andan buscando cualquier espació para figurar.
Ese momento por Venezolana de Televisión, le valió para alzar vuelo y es tan así, que fue a parar a la embajada de Venezuela en Brasil. Pero de un momento para acá, se convirtió en un volcán en erupción y lo que despide es odio hacia el proceso bolivariano y a medida, que el presidente Nicolás Maduro, se encuentra toreando dificultades antes un poderoso enemigo, como es el imperialismo, con su explosivo poder mediático, se le chorrea la baba de rabia, al no ver cumplido sus deseos de ver arrodillado al presidente, como lo está haciendo él de manera vergonzosa.
Ahora, la noticia bomba de este periodista, es la supuesta voz de mando del presidente, hacia Ernesto Villegas, ministro de cultura, al mandarlo a callar. Es decir, que el odio, cuando se incrusta en lo más profundo de la imaginación y el pensamiento no hay manera de detenerlo, como los demostró Vladimir, con su pinza para extraer del –programa con Maduro– algo tan insignificante, una reflexión, como el mismo reconoció: "Esa reflexión tan, digamos, tan pequeña (...) tiene un gran significado, en la medida que el presidente Maduro no lo dejó continuar" Claro en boca de Vladimir es un proyectil, contra el presidente, pero , hasta ahí, porque no es la primera, ni será la última en este camino lleno de vericuetos.
Los cachazos de Vladimir, son tantos en su desenfrenada carrera hacia el otro lado, que, en una oportunidad, llamó represión a una acción del gobierno, al tratar de frenar la inflación, cuando los comerciantes usureros llegaron, hasta el descaro de esconder la comida. Con toda razón un amigo, quien siempre carga el farolito encendido para detectar a los tránsfugas en una oportunidad me recordó a este comunicador con una profunda reflexión, para que no lo perdiera de vista y sus actuaciones le da la razón al compañero: "Dentro de la lucha de clase, los más peligrosos, son precisamente los que se pasan para la derecha, porque terminan convirtiéndose en unos verdaderos traidores, y hacen todo lo posible por destacarse en su vergonzoso papel"
Lo de Vladimir hacia su hermano, no es nada nuevo y parece que quiere aplicar lo de mayoría de edad, porque en lo demás es muy triste, ya que, llegar arrastrarse, como lo está haciendo es para pasarle por un lado y saludarlo por cortesía, porque parece un hecho consumado su manera de pensar y actuar y eso se convierte en una enfermedad: odio muy lejos del verdadero periodismo. Ya, en una oportunidad en el programa –Vladimir a la 1 – el cual tengo en un video guardado, se le salió la clase de arrogante, presumido y el dueño de la verdad por sobre todas las cosas. Apenas empezó la emisión televisiva el rostro era de un fustigador de oficio, pero contra quién. El hermano del alma tan comedido, como la misma palabra lo empezó a llevar para no echarle fuego a la candela, porque los días estaban, que de cualquier chispazo brotaba un incendio, sin embargo, Ernesto para apaciguar los ánimos soltó con dulzura la siguiente expresión: "Yo vengo a eso Vladimir, a tratar de ver si nuestra relación familiar que pone por delante siempre al amor, permite contribuir al país (...) a ver si esta conversación puede ayudar a impedir que esos episodios horribles de violencia no sigan sucediendo".
De esa entrevista han pasado 7 años, y ahí, tenemos a Vladimir, escarbando para ver, que consigue y seguir profundizando las heridas del país. Parece un caso perdido, en las inmensidades de un desierto. En aquella oportunidad escribí un artículo, el cual terminé con lo siguiente: "Estimado amigo Ernesto, no perdiste tu tiempo, al contrario, te ganaste el aprecio de millares de compatriotas, que saben distinguir entre el servilismo, y el patriotismo; entre la vanidad, y tu humildad, carta de presentación antes un país, herido por los cuatros costados, pero no deja de clamar por la paz, grito de esperanza en constante ebullición en las gargantas de un porcentaje muy alto de venezolanos"