El diario de Oscar Heck – el 27 de agosto del 2024

Estoy en comunicación regular con dos escritores genios venezolanos de Aporrea, uno que ahora escribe muy rara vez, y otro que decidió no más escribir aquí en Aporrea.

En ambos casos, la razón es la misma, y me imagino que ha sido la misma que incitó a muchos otros escritores a abandonar la escritura aquí en Aporrea desde que el madurismo tomó el poder del gobierno y fue poco a poco pandillerizando el país.

La razón es la siguiente.

Cada día que pasa, y desde hace por lo menos 8 años cuando la mayoría de los chavistas del país empezamos a darnos cuenta que el actual presidente de Venezuela no es ningún chavista, los escritores maduristas aquí en Aporrea --- no todos pero la mayoría --- se han puesto más y más violentos, groseros, o irracionales en su afán para "destruir" a quienes no pertenecerían a su pandilla, a menudo atacándonos verbalmente a nosotros los escritores chavistas aquí en Aporrea, a gente brillante como Rafael Ramírez, Toby Valderrama, varios exministros de Chávez que han escrito aquí en Aporrea, yo, Marcos Luna, Evencio Barboza, y otros, aun atacan con ferocidad infantil a escritores que parecieran tener posturas ambiguas o no necesariamente partidarias, entre ellos, genios como Luis Britto García y Eligio Damas.

Y eso, aparte de los ataques que los escritores maduristas aquí en Aporrea lanzan contra figuras internacionales, presidentes de otros países, y aun países enteros, lo cual es una postura (repito) infantil y sin raciocinio alguno.

Es puro pandillerismo.

La manera que atacan, me hace pensar en los violentos antichavistas de la Plaza Altamira durante el paro petrolero (diciembre 2002 – febrero 2003), cuando montaron alcabalas armadas por civiles que paraban a los carros a punta de pistola y tubos de metal, y preguntaban, ¿Estás con nosotros o no?, y si uno no decía que estaba con ellos, bueno, te partían el vidrio y disparaban sus armas para intentar asustarlo a uno.

Yo no tenía carro, pero cuando me pararon --- a mano armada --- mientras caminaba alrededor de la Plaza Altamira y me hicieron la misma pregunta, yo respondí, "Soy corresponsal y no soy ni chavista ni opositor." Por suerte, como cualquier típico venezolano machista y aparentón pana de todos, notaron mi acento francés, entonces el tema cambió a, "Ah, de dónde eres, cómo te gustan las mujeres venezolanas, ¿quieres un trago de whiskey? Es importado."

Bueno, ese tipo de situación me pasó una y otra vez mientras hacía mi trabajo como corresponsal para Vheadline.com, el único sitio web de noticias y opiniones en inglés dedicado enteramente y únicamente a Venezuela en aquel entonces.

De hecho, siendo antipolítico, en aquel tiempo yo no me consideraba ni chavista ni opositor, no me interesaba tomar lados con nadie, ni con Chávez. Lo que sí me interesaba era el proyecto de Chávez, y lo había estaba estudiando e investigando desde el año 2000.

Fue solamente a partir de agosto del 2004 que finalmente me consideré chavista, o sea, seguidor de Chávez, seguidor de su proyecto, pero no seguidor de su partido político, ni de la mayoría de sus ministros, ni de nadie en la asamblea nacional, ni nada al estilo, a mi lo único que me interesaba era el proyecto humanista de Chávez y los resultados, nada más, y hasta hoy, pienso igual, soy igual.

Siempre fui así, no me dejo aspirar por ninguna ideología o tendencia social, no señor. No soy pandillero de ninguna pandilla sobre este planeta. No soy ni católico ni cristiano, no soy ni demócrata ni comunista, pero si soy seguidor de Chávez y sus ideas, y de Jesucristo y sus ideas, pero no de sus correspondientes pandillas.

A mí no me importa quién estaría al mando de un gobierno, ni de qué tendencia política vendría, ni qué ideología habría adoptado o predicaría, a mí lo que me interesa es el bienestar de las mayorías pobres de este planeta, y si algún líder nacional, regional, o local es capaz de luchar por el mejoramiento de la situación del pobre (en cualquier parte del mundo), pero con resultados concretos y visibles, entonces a ese líder lo admiro porque estaría luchando contra la corriente de una nación (Venezuela en este caso) típicamente colonialista, machista, racista, esclavista, y entreguista (o besatraserista) al servicio de los imperios e intereses capitalistas norteños, y esa lucha es muy difícil, es casi imposible, pero, poco a poco, con ejemplos reales como los que Chávez pudo montar (y los que Jesucristo pudo montar), una sociedad como la nuestra --- que solo tiene unos 200 años de existencia en términos modernos --- iría aprendiendo a autogobernarse humanamente sin pisotear los derechos y los corazones de los demás.

Pero nos falta mucho.

Casi todas las sociedades norteñas nos tienen siglos y miles de años de adelanto en términos del desarrollo de una sociedad, mientras la mayoría de los países sureños del planeta, no tienen ni 500 años de construcción civilizatoria moderna.

Como en casi todo el sur del planeta, aquí en Venezuela somos niños en comparación con los norteños, y por eso creo que los escritores maduristas aquí en Aporrea escriben de manera tan infantil e irracional (y aun violenta) en contra de los chavistas y en contra de cualquiera que no pareciera pertenecer a su pandilla, porque es así que el madurismo opera, como una pandilla.

Ese comportamiento es el mismo que se encuentra comúnmente en todos los patios de las escuelas primarias del mundo, donde los niños forman pequeñas bandas y se lanzan piedras entre sí para sentirse más fuertes que los demás, atropellando toda noción de moralidad y sensatez, porque a esa edad, todavía no lo entienden.

Nuestra Venezuela, aun con toda la tecnología moderna a nuestra disposición, con todos los celulares y televisores y redes sociales del mundo, somos colectivamente niños de la escuela primaria de la civilización, lo cual se refleja en el comportamiento de los escritores maduristas aquí en Aporrea.

Son como niños con computadoras intentando en vano de escribir algo que los adultos entenderían, solo para hacerse notar.

También se refleja claramente en el comportamiento del actual presidente de Venezuela y su partido político, su vicepresidenta, su canciller, la mayoría de sus ministros, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, el presidente de la asamblea nacional, algunos diputados, gobernadores y alcaldes, y algunos de los medios de comunicación asociados al actual gobierno de Venezuela.

Son como unos niños lanzapiedras con celulares manejando carros de lujo sin alcanzar a ver a través del parabrisas para saber dónde estarían manejando, o cuánta propiedad estarían inadvertidamente destruyendo, o cuánta gente estarían arrollando.

Esta actitud infantil también se nota en algunos de los altos mandos de nuestras instituciones estatales, como en el CNE, la fiscalía, y el TSJ, instituciones que, con todos los ejemplos de avances tecnológicos y sociales que se han desarrollado a nivel mundial, y que están a su disposición, deberían seguir, pero no, en vez de hacer eso, todavía operan como se hacía en los tiempos coloniales, como mini pandillas al servicio de la máxima pandilla.

Bueno, anoche preparé mi carnada para ir a la pesca hoy.

oscar@oscarheck.com
 



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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