Don Pedro Páramo: Un bandido global

La gran novela del escritor mexicano Juan Rulfo, PEDRO PARAMO, recoge una situación que es característica en todos los espacios de nuestro continente americano y más allá.

DON PEDRO, una vez establecido su poder en Comala y la Media Luna, se le presenta el peligro de perder el mismo, debido a la avanzada de la Revolución zapatista en México.

El Tartamudo, uno de sus secuaces, una tarde cargada de calor, viene y le comunica, que una manada de revolucionarios, liquidaron a su astuto y sanguinario asistente Fulgor Sedano. DON PEDRO, de inmediato ordena al mismo Tartamudo, les manifieste a los revolucionarios zapatistas que él quiere conversar con ellos y por lo tanto los invita, a su hacienda de La Media Luna. También le ordena Al Tartamudo, buscar con prontitud a su capataz Damasio (el Tilcuate)

La reunión con los revolucionarios, se monta en la ya referida hacienda… hay como unos veinte dirigentes. DON PEDRO, les da de comer y beber.

Al entrar en conversación, les pregunta, el por qué andan alzados y ellos le responden, que por las injusticias del gobierno y por los abusos de los ricos.

Éste muy hábilmente, les manifiesta que está dispuesto a financiarles La Revolución, pero que él quiere saber... ¿Cuántos son y cuánto dinero necesitan para hacer la revolución?...Éstos, nerviosamente le exponen, que son un ejército de trescientos hombres y necesitan unos veinte mil pesos. A lo cual, DON PEDRO, les responde que es muy poco, que necesitan más.

Los hombres se separan y se reúnen, y acuerdan pedirle cincuentamil. DON PEDRO, dando finiquito a todo aquello y en un gran desplante, les manifiesta que les dará cien mil pesos y trescientos de sus hombres fuertemente armados. Muy cerca de él, ha estado como en la sombra, pero con mirada felina, Damasio (El Tilcuate), a quien había mandado a buscar con El Tartamudo.

El terrateniente, una vez se van los revolucionarios, la mayoría contentos y unos pocos algo desconfiados; le pregunta a Damasio (El Tilcuate), cuál de aquellos hombres le parece que es el jefe… y este le responde, que él cree que es uno medio regordete, el cual se mantuvo muy callado durante el encuentro. DON PEDRO, tajantemente le dice: ¡No Damasio, Tu eres el jefe!... de mis hombres y de los de éllos; y quiero, me mantengas permanentemente informado y evites, se metan en mis haciendas. De paso, quiero decirte, que quiero darte la finquita del ranchito de puerta de piedra, que yo sé que a ti siempre te ha gustado bastante, es tuya; anda al registro y legalízala… diles que vas de mi parte.

Es interesante señalar, que tan sólo dio a los revolucionarios zapatistas cinco mil pesos y rápidamente liquidó a sus respectivos jefes comandantes. De Damasio (El Tilcuate) la finquita nunca fue de éste.

En nuestra América continental de unos 42.044.000 Km2 aproximadamente de superficie; la historia desde 1.492; es decir, desde la última cruzada caballeresco-perruna, romano-española y de imperios protestantes hasta nuestros días, ha sido signada por la bota del terrateniente expoliador y latifundista de los predios colectivos.

Es la figura, de plena conciencia y práctica necrófaga y monopolista tecnológica. Es la figura, que campea en nuestro continente y en gran parte del mundo. Es el magno imperante personaje, que se maneja en los más importantes círculos del poder mundial y local. Sus principios filosófico-ideológicos y políticos los promueven e imponen, como estandartes de libertad individualista o grupal elitesca, para mantenerse y preservar a toda costa la existencia del sistema de explotación socioeconómico entre humanos.

En su novela, Juan Rulfo, recrea lo que ha sido la constante histórica de esos grupos de poder imperial. Los mismos penetran las organizaciones que luchan por hacer cambios (quinta columnas). Introducen hábilmente gente de su confianza o compran dirigentes, algunos sin formación revolucionaria y otros que deciden traicionar sus principios a cambio de prebendas.

Si observamos bien, esto sucedió en el pasado, cuando a través de la oficina operativa de espionaje e inteligencia romano-española, fundada y organizada en New York, por el marqués de Casa Irujo. Desde dicha oficina, se estudiaba, se penetraba y se planificaba el cómo acabar con todo movimiento revolucionario que surgiera en la América o Pacha Mama colonizada y esclavizada.

Recordemos especialmente, las acciones emprendidas contra Gual y José María España y después contra Francisco de Miranda en 1.806. Y Posteriormente, las del regio español, Antonio Cortabarría, durante el bloqueo y ataque que este emprendió, contra la Primera República de Venezuela (1810-1812), desde la isla de Puerto Rico y también desde, sus conexiones en otras islas del Caribe y también desde Coro, Guayana, Maracaibo y Valencia, para señalar algunos ejemplos históricos.

Esta historia no sólo ha estado presente en nuestro Continente, ha sido el principio fundamental civilizatorio que ha regido las relaciones esclavizantes socioeconómicas en Asia, África, Oceanía y en la propia Europa.

En cada uno de esos espacios se constituyeron fuerzas contrarrevolucionarias, tanto nacionales como extranjeras, las cuales hicieron y hacen un trabajo reaccionario, con campañas y acciones que activan a partir de organizaciones partidistas y de todo tipo, las cuales se oponen aparentemente entre sí, en un juego que hoy llamamos, CAPITALISMO SOCIALDEMÓCRATA. Son: El OPUS DEI, LA CIA, EL ANARQUISMO, EXPRESADO EN EL LIBERALISMO etc., quienes Controlan sus direcciones y las convierten en centros clientelares y de negocio. Llegan por cualquier vía a los centros institucionales encargados de cumplir los programas del gobierno revolucionario, con la única finalidad de torpedearlos e impedir que los mismos logren alcanzar su cometido.

Es así, como podemos hablar del esparcido poder y conciencia imperialista de los: Pedro Paramo, Fulgor Sedano, Damasios, tilcuates, desplegados para actuar como mercenarios contra las fuerzas de lo nuevo.

Es la epidemia de lo retrogrado social y económico, extendido a muchas partes de nuestro planeta y contra lo cual, es obligatorio luchar, por el bien de nuestra existencia humana a través de la organización de un Socialismo hacia un Comunismo Científico Proletario.



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Ronald Romero Peña


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